EL PAíS
› KIRCHNER CENO CON LULA Y CHAVEZ Y
BUSCA UNA SOLUCION INDUSTRIAL Y COMERCIAL
Bajar a tierra es la meta con Brasil
Funcionarios de la comitiva argentina que llegó anoche a Brasilia dijeron que lo que más preocupa al Gobierno no es el supuesto hegemonismo brasileño sino la situación concreta de sectores económicos afectados por la industria de Brasil. La estrategia de la delegación y su objetivo final: discutir en el plano más concreto posible.
› Por Martín Granovsky
La Argentina consiguió uno de sus objetivos para la cumbre entre Sudamérica y la Liga Arabe, que comienza hoy en Brasilia. En la declaración final habrá una mención al reclamo argentino sobre las Islas Malvinas, acompañada seguramente de un párrafo que provocará polémicas: el derecho de los pueblos a su resistencia, una frase que según los críticos israelíes podría legitimar el terrorismo. El otro objetivo, que es producir un salto en la relación con Brasil, estaba empezando a ser tratado anoche en una cena entre los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva, Néstor Kirchner y Hugo Chávez. Si se escucha a funcionarios importantes del gobierno argentino, la conclusión debería ser ésta: la Argentina no está preocupada por el supuesto hegemonismo brasileño sino por el daño a la industria del calzado.
El cálculo recogido por Página/12 en la comitiva argentina es que los problemas que hacen ruido con Brasil representan el 4 por ciento del comercio exterior argentino, entre ellos calzados y línea blanca.
La Argentina exporta a Brasil el 19 por ciento de sus ventas al exterior. En el comercio exterior brasileño, la Argentina representa el 7,7 por ciento. Ahí está una de las claves de un fenómeno que los diplomáticos califican en su jerga como “asimetrías”.
“Nuestro objetivo es equilibrar esas asimetrías”, dijo el embajador en Brasil, Juan Pablo Lohlé, poco después de la llegada de Kirchner a Brasilia, anoche, antes de la cena.
El problema es que una de las asimetrías es una relación entre el volumen del Producto Bruto Interno que es de tres a cuatro a uno en favor de Brasil.
La otra asimetría obvia es el mercado: 180 millones de habitantes en Brasil contra 37 millones en la Argentina.
“Somos conscientes de que en cada negociación se van gastando oportunidades, pero el Presidente suele decir que hay que tomar el toro por las astas y ver cómo se avanza”, dijo uno de los funcionarios de la comitiva, que como el resto pidió reserva de identidad.
“Una mala relación con Brasil no es un problema menor para la Argentina”, dijo.
–¿La presunta hegemonía es una preocupación argentina? –fue una de las preguntas.
–No está en el radio de nuestras preocupaciones –fue la respuesta.
La contestación tiene una parte sorprendente. En los últimos diez días la Cancillería argentina escaló los problemas de la relación bilateral.
Una parte de las críticas fue la falta de respuesta de Brasilia a la demanda de mecanismos de compensación comercial e industrial para los sectores que integran ese 4 por ciento de conflictos.
El otro capítulo consistió en cuestionamientos a un presunto hegemonismo de Brasil, que estaría dado por la insistencia de Brasilia en pedir un lugar propio en el Consejo de Seguridad y la constitución el año pasado de la Confederación Sudamericana, una construcción que se superpone parcialmente al Mercosur.
Que el segundo punto no sea un problema en la percepción argentina es toda una novedad.
Puede significar que la administración Kirchner da por terminados diez días de protestas formales e informales, de mensajes que debían llegar a Brasil, que hubo una sobreactuación de la Cancillería o ambas asimetrías a la vez.
El tema del Consejo de Seguridad es simbólicamente importante para Itamaraty, el Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño, pero una democratización verdadera no aparece como un horizonte probable al menos acorto plazo en un mundo tan unilateralizado en torno de Washington como el actual.
“No es sólo la relación entre Brasil y la Argentina”, dijo un funcionario. “Es difícil imaginar a China permitiendo que Japón entre como miembro permanente. O que Pakistán no haga lobby contra la India. O que México, y no sólo la Argentina, acepte a Brasil como miembro permanente”, fue el análisis.
La posición argentina sobre el tema es ésta: “Hoy por hoy, no hacemos nada en favor de un puesto brasileño en el Consejo”.
“Brasil viene de no lograr la presidencia de la Organización Mundial de Comercio para su candidato Seixas Correa, de modo que su registro último de movimientos internacionales no es exitoso”, completó otro miembro de la delegación.
