Dom 22.05.2005

EL PAíS  › ALEIDA GUEVARA, HIJA DEL CHE,
DE VISITA EN ARGENTINA

“El pueblo cubano tiene con ustedes una relación especial”

Vino a presentar su libro de conversaciones con Hugo Chávez, en una escala en viaje a Australia. Médica pediatra, “sobrina” de Fidel, habló de América latina, de la mejor situación en Cuba, del FMI y de su curiosidad sobre la tierra de la que tanto le habló “mi papá”.

› Por Eduardo Tagliaferro

Viajera incansable, en esta ocasión Buenos Aires fue un destino de paso en la ruta que la lleva desde Cuba a Australia. Allí presentará un libro con una larga entrevista al presidente venezolano Hugo Chávez. Se le dibuja una sonrisa de orgullo cada vez que repite: “Mi papá lo dijo”. Así como no oculta su amor por la Argentina, es cautelosa y diplomática cuando se le pide una opinión sobre el gobierno de Néstor Kirchner. “Si con el presidente Kirchner hay mejoras para la Argentina, los cubanos estaremos felices y contentos. Si con Kirchner hay mayor unión latinoamericana, estaremos felices y contentos”, responde. La medicina, sus recorridas por América latina, la presión del Fondo Monetario y la agresividad de George Bush son algunas de sus preocupaciones. Desde un retrato, la acompaña la mirada de su padre, el Che Guevara. Su hija mayor, Aleida, habla con Página/12 y no teme que sus opiniones sean tildadas de “románticas”. Con entusiasmo habla de las “mejoras económicas” que comienza a palpar en su país después de más de cuarenta años de bloqueo norteamericano.
–¿Por qué escribió un libro de entrevista a Hugo Chávez?
–Cuando yo fui a Venezuela, una compañera me dijo: “Espera que conozcas a mi presidente”. Yo la miré como diciendo: un indio más, un indio menos, cuál será la diferencia. Pero ella tenía razón. Chávez es un hombre que sabe cultivar la amistad, sabe querer y hacerse querer. Es una persona con la que puedes hablar de tú a tú sin problemas. Yo no soy periodista, soy médica y además pediatra. Fue una experiencia hermosa que ahora quiero repetir con otros temas. Me gustó su claridad, su hombría, su valentía. Terminé un poco enamorada del personaje. Alguien que es capaz de acordarse de su abuela con sentimiento. Con tal sentimiento que yo le dediqué el libro a la abuela Rosa, “porque su nieto la sigue amando”.
–¿Chávez es más fácil de entrevistar que Fidel?
–(Lanza una larga carcajada.) No sé. Para Fidel hay temas más personales de los que no habla. Chávez es más espontáneo. Estamos hablando de diferentes edades y distintos momentos históricos. Son dos hombres diferentes con vidas distintas. Fidel es un hombre muy inteligente, brillante. Cuando le mandé el libro de Chávez le dije: no te gustaría que yo te entrevistara a ti. A mí me gustaría enterarme de muchas cosas por boca de mi tío. A Fidel yo le digo tío.
–¿Qué conocen y qué opinan los cubanos de la Argentina y de su gobierno?
–El pueblo cubano tiene con la Argentina una relación muy especial. De aquí sale el Che Guevara. Más que el peso de la cuestión latinoamericana y martiana, para los cubanos, la Argentina tiene una especial consideración, ya que de aquí salió el Che. Esa es una garantía de que siempre habrá respeto extraordinario hacia ustedes y una buena acogida. En general, los cubanos tenemos buena información sobre América latina, sabemos de sus problemas y enfrentamientos. Pero también somos respetuosos, no basta con saber, hay que vivir algunas cosas, por eso somos discretos y cuidadosos a la hora de dar una opinión. Por ello decimos que estamos a favor del pueblo y lo que él decida. Si con el presidente Kirchner hay mejorías para la Argentina, nosotros estaremos felices y contentos. Si con Kirchner hay mayor unión latinoamericana, estaremos felices y contentos. Acuérdate que en La Habana hay mucha gente que dice que es el lugar del que nace el tango. No se baila con la misma posibilidad que aquí, pero en La Habana se toca y canta tango. Todavía se ven las viejas películas de actores argentinos. No importa que sean procubanos, ni nada por el estilo.
–Los tres iconos argentinos son Gardel, el Che y Maradona. Los cubanos están cerca de los tres.
–Mira, ves. Hay una relación estrecha entre nuestros pueblos. Esto hay que profundizarlo desde los gobiernos. Hay que crear algo más desde lo institucional. Para Cuba sería muy bueno poder ayudar en temas como la salud, la educación y el deporte. También recibir ayuda. Conocer los métodos que tienen para cultivar la tierra, para criar ganado vacuno, que nosotros prácticamente no tenemos.
–¿Qué ve en los argentinos?
