EL PAíS
› POLEMICA CON BIELSA, CASULLO Y GONZALEZ
Del conflicto al entusiasmo
“La transformación requiere conflicto. Cuando la política es confortable es conservadora. Si queremos cambiar las cosas tenemos que aprender a convivir con la molestia y la incomodidad”, reflexionó Rafael Bielsa. Fue ayer, en el cierre de un seminario sobre gobernabilidad, que se convirtió en un debate entre intelectuales y funcionarios sobre el gobierno de Néstor Kirchner.
Organizado por las fundaciones Epoca y Acción para la Comunidad, el panel arrancó con Eduardo Sigal, subsecretario de Integración Económica de la Cancillería, y una crítica de la izquierda no kirchnerista. “Esas expresiones no tienen por qué adherir al proyecto del Presidente, pero al menos pueden mantener un diálogo inteligente con el Gobierno. Si no, caemos en la izquierda testimonial, que se queda en la pureza de la observación y no en el compromiso de gobernar.”
Director de la maestría de Comunicación y Cultura Política de la UBA, Nicolás Casullo recordó que Kirchner llegó al poder a pesar de que “no era el candidato que pretendían los sectores dominantes, ni siquiera los sectores dominantes del peronismo”. A pesar de ello –sostuvo Casullo–, el Presidente logró recomponer el campo político de modo tal que un sector de la sociedad comenzó a identificarse en el peronismo. “Y eso que la sociedad no tenía en mente que después de la violencia de los ’70, de Herminio y de Menem, volviera a gobernar el peronismo.” Y concluyó: “Kirchner aparece a la izquierda del progresismo rosa de Latinoamérica, ese progresismo que le pone límites a Lula, que festeja a Lagos y que encarnó el Frepaso.”
Luego de la intervención de Alejandro Otero, el secretario de Rentas de la Ciudad que basó su discurso en los temas económicos, intervino Horacio González”. “Este es un gobierno que apela al entusiasmo. Se ve en los discursos, en el modo en que el Presidente termina sus fraseos. Hay un llamado al entusiasmo, y realizaciones que lo apoyan”, sostuvo el subdirector de la Biblioteca Nacional. De todos modos, González no cree que se trate de una época caracterizada por la pasión política. “¿Qué se puede hacer para recuperarla? No se trata de apelar a doctrinas congeladas, ni de buscar el entusiasmo del tecnócrata: el desarrollismo generaba entusiasmo, pero nadie sale a la calle porque aumente la demanda de petróleo. El entusiasmo, esa vieja palabra griega que invoca a los dioses, es la tensión entre las fuerzas técnicas que oprimen al mundo y la lucha para cambiar los límites.”
“Quizás es posible que éste no sea un momento de entusiasmo, de amor y pasión, sino de acompañamiento”, dijo Bielsa. “El problema de la Argentina no es de pensamiento sino de gestión. La Argentina está sobrepensada y subejecutada. Muchas veces se le critica al Gobierno que no tiene un plan. En el supermercado de la política hay miles de planes: el problema es llevarlos adelante en un mundo complejo”, opinó.