La noticia corrió ayer como reguero de pólvora entre los ibarristas: la senadora Vilma Ibarra se integrará al Partido de la Victoria para armar la pata no peronista del kirchnerismo. Dicho de modo más directo eso significaba que abandonaría el espacio que conduce su hermano y jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, para sumarse a la fuerza fundada por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. En medio del revuelo, desde su despacho en el Senado salieron a aclarar la situación y explicaron que “va seguir como toda la vida con Aníbal, pero ayudará a construir el Partido de la Victoria, que es el que acompaña el proyecto kir-chnerista”.
La información sobre la incorporación de Vilma Ibarra al partido kirchnerista porteño impactó en el ibarrismo más que nada por su simbolismo. La senadora no es una más en el ibarrismo, sino la hermana del jefe de Gobierno, quien de más está decir que no atraviesa su mejor momento. Además, se dijo que de la partida sería también otro ibarrista de siempre: el actual secretario de Infraestructura de la ciudad, Roberto Feletti.
En el entorno de la senadora, relativizaron la cuestión con el propósito de calmar los ánimos. Después de recordar que “siempre creyó que debíamos ser nosotros quienes armáramos un espacio de centroizquierda para darle sustento al kirchnerismo en la ciudad”, dijeron que con ese objetivo “va a ayudar ahora a construir el Partido de la Victoria”. Aclararon, de todos modos, que no piensa desafiliarse del Frente Grande: “No sólo no se va, sino que se propone ampliar la base de sustento de Aníbal para afianzar su gobernabilidad.”
Cierto es que Vilma Ibarra viene bregando desde hace largo tiempo por profundizar los acuerdos políticos con el kirchnerismo, pero hasta ahora su prédica no surtió efecto: el jefe de Gobierno si bien mantiene su acuerdo con Néstor Kirchner, no ha abierto las puertas de su administración al kirchnerismo en la medida en que a los seguidores porteños del Presidente les gustaría.