Jue 09.05.2002

EL PAíS  › EL PERONISMO BONAERENSE RENOVO SU APOYO A DUHALDE

Como una gran familia unida

› Por Diego Schurman

Como aquellas personas que en tiempos difíciles se recuestan en su familia, Eduardo Duhalde buscó ayer en el peronismo bonaerense el oxígeno necesario para seguir transitando un camino con innumerables obstáculos. Claro que el aliento fue mutuo: así como recibió el más amplio apoyo del Consejo Justicialista provincial, también se preocupó en anunciar un inminente acuerdo con el Fondo Monetario, lo que abrirá las puertas para otros préstamos destinados a la asistencia social en el distrito.
El encuentro, que se desarrolló en la quinta de San Vicente, había sido impulsado por el Presidente hace diez días, cuando definía al sucesor de Jorge Remes Lenicov en el Ministerio de Economía. En medio de las maratónicas rondas de consultas, con epicentro en Olivos, hubo llamados a varios intendentes y autoridades partidarias locales para poner en estado de “alerta” al aparato bonaerense. Se temía la caída del Gobierno, y en esto ayudaba la indiferencia de los gobernadores, que aparecían más preocupados por sus internas, o por las situaciones particulares de sus distritos.
El panorama no ha cambiado demasiado. Pero el propio Duhalde buscó bajarle el tono, casi como si se tratara de un encuentro de camaradería. Incluso, le puso puntos suspensivos a una movilización propuesta en un tramo del encuentro. La idea era reproducir la Plaza del Sí que acompañó al Presidente en la apertura de las sesiones ordinarias, y que sirvió para neutralizar cualquier intentona de escrache.
Ese acto fue motorizado por el titular del Consejo, Manuel Quindimil, y los intendentes de Tres de Febrero, Hugo Curto, y Merlo, Raúl Othacehé, presentes ayer en la reunión. Sin embargo, Duhalde teme que una movilización de esas características se entienda como una declaración de guerra o un arrebato populista que termine desmoronando cualquier acercamiento con el FMI, justo cuando el Congreso se apresta a ponerle moño al paquete de medidas exigidas por ese organismo.
Para apelar a la impronta justicialista, el mandatario prefiere el camino de las visitas “sorpresa” (en verdad un requerimiento de los intendentes) a distintas localidades del distrito, como hizo el fin de semana en José C. Paz y Malvinas Argentinas y también ayer mismo en un barrio carenciado de Francisco Solano. Con la iniciativa, se busca brindar “contención” en una zona caliente del país, donde la amenaza de estallidos está a la orden del día. No fue casual la presencia en esa recorrida de Juan José Mussi, funcionario del Ministerio del Interior y viejo conocedor del pago.
Es tal la necesidad de dar muestras de buen comportamiento –sobre todo tras la reprimenda de Estados Unidos por las política corruptas– que en medio de los sanguchitos de miga, el café y las gaseosas, nadie habló en voz alta de las inquinas internas. Ni Osvaldo Mércuri, quien aspira a la gobernación bonaerense, se refirió a la ausencia de su enemigo territorial, el actual mandatario Felipe Solá, ni los duhaldistas de paladar negro pusieron distancia del platense Julio Alak, quien no descarta la osadía de acompañar al cordobés José Manuel de la Sota en una fórmula presidencial.
El pedido de Duhalde a Quindimil –de impecable traje gris– y al resto de los integrantes del Consejo del PJ fue trabajar para hacer realidad la reforma política, que además de una reducción de gastos, incluya la renovación de todos los cargos en 2003 y la transformación del régimen presidencialista (“en Latinoamérica no tiene éxito”, dijo) en otro parlamentario, a la usanza italiana. Claro, para ello imagina la convocatoria a un plebiscito ya que nada podría ponerse en marcha sin una previa reforma constitucional.
El Presidente, que llegó al encuentro en helicóptero ceñido de su vieja tricota azul, se preocupó en llevar tranquilidad. Dijo que en cuatro meses se terminará con el corralito y que se llegará a un acuerdo con el FMI, lo que abrirá las puertas al crédito externo.
En el ínterin se avanzará con los subsidios para jefes y jefas de familia. No por nada el Presidente estuvo acompañado por Chiche Duhalde. La primera dama no fue ajena a la idea de crear, ante la amenaza de hiperinflación, distintos centros de abastecimientos en todo el distrito, con acuerdo de los municipios, donde se ponga a la venta una decena de artículos de primera necesidad a precios diferenciales.
Chiche también pidió concentrar todas las iniciativas relacionadas con un nuevo aniversario de Evita. El tema fue inevitable, no sólo por los protagonistas, sino también por el lugar. La quinta de San Vicente, refundada como “17 de Octubre”, es una pieza de museo del justicialismo. Y muchos la recuerdan por ser el último lugar de detención de Isabelita, además de haber sido la quinta de recreo del viejo líder.
Allí se exponen dos estatuas de mármol de carrara de Perón y Evita que fueron descabezadas por orden del gobierno militar de Pedro Eugenio Aramburu. Pero lo que hizo furor entre los presentes fue un tren, fabricado en Tucumán en 1908 y que Perón utilizó durante su primera presidencia. El “Descamisado” –así lo llamaron– está construido de madera con vitrales y gobelinos traídos especialmente de Europa. Tal fue la fascinación, que Duhalde, junto con la anfitriona e intendente de San Vicente, Frígida Malacrida de Arcuri, Mercuri, Quindimil y Chiche, decidieron cerrar el encuentro haciendo un minitour por la máquina.

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