EL PAíS
La estrategia del kirchnerismo para convertir a Bielsa en diputado
Al nombre del canciller, que dejará su puesto para pelearle a Carrió la diputación porteña, empezaron a agregarse otros para la lista: Felisa Miceli, Patricia Vaca Narvaja, Pablo Lanusse y Jorge Coscia. Para las bancas porteñas habría dos listas.
› Por Martín Piqué
Mientras sus compromisos lo obligan a recorrer el mundo, el canciller Rafael Bielsa deja hacer. Con discreción y un sutil manejo de los tiempos, el fundador del ya disuelto partido Gesta está impulsando su propia versión del laissez faire. Si pudiera elegir, preferiría permanecer en su tan envidiado cargo. Pero el kirchnerismo ya está preparando la estrategia que sostendrá su candidatura. Para seducir al distrito porteño, volátil electoralmente y esquivo para el peronismo, la idea es capturar votos de diversos perfiles ideológicos. En otras palabras, que la oferta electoral atraiga a un votante moderado que valore la imagen de Bielsa pero que también pueda interesar a la centroizquierda nac & pop. Por eso, es muy probable que haya una lista única para diputados, aunque todavía no se sabe si habrá una o más boletas de legisladores porteños. Por ahora, las distintas variantes del kirchnerismo tratan de fortalecerse para cuando llegue el momento de armar la versión porteña del Frente para la Victoria.
En el kirchnerismo consideran que la evolución política de la ciudad es impredecible. Creen que la tragedia de Cromañón dejará más secuelas. Y admiten, por lo tanto, que cualquier estrategia electoral dependerá de la evolución de los acontecimientos: en especial, de cómo resuelva Ibarra la imposibilidad de juntar las firmas necesarias para el plebiscito. Esto no significa, claro, que se hayan desentendido de las elecciones. Tampoco el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que tras la unificación del PJ porteño quiere reservarse el rol de “gran elector” para la confección de las listas.
Para ilustrar con una metáfora, la estrategia para apuntalar a Bielsa podría asimilarse con una mesa que se sostiene en tres pilares. Se supone que el canciller, por su imagen, por la relación que parece haber logrado construir con algunos líderes mundiales, es un buen candidato para el electorado de centro. Los votantes moderados, sean progresistas o no. En el kirchnerismo creen que Bielsa está en condiciones de competir con Elisa Carrió por el apoyo de esos sectores. Aunque el canciller le teme a la complejidad de la agenda porteña (Cromañón, la ley de comunas, la descentralización inconclusa), en gobierno dicen que sus chances se fortalecerán con la “nacionalización” de los comicios. Bielsa, entonces, será el sostén principal –la primera pata– de la estrategia K.
Lanzado en una campaña nacional, capitalizando la política exterior (el canje de la deuda externa), Bielsa garantizaría un tercio de los votantes porteños. Así especulan algunos analistas que ya están pensando en octubre. Pero el canciller no quiere avanzar en ese rumbo sin tener influencia en el armado. Algunos de sus hombres, como su ex jefe de Gabinete, Eduardo Valdés, están evaluando la posibilidad de crear una lista propia de legisladores porteños. Desde que dejó la Cancillería, Valdés ha estado contactando a personas con tragedias familiares, como Gabriela Arias Uriburu y padres de víctimas de Cromañón.
Pero en el Gobierno creen que para una victoria son necesarios dos pilares más. Uno de ellos es reconstruir el espacio de centroizquierda que Miguel Bonasso logró unificar en torno suyo hace dos años. En ese rumbo están trabajando Gabriel Fuks, funcionario de Cascos Blancos, y un grupo de kirchneristas porteños. Algunos vienen de las organizaciones de desocupados, como Lito Borello y Humberto Tumini. Otros se fueron del gobierno porteño dando un portazo, como el ex Frepaso Eduardo Jozami, o fueron candidatos sin demasiada suerte, como Manuel Gaggero. La tarea de este grupo, que creó el Partido Participación Popular (PPP), es atraer a los votantes de Bonasso en el 2003. Son la izquierda del kirchnerismo. Guardan una sorpresa: el ex árbitro Javier Castrilli, alguna vez ligado al belicismo. Castrilli es uno de los candidatos más seguros –junto con el ex interventor de Santiago del Estero Pablo Lanu-sse; la titular del Banco Nación, Felisa Miceli, y el ex director del Incaa, Jorge Coscia– a ocupar un lugar en la lista de diputados.
Por último está el PJ. A pesar de las viejas caras conocidas que aparecieron junto a Fernández y Scioli cuando se anunció la unificación, el peronismo porteño tendrá un rol importante. Es la tercera pata de la estrategia. Pero, para lograrlo, sus dirigentes dicen que deben relegitimarse con la sociedad porteña. Los “albertistas” esperan avanzar en ese rumbo con las internas partidarias del domingo próximo. Allí se consagrará una lista única (porque la lista minoritaria no logró juntar los avales), aunque sí habrá competencia por otros cargos en 14 de las 28 circunscripciones. También se medirán fuerzas –con dirigentes cercanos al ex ministro de Justicia Gustavo Beliz– en una de las cuatro ramas que componen el partido: la de técnicos y profesionales.
Un interrogante es qué pasará con Jorge Telerman, quien quedó afuera de la unidad del PJ. Telerman es uno de los pocos peronistas de la ciudad que tiene ambiciones propias y que se anima a sostenerlas aun a riesgo de enfrentarse con el jefe de Gabinete. Evidentemente, no es por casualidad que el “albertismo” le augura una inminente salida del gobierno porteño. Aunque los cambios en el gabinete municipal dependen de la compleja relación entre Ibarra y el kirchnerismo (donde hay opiniones diversas sobre el jefe de Gobierno). Mientras tanto, los hombres del Presidente comienzan, lentamente, a prepararse para la campaña.
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