EL PAíS
› ENCUENTRO RESERVADO ENTRE HUGO MOYANO Y KIRCHNER
Las preocupaciones de la CGT
En una reunión fuera de agenda, el Presidente recibió el viernes al camionero. Moyano le transmitió su preocupación por la relación con Duhalde. También hablaron de candidaturas.
› Por Diego Schurman
No figuraba en la agenda oficial. Tampoco en el listado de audiencias públicas. No estaba en los planes de nadie. Salvo, claro, en el de ellos dos. Por eso, sin testigos a la vista, solos, muy solos en la mañana del viernes, Néstor Kirchner y Hugo Moyano se encontraron en la Casa Rosada. Menos de fútbol, un tema que comprensiblemente los separa, por ser uno fanático de Racing y el otro de Independiente, hablaron de todo. Y en especial de cómo motorizar el apoyo de la CGT al Gobierno para los próximos comicios de octubre.
En los pasillos del poder señalaron que el dirigente camionero llegó ceñido con “un jean y una camisa Polo”, un atuendo que se ha transformado en su ropa de fajina. Kirchner lo esperó en su despacho, vestido de traje. Para el tiempo que duró el encuentro reservado –aproximadamente entre las 9.30 y 11 de la mañana– la agenda oficial preveía otras actividades, como por ejemplo una reunión con el intendente de Ituzaingó, Alberto Descalzo.
Pero Moyano estuvo allí, frente al Presidente, para desplegar una retahíla de temas que hace rato lo tienen preocupado. Los políticos partidarios, al parecer, ocuparon gran parte de la conversación. Existe cierto temor en la CGT de que la alianza con Eduardo Duhalde se descomponga, lo que indefectiblemente tendrá su coletazo en los gremios.
En ese sentido, los muchachos prefieren a que se consolide un esquema a la vieja usanza peronista. Esto es, que se mantenga un único líder que garantice una estructura vertical. Les sacaría del medio el problema de saber a quién responder. Con una ruptura –y una conducción bicéfala– muchos dirigentes quedarían atrapados en una difícil opción, como es la de soltarle la mano a Duhalde o a Kirchner.
A la vez, esa disyuntiva le sirve al sindicalismo, vía las 62 Organizaciones, para reclamar lugares en las listas de candidatos a diputados y senadores. Aquel anhelo de acaparar el 33 por ciento de la grilla parece atemporal. Pero seguramente una CGT donde el poder hegemónico lo ostenta el sector de transporte sabrá utilizar la demanda como elemento de presión o moneda de cambio.
Kirchner no es muy partidario de revelar estos encuentros. Sabe que generan cierta irritación, no sólo fuera del mundo sindical, sino también en su propio seno. En especial en la CTA de Víctor De Gennaro, con quien después de una etapa de buen diálogo entró indefectiblemente en crisis.
Amén de otorgar legitimidad a los reclamos, el Gobierno cree que hay conexión directa entre la decisión oficial de negarle la personería gremial a la CTA y la protesta fogoneada por sectores que la integran. En ese sentido, a Kirchner le resulta más sencillo encolumnar a la ortodoxia sindical peronista de la CGT.
La comunión preelectoral es un clásico. Con el argumento de la corrida inflacionaria bajo el brazo, Kirchner le pidió prudencia a Moyano y éste congeló las reuniones con la UIA en las que se alentaba un reclamo conjunto de mejora salarial. Se pincharon aquellos pedidos de puesta en marcha del Consejo del Salario, la Producción y el Empleo, el ámbito donde debe debatirse el alza del salario mínimo.
Pero el guiño sindical al Gobierno no fue pasivo. Moyano –confeso aspirante a concentrar en su manos todo el poder de la CGT que hoy comparte con José Luis Lingeri y Susana Rueda– apareció de cuerpo presente durante el acto de lanzamiento de campaña de Cristina Kirchner, en Obras Sanitarias. El camionero no ostenta ningún cargo en el PJ de Capital, cuya nueva conducción fue presentada en ese mítin.
El grado de adaptación de los viejos caciques al poder es notorio. Con Moyano se mostraron dirigentes que supieron rendir pleitesías al menemismo, como el propio Lingeri, Andrés Rodríguez y Armando Cavalieri. Este último fue el de menos pruritos a la hora de admitir que apoyaría la candidatura de Cristina. De ese tema también se habló en la Rosada.