Pero varios de los consultados insistieron en que no era ajustado a la realidad tener una percepción alarmista de las relaciones con Brasil. “Todas las negociaciones son así, y tienen momentos de alza y momentos de baja”, fue una de las evaluaciones.
Durante el vuelo de ayer, de poco más de tres horas hacia Brasilia, el Presidente se encerró durante casi todo el viaje solo con el ministro de Economía, Roberto Lavagna, y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. El resto de los funcionarios aseguró que la conversación no trascendió ni a ellos.
Una especulación es que analizaron la marcha de la deuda y el canje. La otra, que no se contradice con la primera, es que buscaron una fórmula superadora del plan de salvaguardas especiales que Lavagna presentó a Brasil en septiembre del año pasado.
Los brasileños no dieron ninguna respuesta, y el canciller Rafael Bielsa, que aparece como el más duro con Brasilia dentro del gobierno argentino, apuró públicamente a su colega Celso Amorim a resolver el pedido.
El Gobierno no aparece tan preocupado con el balance comercial que hoy favorece levemente a Brasil. “Estamos importando bienes de capital, no basura”, es la impresión.
La Argentina se queja en cambio de que Brasil da incentivos fiscales para las inversiones que ponen al país en baja.
El inconveniente es que el régimen de inversiones de Brasil es federal, y que no sólo el Estado central “roba” inversiones a los vecinos. El “robo” también sucede entre Estados.
Brasil suele esgrimir otro argumento. Dice que la Argentina también tiene incentivos de inversión en el hecho de mantener la paridad entre peso y dólar de tres a uno, cuando Brasilia la redujo. Sería más competitivo hoy exportar desde la Argentina y no desde Brasil.
La comitiva de Kirchner quiere reforzar el paquete de propuestas institucionales. Habla de avanzar en la moneda común, de coordinar políticas macroeconómicas, de terminar realmente en el 2006 la planificación de un Parlamento y de dotar de mayor organicidad al Mercosur, que integran también Paraguay y Uruguay.
La visión argentina es que Brasil quiere una relación más bien laxa, que le convendría a su situación de país más poderoso dentro de la alianza. La ecuación diría que cuantas menos normas, mejor.
La percepción se completa con un cuadro de situación que quedaría formado así:
- El mayor defensor de los industriales brasileños es el ministro Roberto Furlan.
- El ministro de Hacienda, Antonio Palocci, sería más permeable a los pedidos argentinos en buena medida porque su tejido principal de relaciones es con el sector financiero.
- El jefe de la Casa Civil (un poder equivalente al de un jefe de Gabinete en la Argentina), José Dirceu, y el asesor internacional de Lula, Marco Aurelio García, insisten en privilegiar el vínculo político con la Argentina incluso si hay resistencia entre los industriales de San Pablo.
Obligados a ponerse por un momento del otro lado, los argentinos imaginan que Brasil obtendría dos ventajas en mejorar su sociedad con la Argentina. La primera sería externa. Según la óptica oficial, Brasil necesitaría exhibir una buena relación con su principal vecino para disipar el clima de hegemonía y gigantismo en el resto de Sudamérica. Ese mejoramiento no sólo sería cosmético. Sin una base en Sudamérica, y sin la Argentina en esa base, a Brasil le será más difícil convertirse en un gran actor internacional como pretende, sumándose a las potencias intermedias como Rusia, la India o, en un plano regional específico, Sudáfrica, y naturalmente China. Lo dijo Tiao Viana, senador del PT, al recibir a los países árabes. “No somos un país periférico sino un país que busca un peso mundial sobre la base de un criterio multilateral”, afirmó. Al mismo tiempo, cuando habló de la Comunidad Sudamericana de Naciones, al único país que nombró específicamente fue a la Argentina. El discurso, pronunciado ayer en el Senado, añadió el dato de que las exportaciones brasileñas al mundo árabe crecieron un 16 por ciento. Ayer mismo la información oficial brasileña indicó que, mes contra mes, las exportaciones crecieron un 30 por ciento consideradas para todos los destinos. “Queremos cada vez más respetabilidad política y más respetabilidad económica internacional”, dijo Viana.
La segunda ventaja sería interna, y se liga al análisis del senador. El razonamiento sería que hoy Lula necesita victorias en el frente externo como ayuda adicional para superar un cuadro interno complejo, marcado por la pérdida de la presidencia de las dos cámaras que siguió a la derrota del Partido de los Trabajadores en San Pablo y la necesidad de no dejar ningún flanco abierto para la reelección que busca en el 2006.
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