Mié 04.05.2005

EL PAíS

“No había mucha conciencia sobre la ilegalidad de todo esto”

Ex asesor del Banco Nación, Enrique N’Haux escribió un libro en el que noveló el pago de sobresueldos a funcionarios desde el Ministerio de Economía en el gobierno de Menem. Ayer presentó su novela en la Feria del Libro y habló con Página/12.

› Por Miguel Jorquera

Enrique N’Haux aún no sabe el precio que deberá pagar por su repentina notoriedad, aunque admite la probabilidad de que la gente y la Justicia lo condenen a pesar de su condición de “honesto arrepentido”, como se define. Accedió a una entrevista con Página/12 antes de sentarse a firmar ejemplares de su libro Maquiavelo no conoció a los argentinos ayer en la Feria del Libro. Allí describe la metodología con la que se pagaban sobresueldos al directorio del Banco Nación, al que él asesoraba y por cuyo trabajo también cobraba un sobresueldo igual al monto de su salario de 2600 pesos/dólares mensuales. N’Haux fue escriba de la Fundación Mediterránea desde sus inicios, donde conoció a Domingo Cavallo, para quien armó la campaña de diputado nacional por el PJ cordobés y acompañó en su gestión durante el gobierno menemista. Ahora su libro está incorporado a la causa en la que se investiga el uso de fondos reservados de la SIDE para engrosar el patrimonio de funcionarios públicos durante la gestión de Carlos Menem, que también involucra al ex superministro.
–¿Cómo era su relación con Cavallo?
–Estuve muchos años junto a él. Hubo una relación de amistad, aunque cuando él era ministro ya no era la misma relación que en Córdoba, donde íbamos frecuentemente a tomar café, pero sin duda formaba parte de su equipo.
–¿Formó parte también del proyecto político de Cavallo?
–Sí, yo estuve un tiempo en Acción por la República, y ahí fui separado por disidencias internas. Los recién llegados, como pasa siempre en política, después de estar 23 años al lado del ministro, me dejaron afuera.
–¿Cuáles fueron esas diferencias?
–Tonterías. Pero eso me permitió escribir este libro.
–Pero Cavallo lo lleva al Banco Nación como asesor del directorio. ¿Cuánto tiempo estuvo usted en ese lugar?
–Desde el ’91 hasta el ’95, cuando estalló el escándalo IBM-Banco Nación.
–¿Por qué recurrió a la ficción para contar lo que narra en su libro?
–No se pueden decir cosas, hacer nombres, si uno no tiene pruebas de eso y se expone a que los corruptos le hagan juicio a uno.
–Pero ahí usted describe toda una metodología como era el pago de sobresueldos en el Banco Nación.
–Es uno de los temas.
–¿Cómo era ese procedimiento, según el relato que usted hace en el libro?
–Todavía no lo tengo muy en claro, porque yo empecé a cobrar en el ’92, pero después me enteré que se pagaban desde que Cavallo estaba en la Cancillería.
–¿Qué es lo que empieza a cobrar?
–Un sobresueldo que era funcional a mi categoría, que era la de asesor de cuarta línea. El mío era de los sueldos más bajos del equipo.
–¿Cuánto cobraba?
–Del sobresueldo no quiero hablar, el sueldo era de unos 2600 pesos.
–¿El sobresueldo era una parte importante en proporción a ese dinero que cobraba oficialmente?
–Sí, sí. Ese tema es lo que declaré en la Justicia. Obviamente no era una cosa exorbitante. Era similar al sueldo.
–¿Cómo era ese procedimiento, cómo se entregaba ese dinero?
–En mi caso, lo cobraba en el Ministerio de Economía.
–¿Quién le pagaba?
–No voy a dar nombres.
–Pero en el relato de su libro había gente que llegaba del Ministerio de Economía hasta el Banco Nación para pagarlos.
–Era por razones de jerarquía. A otras personas se les pagaba en el despacho.
–¿A quién? ¿Al directorio del banco?
–Al directorio. Algunos del directorio, no todos cobraban. La característica de este sistema estaba dada por lo discriminatorio, muy arbitrario. Un privilegio inconcebible, que desvirtúa la función del sobresueldo que es mejorar la remuneración del personal calificado y técnico que en el sector privado ganarían mucho más y que no se vaya. Otra finalidad sería para que no se tienten en buscar ingresos adicionales practicando con el cargo. Cosa que está demostrado que no sirvió porque algunos cobraban sobresueldos y hacían negocios personales también.
–¿Qué explicación le dieron a usted cuando empezaron a pagárselo?
–Que íbamos a cobrar un sobresueldo. Porque el sueldo lo cobrábamos a través del banco, el sobresueldo era cash.
–¿Por eso tenía que hacer una declaración jurada?
–Eso es lo que pidió Cavallo, blanquear eso.
–¿Usted declaró ese sobresueldo?
–Sí, creo que en Economía todos lo declararon ante la DGI.
–Este es un dato que la Justicia puede recabar para confirmar el pago.
–En algún momento van a dar a conocer la lista y cuánto cobraban.
–¿Usted justifica esa situación como un acuerdo para que los funcionarios no traficaran con su cargo?
–Uno no tenía mucha conciencia en ese momento de la ilegalidad de esto. La ilegalidad no es tanto del beneficiario sino del que toma la decisión de repartir este dinero. En realidad no surge de los funcionarios que exigieron un sobresueldo, fue una decisión política.
–¿Habló con Cavallo del tema sobresueldos?
–Digo en el libro que un honesto arrepentido le cuenta a Cavallo información que tenía sobre ciertos directores del Banco Nación que hacían negocios personales. Y el ministro no hace nada, entonces el honesto se arrepiente y trata de hacer negocios personales que le salen mal.
–¿Es su propia historia?
–En el relato del libro hay ficción y realidad.
–¿Pero Cavallo conocía esta situación?
–Sí, pero no obró en consecuencia. Pero ahí hay un sistema de poder, cuya máxima cabeza es el Presidente.
–¿Usted también se considera un corrupto?
–No considero que eso fuera corrupción pero sí que es condenable, es un privilegio que no tenían otros y uno usufructuaba. El libro es también una autocrítica. Un arrepentido es distinto, de qué vale arrepentirse después que cobró el dinero y hay mal uso de fondos públicos.
–¿Usted declaró esto ante la Justicia?
–Me citó el fiscal Starc en febrero. Ahí conté el contenido del libro.
–A la Justicia ¿aportó nombres?
–Sí, aporté nombres, montos. Es un tema de la Justicia y a ellos les corresponde divulgarlo. Yo no lo voy a decir públicamente.
–En su libro, usted describe un personaje que cruzaba desde el Ministerio de Economía para llevar los sobresueldos al directorio del Banco Nación. ¿Ese personaje era Luis Murina, un hombre de confianza de Cavallo?
–(Se sorprende) No voy a dar nombres. Eso lo develará el juez.

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