EL PAíS
› LAS FUERZAS DE KIRCHNER Y DUHALDE OCUPAN SU LUGAR PARA EL COMBATE
Plan de batalla
› Por Sergio Moreno
Echaron los guantes, comienza el duelo. Y, según supo escribir Karl Von Clausewitz, el duelo es la esencia de la guerra. Ayer, tras la figura de Hilda “Chiche” Duhalde, desde la quinta de San Vicente, las huestes del ex presidente levantaron sus estandartes. “Ahora se vienen dos campañas”, como especuló ante este diario un alto estratega de la Casa Rosada, y una seguidilla de acciones que tendrán un in crescendo. Desde el ala del Presidente habrá un paréntesis: este martes, Cristina Fernández partirá hacia Los Angeles, EE.UU., para participar de un seminario y realizar actividades vinculadas con los derechos humanos. En el Gobierno hay quien especula que, a medida que se acerque octubre –para lo que parece faltar una eternidad– crecerán las chances de que el duhaldismo baje sus banderas. “Es que si comienzan a caerse, si los números se les fuesen en picada, no creo que lleguen al final para salir terceros”, comentó otro integrante del elenco oficial a Página/12. “Se van a llevar una sorpresa; no vamos a bajar del 20 por ciento de los votos”, se alentaba un centurión duhaldista ayer, luego del lanzamiento, ante este diario.
Con el acto en San Vicente (ver aparte), ambos ejércitos delimitaron su territorio. La mise en scène del duhaldismo ya generó reacciones. Uno de los principales ejecutores del Presidente catalogó como “pobre” la puesta duhaldista y, a su principal expositora, la candidata a senadora Chiche, como una “maestra de escuela”. “La verdad es que si uno compara ambos discursos –el de Chiche y el de CFK– salta a la vista la falta de contenido del discurso del duhaldismo. Y allí donde hay contenido, es nefasto: por ejemplo esa idea reaccionaria de dejar atrás al pasado y mirar hacia el futuro para criticar la política de derechos humanos de este gobierno”, dijo la fuente.
En el Gobierno están exultantes con el cierre que –valga la paradoja– le dieron al comienzo de las hostilidades: la conformación de las listas bonaerenses, el acto en el Teatro Argentino, la reacción social que dicen estar recibiendo. Y, además, lo que –sostienen– es el desánimo que cunde tras las líneas adversarias. Ese ánimo se derramó en la mesa principal de la cena que brindó el gobernador Felipe Solá (acompañado por su novia) en la residencia del gobernador, después del acto del jueves en el Teatro Argentino de La Plata. En la mesa principal, además de la pareja anfitriona, estaban el Presidente y CFK, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, los candidatos a senador, José Pampuro y a diputado nacional, Alberto Balestrini. En la otra mesa estaban los gobernadores y otros candidatos. Mucha distensión, muchos chistes en la sobremesa.
“Nosotros hicimos un acto prolijo donde mostramos que el peronismo, el poder y la gobernabilidad están de este lado”, reflexionaba uno de los ingenieros electorales del Presidente. Otro abundaba: “Las listas demuestran claramente la vocación de cambio que traemos. Justamente eso fue el punto de la discordia en la negociación con Duhalde: las listas debían ser un espejo de esa vocación de cambio; Duhalde quería que en las listas se refleje que él seguía estando, que nada cambiaba. Ahí se rompió todo”.
Kirchner fue tempranamente consciente de los riesgos implícitos de lo que se dio en llamar “el aparato duhaldista”, una miríada de intendentes del conurbano, legisladores distritales, comarcales y nacionales que tributaban a una forma caudillesca de ejercicio del poder. “Este aparato jaqueó a Alfonsín, acotó a Menem, tumbó a De la Rúa y a Rodríguez Saá. Si quiero gobernar, hay que quebrarlo”, reflexionó Kirchner. Ahora está dado a esa faena. Para ver el resultado falta mucho por andar.
La fórmula
La designación del ministro de Defensa, José Pampuro, como acompañante de CFK en la boleta mayor fue una elección muy pensada. “Además de haber hecho un buen trabajo, (Pampuro) viene del duhaldismo. Necesitábamos dar el mensaje que no todos son malos, que el que quiere cambiar puede hacerlo y que tendrá lugar”, relataba ante este cronista un principalísimo consejero presidencial.
Kirchner convocó a su ministro de Defensa el miércoles pasado. Estaba con CFK, en su despacho. Momentos más tarde llegó el jefe de Gabinete. Kirchner hizo el ofrecimiento a Pampuro y le pidió: “Te necesito una vez más, necesito que ayudes a Cristina, que la cuides, que la protejas”. Pampuro no se hizo rogar. “Donde me pidas, yo voy”, respondió.
