Y, finalmente, se lanzaron. Los apoderados de Acción por la República inscribieron ayer, de manera definitiva, la lista de diputados nacionales encabezada por Domingo Cavallo, seguido por su inseparable mujer, Sonia. Anoche, la Justicia cuestionó su candidatura porque tiene domicilio en Córdoba. Con la decisión, el padre de la convertibilidad y el corralito intenta una última rentrée a la política en un clima que –más allá de la confabulación planetaria en su contra que viene denunciando– no parece demasiado auspicioso.
El abogado Alfredo Castañón, representante legal del partido, fue el encargado de anotar la postulación ante el juzgado de María Romilda Servini de Cubría. Lo hizo ayer, al oficializar la lista de diputados nacionales por la Capital, en un trámite que se complicó por un pequeño detalle: Sonia, a quien Cavallo decidió ubicar detrás suyo, quizá para demostrar que al menos su familia lo acompaña, tiene domicilio en Córdoba.
Como no figura en el padrón porteño, Sonia no está legalmente habilitada para ser candidata. Sin embargo, Castañón presentó un escrito con documentación que demostraría que la mujer de Cavallo vivió sus últimos años en la Capital y que por lo tanto tiene derecho a presentarse. Fue inscripta de manera provisoria, a la espera de una confirmación.
El resto de los lugares se completó con militantes de Acción por la República más o menos desconocidos. Ni Castañón ni el titular del partido, Guillermo Francos, quisieron sumarse a la patriada, por lo que el tercer lugar de la lista quedó para Félix Rolando, especialista en políticas tributarias y ex funcionario de Cavallo en su última gestión, seguido por la experta en cuestiones de la tercera edad María América Alvarez.
En cuanto a la lista de legisladores porteños, la elección aún no fue convocada por Aníbal Ibarra y no tiene fecha de inscripción. Se descuenta, sin embargo, que al frente de la boleta irá Martín Grynblat, referente de la juventud cavallista y principal impulsor de la candidatura del ex ministro.
Pero, más allá de los nombres, lo central es la decisión de Cavallo de volver a la política. Desde su irrupción en la escena nacional en 1982, cuando asumió como titular del Banco Central, el cordobés fue uno de los grandes protagonistas de la realidad argentina. Dos veces diputado, dos veces superministro de Economía, candidato a jefe de Gobierno y a presidente, Cavallo fue el padre del modelo de los ’90 y el capitán del barco que se hundió junto a Fernando de la Rúa en diciembre del 2001.
Ahora, luego de tres años de plácidas clases en Harvard, Cavallo ha decidido dar una última pelea. No será fácil: las encuestas coinciden en que su imagen negativa es enorme –la última medición de Artemio López eleva el rechazo al 83 por ciento–, superior a la de Carlos Menem y Fernando de la Rúa.
Pero a él, parece, no le preocupa. Según explican sus íntimos, su objetivo no es discutir con el Gobierno, buscar un lugar en la oposición o reconstruir su partido, sino aprovechar la vidriera de la campaña porteña para explicarle a la sociedad sus últimas medidas económicas. “El cree que si le dan la oportunidad va a poder explica qué hizo y por qué. Y que entonces le van a volver a creer”, asegura uno de sus íntimos.