–Veo poco por ahora. Quiero conocer más sobre las Madres de Plaza de Mayo, sobre los piqueteros, sobre las cooperativas en las fábricas. Quiero conocer qué piensa el pueblo. Me falta mucho para conocerlos. Siempre Argentina ha tenido fama de que son muy europeos, pero eso puede ser un preconcepto. Nunca vi bailar el tango con tanto sentimiento como aquí. Quiero conocer mucho más, las montañas del norte, los lagos del sur, que mi papá describió como “una belleza hecha realidad”.
–Usted recorre con frecuencia el continente. ¿Cómo lo ve?
–Estamos viviendo un momento muy bueno, pero hay que aprovecharlo. Hay momentos de efervescencia popular, pero si no hay unidad se pierde la fuerza y nos terminan ganando con las divisiones internas y las cuestiones personales. Pienso que América latina está en un momento decisivo de su historia, tal vez sea hoy el momento en que podamos decir basta y comenzar a andar. Solemos olvidar dos palabras que son muy importantes: solidaridad y respeto. Los que nos consideramos de izquierda tenemos que ir a nuestras raíces: el pueblo. Eso lleva trabajo y sacrificio, hay que estar dispuesto a aceptarlo.
–Tendrá que coincidir en que no son pocos los dirigentes que acceden al gobierno con promesas de cambio y terminan enredados en el modelo.
–El problema está también en que todos nuestros países no pueden seguir dependiendo del Fondo Monetario Internacional. Nunca tendremos posibilidad de ser dueños de lo que producimos si seguimos dependiendo del FMI. La mayor riqueza de nuestros pueblos se va al exterior. Necesitamos dinero para poder tener una educación gratuita, una salud gratuita, construir viviendas y dar alimentos a nuestros hombres y mujeres. Ese dinero sólo lo podemos obtener con nuestro trabajo. Pero si el fruto de ese trabajo se va al exterior como una ganancia más, perdemos todos. Hay que conquistar lo que queremos. Los únicos que podemos hacerlo somos nosotros, los hombres pensantes.
–¿Se puede esperar que las políticas educativas que se implementan en América latina creen hombres pensantes?
–Veo problemático, muy conflictivo, el actual cuadro de la educación en nuestros países. Por ser mezcla de nacionalidades, América latina tiene que tener mucho cuidado con la educación. Venezuela logró que en cada localidad en la que hay población autóctona se dicte el idioma nativo junto con el español. Cuando uno sabe quién es y de dónde viene, entonces se puede ser internacionalista. Nadie te va a confundir si sabes quién eres y adónde quieres llegar, pero para eso hace falta cultura, hace falta saber para que nadie te manipule, ni engañe. Mucha gente humilde sueña con ver a sus hijos convertidos en abogados o médicos, pero no porque así serán más útiles a su pueblo sino como forma personal de salir de la situación que están viviendo. Lo que quieren es garantizar su pasar económico.
–Lo que a principios del siglo XX, en un obra de teatro, Florencio Sánchez tituló M’hijo el dotor.
–Es típico de nuestros países, aún hoy sigue ocurriendo. Esto tenemos que superarlo. Entiendo que todos quieren vivir mejor, pero no vale la pena que tú vivas mejor si los que están a tu alrededor no viven mejor. Decía mi papá que hacían falta médicos revolucionarios, pero para que esto ocurriera hacían falta revoluciones. Es difícil abstraerse de su medio. Hay gente que piensa la medicina como un negocio. Pasa esto en Cuba también. Hay quienes piensan en irse para hacer negocios con sus conocimientos médicos. Pero qué precio le pones a la vida de un hijo. La medicina es una necesidad y como tal el pueblo debe recibirla.
–¿Cómo sobrellevan tantos años de bloqueo económico?
–Estamos palpando algunas mejoras económicas. Se aumentaron los salarios de los retirados, se están mejorando los hospitales. La gente dice: he resistido durante años este bloqueo, pero ahora estoy viendo los beneficios. Nosotros no nos plantamos a Estados Unidos por voluntarismo, sino porque tenemos la razón. Sabemos que nuestra sociedad no es perfecta, ni mucho menos, pero es lo mejor que conocemos. Es lindo vivir, pero cuando tienes un pan para llevarte a la boca, cuando tienes un trabajo asegurado, cuando tienes un techo, cuando sabes que tus hijos no tienen que jugarse la vida en un colegio violento, porque eso no existe.
–Tan apasionante como peligroso habrá sido vivir cerca de Roma en los días de la caída del Imperio. ¿Estando tan cerca de los Estados Unidos sienten ese peligro?
–Vale la pena ese peligro porque es el final de un imperio. A partir de allí existe la posibilidad de hacer algo bueno para la humanidad. Cierto es que Bush puede convertir a Cuba en una nueva Irak, pero vale la pena enfrentar ese riesgo. Se convertiría en realidad aquella frase del Che Guevara: “Crear uno, dos, tres, muchos Vietnam”. Es Estados Unidos el que está creando muchos Vietnam y eso es el final del imperio, es demasiado lo que quieren abarcar.

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