EL PAíS
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Sólo preguntas
Por Eduardo Aliverti
Los días de la política argentina parecen haberse convertido en una perfecta trampa cazabobos.
La campaña electoral terminó de arrancar con una virulencia verborrágica donde descubrir alguna idea de fondo es imposible. Derecha de almanaque, Roca neofascista, gorda, guarango, foto de carnet, Mussolini, pollerudo, cebador de mate duhaldista, menemista disfrazado, subite las medias, emperador. Ese es el nivel ideológico de la batalla comicial de este país. Podría aducirse que casi nunca fue demasiado distinto porque, después de todo, nunca hubo mucho más que un bipartido peronista-radical que en sus fondos jamás se interesó por un cuestionamiento serio al sistema. Bipartido transformado ahora en peronismo virtualmente hegemónico. Pero, como lo cortés no quita lo valiente, la crítica es igual de válida. ¿Hay muchos bobos que suponen que esta pelea va en serio? ¿O no le interesa a nadie y es cuestión de llenar espacios para disimular que no hay batalla alguna?
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Cromañón: nadie quedará preso hasta el juicio. Está bien por eso de que nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Pero el tema es que sí siguen presos decenas de miles que no se llaman Chabán ni Alsogaray ni Callejeros. De modo que el debate debería ser sobre la existencia de una Justicia de clase inclusiva de famosos y mediáticos, y otra para pobres y juanespérez peligrosos o no pero, siempre, sin los mismos derechos ni jueces presurosos. ¿Por qué hay tantos bobos que no advierten que la polémica debería ser ésa? ¿O es que casi no hay bobo alguno y para que la polémica no sea ésa compran o se prenden en tecnicismos jurídicos?
Hugo Moyano, el gordo, no tiene apoyo de los gordos de la CGT para ser único jefe de la central sindical. Se están matando en público y ganan las portadas de los diarios. Karadagian no hubiera imaginado espectáculo mejor para disfrazar como combates serios una puja de figuración y caja. En esto, cabe imaginar, no hay bobo que pueda caer. ¿O sí?
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Hablando de caer, Blumberg se cayó a 5 mil personas, con suerte, después de haber convocado a más de 100 mil hace apenas un año. Se supondría que la caída es proporcional a la cantidad de bobos avivados de que una tragedia personal, por más inconmensurable que sea, no convierte a nadie en experto en seguridad. Y menos si la seguridad pretendida tiene algunos personajes y negocios detrás. ¿O no? ¿O sólo pasa que Blumberg ya no junta gente por la realidad de una sociedad espasmódica, que se maneja o es manejada por sus humores de circunstancia? Que no dejaría de ser una sociedad con mucho bobo, de todas maneras.
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Aumentó el salario mínimo, pero lo mínimo es la influencia en lo que efectivamente ganan los trabajadores en blanco. En el bolsillo, esos trabajadores no notarán cambios. Ya ganaban lo que se les aumentó, que sólo incide en el medio aguinaldo y los adicionales. ¿Cuántos bobos cazó esta trampa que habla de un aumento que ya se cobraba? Se diría que muchos, a estar por el despliegue periodístico, pero no es muy lógico creer que hay tanto bobo detrás de cómo informan los medios. ¿O sí?
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Los encontronazos entre kirchneristas y duhaldistas, ¿encontrarán algún bobo que crea que es un choque sobre asuntos importantes? Y la alianza entre Macri y López Murphy, ¿a cuántos bobos cazarán capaces de creer que, nada menos que eso y ésos, son la nueva política?
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La prórroga por decenas de años de las licencias de radio y televisión a sus actuales, pasados y eternos permisionarios no es una cosa de bobos. El gobierno cerró trato con muchos de los peores rostros de esos años ’90 que el propio gobierno denuesta en todos sus discursos. ¿A cuántos bobos cazó? Muchos medios, claro, no dijeron una línea de ese decreto presidencial bochornoso. Querría decir que cazó a un montón. Hasta se diría que a una gran mayoría de bobos, ignorantes de esa medida. ¿O en realidad a esta sociedad no le preocupa en manos de quiénes están los medios, y por lo tanto no es tema de bobos sino de desentendidos de la cosa pública? Sin embargo, ¿los desentendidos de la cosa pública no terminan siendo unos terribles bobos funcionales?
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Acerca de cuántos y cuáles bobos caza la trampa, este periodista no tiene la respuesta. En todo caso no cree que haya una contestación única. Y además, a veces corresponde no ensayar respuestas sino, simplemente, tratar de acertar con las preguntas. El firmante se conforma con que los lectores se las hagan a sí mismos, a propósito de cuánto nos cazan, cuánto nos dejamos cazar o cuánto nos importa una cosa o la otra.