EL PAíS
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De fallos y salarios
Por Eduardo Aliverti
Viejas (pero válidas) conclusiones para noticias flamantes. De eso se trata.
La decisión de la Corte, declarando inconstitucionales y nulas las leyes de impunidad consagradas por el gobierno de Alfonsín, está a la cabeza. El fallo es de una ejemplaridad universal y potencia el sentido político del Nunca Más hasta límites que deben hacer sentir orgullosos a los argentinos. Quede claro, empero, que esta Corte es hija de un gobierno que, de cara a la conformación de ese tribunal, es hijo a su vez de diciembre del 2001. Es una Corte que tiene a Zaffaroni y a Argibay, por caso, porque el hartazgo y la protesta populares no resistían ni la permanencia de los supremos ratunos ni su reemplazo por otras ratas de presentación más atildada. Y quede más claro todavía que, a su vez, esta decisión paradigmática sobre las leyes del perdón (como todo lo que pasó, pasa y pasará por los tribunales de la ley burguesa y que permite, empero, seguir respirándoles en la nuca a los más terribles asesinos de la historia argentina) tampoco nació de un repollo. La Corte sentencia así, y los fascistas y la tilinguería fascistoide están que arden, y los militares deben callarse, y ya no hay lugar ni para carapintadas ni para guapos de ferretería, y se reabrirán causas y volverá a desfilar por los estrados la suma de la hijaputez uniformada, porque hubo los incansables, las imprescindibles, los pañuelos blancos, las Abuelas, los militantes, las organizaciones sociales y las individualidades socialmente solitarias que en todos estos años no pararon de no darse por vencidos. No nos engañemos: no fue una lucha colectiva. Fue y es la lucha de quienes por diferentes razones adquieren conciencia política y, por tanto, conciencia de quién es el enemigo. De modo que no es noticia el gracias a quiénes se logra luchar y ganar contra la impunidad. Y por eso parece una película que ya se vio. Porque efectivamente ya la vimos. La vimos con Astiz queriendo que la tierra se lo tragara, cuando los pibes de HIJOS le mostraron su identidad en el juicio donde se lo juzgó y condenó por haber admitido que era la mejor máquina de matar que tenía este país. La vimos con el hijo de Massera detenido porque además de criminal fue tan ladrón como el padre. La vimos cuando parecía que las leyes y decretos de Alfonsín y de la rata ya no dejaban lugar para causa ni condena alguna y los imprescindibles les colaron que robar bebés es imprescriptible. El punto es tomar conciencia política de que ya vimos la película gracias a los que tienen conciencia política. A los que después se comprometen y se hacen cargo y no se cansan jamás, en vez de resolver las cosas llamando a las radios, o puteando desde el comando de un automóvil, o quedándose en la casa, con sentencias de café.
¿Y no es noticia de toda la vida que el gran empresariado advierte que los aumentos de salario disparan la inflación? Volvieron a advertirlo algunos aspirantes a connotados miembros de la ex burguesía nacional. A la par, la Secretaría de Industria ratificó (y estos muchachos no lo desmintieron) que bajó el costo salarial de las empresas. Que, en promedio, los trabajadores les cuestan un 30 por ciento menos que a fines del 2001. Que, más aún, los reclamos sindicales son “mesurados” (dicho en despachos oficiales), porque buena parte de los asalariados está dentro del 40 por ciento de la población que vive por debajo de la línea de pobreza. No hay forma de que esa pobre gente provoque una demanda capaz de desestabilizar las capacidades de la oferta. ¿Qué dicen estos “hombres de negocios”? Que los aumentos deben ser por “productividad”. En los grandes grupos del capital concentrado, el perro se muerde la cola de una manera que solamente puede no registrar un oligofrénico. Los tipos que forman los precios dicen que los precios aumentarán si aumentan los salarios, en la lógica de que a mayor salario habrá mayor presión sobre los precios. Pero resulta que los precios los forman ellos. Que son, en consecuencia, quienes determinan cuánto ceden en su descomunal apropiación del ingreso.O sea que los tipos se quejan de la inflación inventada que van a provocar ellos mismos. ¿Es noticia? En lo estructural, es más bien un dato elemental que no necesita de comunicado ni declaración alguna. Es quiénes reparten la torta que hacen otros. Y ésa también es una película que se vio no una, ni diez, sino mil veces.
Digamos entonces que más que unos días de grandes noticias, incluyendo esa excelente del fallo de la Corte, son días de noticias grandes. Y recordemos que la diferencia entre una definición y otra está dada por lo que verdaderamente es novedad y lo que simplemente es un refrito de los datos y constataciones que, como sociedad, ya deberíamos conocer de memoria (para actuar en consecuencia).