EL PAíS
› LUEGO DEL REPORTAJE DE DUHALDE, KIRCHNER BUSCO DISTENDER
“Yo no intervengo en la interna”
Lo dijo el Presidente cuando le preguntaron sobre la posibilidad de un acuerdo en la provincia. Aunque el acuerdo todavía está lejos, desde ambos sectores hubo gestos de distensión.
› Por Diego Schurman
La intención del Gobierno de bajar los decibeles de la pelea con Eduardo Duhalde apareció ayer en boca del propio Néstor Kirchner. “Yo no intervengo en la interna ni tampoco estoy al frente de la campaña”, aseguró para correrse del foco de conflicto, pese a que fue el propio Presidente quien, desde el mismo momento que pidió plebiscitar su gestión, se puso al mando de la cruzada electoral.
Kirchner habló desde Rosario, en un nuevo aniversario del Día de la Bandera. En la víspera se había retratado con Eduardo Duhalde en Asunción, durante la cumbre del Mercosur, desacreditando a los inquilinos de la Casa Rosada que aseguraban que no había lugar ni para las fotos.
Por ahora son gestos mínimos, pequeños cambios de clima. Hasta Aníbal Fernández fue una seda al referirse a Chiche Duhalde. El ministro del Interior, quien supo descalificar a la mujer en más de una oportunidad, hizo ayer un silencio preventivo. “Yo no tengo que hablar de ella”, dijo.
Está claro que aún no hay acuerdo. Solamente un muestrario de gestos y palabras cargadas de buenas intenciones. Aunque a veces con un nivel de contradicción llamativo. ¿Ejemplos? De parte de Duhalde, fue elocuente su pretendida prescindencia, repitiendo aquello de que es un dirigente en retirada. Se sabe, no le gusta ser él el factor de la discordia.
Sin embargo, delante de los mismos testigos advirtió que si Chiche se convierte finalmente en candidata, la acompañará en cada rincón de la provincia donde haga campaña. Dicho de otro modo, de lo único que parece estar en retirada es del Mercosur, pero –imagina, advierte o amenaza– para volver a la arena bonaerense.
Kirchner también sorprendió con su discurso de ayer en Rosario. Mostrarse ajeno de la interna del PJ y de la campaña, de las que participa hasta con los huesos, parece una broma. Quienes lo siguen, por amor o despecho, lo saben bien. Sobran ejemplos de su contradicción: hace poco se vanaglorió de ser parte de un peronismo “impuro” para tomar distancia del duhaldista Manuel Quindimil y su reivindicación del PJ de los “puros”.
Ni hablar del llamado a plebiscitar su gestión, en un intento de que su buena imagen logre traccionar votos hacia las listas que le responden, sobre todo en aquellos distritos donde el candidato local no logra buen nivel de adhesiones.
Pareciera que tanto Kirchner como Duhalde estuvieran midiéndose cada movimiento. Si cuando el Presidente mandó a decir que no quiere un Pacto de Olivos, su antecesor tomó la idea y la hizo propia públicamente, coincidiendo en que el problema no se resuelve con un acuerdo de cúpula. Es curioso: ¿si no lo solucionan ellos, quién lo hará?
En rigor, lo más difícil parece ser para Kirchner llegar a un acuerdo y evitar mostrarse pactando con quienes no les compraría ni medio auto usado. En cambio, para Duhalde el problema será admitir ante la sociedad que en su propia patria ya no tiene el peso para digitar la lista de candidatos, ya no las nacionales sino ni siquiera las provinciales.
Kirchner quiere dividir el armado de la boleta bonaerense por tercios. Uno para sus candidatos, uno para los de Solá, otro para los de Duhalde. Este no tolera que lo pongan a la misma altura que el gobernador. Y por eso mantiene su principal carta de guerra: la candidatura a senadora de Chiche, a fin de –en caso de no ganar, como aseguran las encuestas– arrancarle votos a Cristina Kirchner.
En el bunker de Solá, quien siguió ayer con su ronda de llamados y seducción a los intendentes, rezan por un fracaso del acuerdo. Es el mejor escenario para que el gobernador desplace al duhaldismo como interlocutor del Gobierno en la provincia. Por eso el felipismo insistía anoche que la solicitada con el apoyo de 62 jefes comunales a Cristina no se levantó sino que simplemente se postergó por problemas “burocráticos”.
En la Casa Rosada, uno de los hombres de mayor confianza del Presidente afirmó a Página/12 que el parate de la solicitada y las palabras de ayer de Kirchner, fueron una clara señal del oficialismo en pos de un entendimiento con Duhalde.