EL PAíS
En japonés, “mala fe” se dice bancos
Roberto Lavagna le dijo a su par nipón que la “mala fe” debía buscarla primero en casa, concretamente en la banca nipona.
Roberto Lavagna se enojó en Japón. No toleró las declaraciones del ministro de Finanzas, Sadakazu Tanigaki, quien afirmó que la Argentina había “fracasado” en el proceso de reestructuración de su deuda y que la actitud del país había sido “unilateral” y de “mala fe”. Tanigaki advirtió también a la comunidad financiera internacional sobre el “mal precedente” y el “peligro moral” de aceptar el resultado del canje que intenta concluir la Argentina. Las afirmaciones fueron la gota que rebasó un vaso ya lleno con las reiteradas declaraciones de funcionarios del FMI reclamando “una solución” para los bonistas que no aceptaron la operación. Lavagna aconsejó a Tanigaki que buscara la mala fe dentro de Japón.
La insistencia del argumento de la buena fe como instrumento para reclamar la inclusión de quienes no aceptaron el canje de deuda parece haber colmado la paciencia de la comitiva argentina que asistió a la reunión anual de BID en Japón, especialmente la del ministro Lavagna, quien respondió duramente a las declaraciones de su par japonés. Lo notable es que en Japón la aceptación del canje fue cercana al 95 por ciento.
Tanigaki abrió el contrapunto cuando, ante la asamblea del BID en Okinawa, declaró que “es realmente lamentable que la Argentina haya fracasado en negociar de buena fe con sus acreedores y haya actuado unilateralmente sin dar otra opción a sus acreedores”. También agregó que “no podemos dejar que la forma argentina de enfrentar su deuda se convierta en un mal precedente, porque entonces sería un peligro moral”.
Lavagna, quien ya el sábado había anunciado una rueda de prensa, aprovechó esta oportunidad para responder horas más tarde. “Le sugiero a cualquier funcionario público japonés que concurra a la Comisión de Valores de Japón, que pida los prospectos de emisión de la deuda argentina y que compruebe con toda claridad que allí se decía que aquellos bonos no eran para inversores minoristas”, disparó. “Si los intermediarios japoneses actuaron de otra manera, la mala fe está ahí”, agregó, pues “violando expresamente los prospectos vendieron parte de las colocaciones de bonos a inversores minoristas no sofisticados”.
En su respuesta, el ministro siguió la misma estrategia que la utilizada ante el gobierno italiano. Japón e Italia son los dos países que, dentro del G-7, siempre se mostraron más reacios con la Argentina y que se oponen a que el FMI acepte el resultado del canje. No los une sólo el hecho de que muchos de sus residentes son bonistas que padecieron el default argentino sino, especialmente, la estrategia de colocación de deuda seguida por sus bancos. Tanto la banca italiana como la nipona se caracterizaron por colocar los títulos de deuda argentina, que pagaban altos intereses pero con riesgo igualmente alto, entre pequeños ahorristas no sofisticados. Luego fueron estos mismos bancos los que más trabajaron contra la propuesta argentina a través del Comité Global de Acreedores (GCAB).
Como recordó ayer Lavagna, “son precisamente los bancos de estos dos países, no lo oculto, quienes han mantenido una actitud más agresiva hacia la reestructuración de la deuda, porque estaban eludiendo sus propias responsabilidades”. “Es muy lamentable que esos bonos hayan sido vendidos a inversores que estaban haciendo una colocación financiera pensando en su retiro o en sus pensiones”, aseguró. Por eso “la mala fe no hay que buscarla afuera (de Japón), hay que buscarla adentro”, completó.
Seguramente, las del ministro japonés no serán las últimas declaraciones que Lavagna deberá responder antes de su regreso a la Argentina.