EL PAíS
“Que se quede adentro, que lo cuiden porque tiene la obligación de hablar”
Con más calma que el viernes, los familiares de Cromañón realizaron una misa y marcharon en repudio del fallo judicial. Coinciden en que Chabán quede adentro, pero sostienen que no es el único responsable de los hechos.
“¡Justicia! ¡Queremos justicia!” El reclamo se repitió una y otra vez. La lluvia insistió en pegar con fuerza contra el santuario que recuerda a los 193 muertos en el incendio de Cromañón, pero no logró silenciar la voz de familiares y amigos que ayer organizaron una misa en el lugar de la tragedia para repudiar el fallo de excarcelación de Omar Chabán. La decisión que tomó su abogado, Pedro D’Attoli, de no pagar la fianza por temor a las consecuencias que podría generar la liberación del empresario no pudo calmar el dolor y la bronca. “Es mejor que se quede adentro, que no corra ningún riesgo porque necesitamos que hable. Necesitamos que asuma su responsabilidad. Pero para eso la Justicia tiene que cambiar”, comentó Leyla mientras intentaba sostener, tiritando de frío, la foto de su hermano Juan, que murió durante la tragedia.
Alrededor de unas 600 personas fueron las que se dieron cita en Once, en una convocatoria que tuvo que luchar contra el mal tiempo. El frío y la intensa llovizna lograron amainar la concurrencia, pero no pudieron bajar el tenor de los reclamos. Al igual que en la marcha del sábado, la consigna se orientó contra el fallo de la Cámara del Crimen que el viernes aceptó el pedido de excarcelación presentado por la defensa de Chabán. “Nos vamos a caer diez veces, pero nos vamos a levantar veinte. Es favorable que Chabán se quede tras las rejas. Y que lo cuiden porque tiene la obligación de hablar. Si su vida corre riesgo, es mejor que no salga. Pero acá ése no es el problema. El problema es que tenemos una Justicia que se burla de la memoria de nuestros hijos”, evaluó Arturo Sócaro, señalando la foto de su hijo Alejandro. Atrás de él, varias cabezas asintieron. Instantes después, acompañado también por otros padres, Sócaro no dudó en repudiar la represión del viernes. “Quieren implantar la impunidad a garrotazos”, agregó con un tono vencido, pero sin perder la mirada desafiante.
Esta vez no hubo banderas de agrupaciones ni movimientos sociales. Sólo se pudieron ver las fotos de las víctimas con las que los familiares enfrentaban la cortina de agua. La jornada arrancó a las 18 con una misa en la que se recordó a los 193 muertos. “No tenemos que vivir con miedo, porque el miedo nos hace vivir hacia adentro, nos divide, nos hace a veces reaccionar con violencia y no alcanzamos nada. No tenemos que tener miedo a que no haya justicia. Tenemos que trabajar de tal manera que podamos alcanzarla”, fueron algunas de las palabras del sacerdote. Luego padres, familiares y amigos se unieron en una corta oración que no pudo escapar de la consigna que ayer los unía: “Tenemos que terminar con la impunidad. Alguien nos tiene que dar una respuesta”. El grito se impuso ante el silencio que ayer, a pesar de la indignación, marcó un encuentro alejado de la violencia desatada el viernes, cuando se hizo público el fallo.
Una hora después, ya caída la noche, marcharon alrededor de la plaza Once para compartir un abrazo simbólico. Como en las otras ocasiones, también se reclamó por los responsables políticos. “Ibarra también tiene que pagar”, fue una de las sentencias dirigidas contra el jefe de gobierno porteño. Las demandas incluyeron a diversos sectores. Incluso llegaron a los medios de comunicación. “¿Por qué hace tanto que no venían?”, le preguntó una madre a un sorprendido camarógrafo tras exigir el compromiso de toda la sociedad en medio de lágrimas que rozaban los límites de las desesperación. Con esta intención, los familiares repitieron la convocatoria a un bocinazo para hoy a las 12.30, que acompañe la marcha a Tribunales. Allí se presentará el pedido de per saltum planteado por el abogado Iglesias (ver nota aparte).
“Los padres están unidos más que nunca. Nosotros vamos a seguir el camino de la Justicia. Ya no tenemos otra cosa en qué creer”, expresó con voz firme Nora Méndez. Su hija Cecilia, de 25 años, también murió el 30 de diciembre. Ella, al igual que muchos de los familiares congregados ayer, insistió en no perder la confianza y seguir luchando. Ese fue el mensaje que, pese a todo, logró instalarse en el pequeño santuario blanco donde el rostro de las víctimas permanece vivo en los cientos de mensajes allí dejados en reclamo de justicia.
Informe: Carolina Keve.
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