Una de las chances que se barajó como alternativa a Pampuro fue el nombre del designado segundo candidato a diputado nacional y actual vicecanciller, Jorge Taiana. “Es un gran candidato –dicen en la Rosada–, pero junto a Cristina eran muy jotapé”, aclaran, en referencia a la militancia juvenil de ambos dirigentes.
La novedad en la boleta de candidatos al Senado son los suplentes: Graciela Ocaña, titular del PAMI, y el economista Eric Calcagno. Según un funcionario cercano al Presidente, la designación de Ocaña respondió a la necesidad de “darle un lugar, su lugar de pertenencia. Fue más que un gesto”. Ocaña le venía pidiendo a Alberto Fernández, con quien más estrechamente trabaja en el gabinete, un papel de mayor visibilidad y compromiso en la campaña y con el Gobierno. El jefe de Gabinete la propuso, pensando que también era una señal hacia la sociedad: “La incorporación de una dirigente que se había ido del peronismo y que pudo regresar cuando el peronismo se amplió”, suele decir Fernández.
Subibaja
Armados los ejércitos, en la Casa Rosada comenzaron a especular sobre las características de la campaña –que entienden comenzará recién a fines de agosto– y de las escaramuzas previas. Quizá, coligen, el duhaldismo “no llegue”. “Si se caen en las encuestas, no sé si van a terminar compitiendo”, chicanea un ministro nacional y aclara que la salida (que hoy parece imposible) podría producirse el 24 de agosto.
En el Gobierno consiguieron el último sondeo que Ricardo Rouvier terminó de confeccionar para Eduardo Duhalde el jueves pasado. Los números, obtenidos de una muestra de 900 casos, no son buenos para el caudillo: CFK, 42; Chiche, 19; Ricardo López Murphy, 12,8; Luis Brandoni, 8 por ciento; Luis Patti, 5 por ciento; Jorge Rivas, 3; Marta Maffei, 0,6; en blanco, 3 por ciento.
En base a estos datos y las otras encuestas que manejan en Balcarce 50, un integrante del staff presidencial dijo a Página/12 que no sería muy descabellado que, si comienzan a drenar votos, los duhaldistas no terminen la competencia. “Por debajo, los intendentes están muy desanimados. Incluso sus negociadores imaginaban que estaban trabajando para arreglar, creían en otro escenario, no el de una confrontación que los lleva a una derrota segura y pone en duda su propia supervivencia”, contó uno de los armadores electorales de la Rosada.
En las filas del caudillo bonaerense, obviamente, niegan que el estado de ánimo no sea propicio. “Los compañeros están enfervorizados; algunos creen que están dando una batalla por su territorio contra una especie de invasor”, dijo ayer a Página/12 un miembro del ala dura del duhaldismo. Sin embargo, un duhaldista negociador quitó exaltación al análisis. “Es una pavada pensar que vamos a renunciar cuando todavía no comenzamos. Acá se cayeron algunos puentes, pero el último se dinamita el 24 de agosto (día del cierre definitivo de listas y alianzas).”
Un integrante del Gobierno sugirió a este diario que “si deciden dar marcha atrás, el Presidente podría dejar un lugar para alguno de ellos en las listas”. Sin embargo, hay colaboradores de Kirchner que no creen que el duhaldismo vaya a defeccionar antes de dar pelea. “Me parece que ellos se van a derechizar al extremo –acomete un funcionario con despacho en el primer piso de la Rosada–. Harán alianza con Patti, con Rico (a cuya hija ya tienen en la lista), incluso no descarto que terminen ligados con Menem y Rodríguez Saá. Si esto ocurre, al gordo (Ricardo) López Murphy sólo le va a quedar juntar el voto de la derecha gorila.”
En la cena del jueves, Aníbal Fernández, como chanceando ma non troppo, le dijo al Presidente: “Néstor, hablé con Díaz Bancalari. No está bien y me parece que hasta podría bajarse”. Se refería a José María Díaz Bancalari, titular del bloque de diputados nacionales del PJ, presidente del peronismo bonaerense y flamante coequiper de Chiche Duhalde en la boleta de candidatos a senadores nacionales. “¡Qué se va a bajar ése! No me hagás hablar...”, lapidó el Presidente.
La lista
Díaz Bancalari fue víctima de su lealtad. Al Presidente le cumplió desde la jefatura de la bancada todos los pedidos y necesidades del Ejecutivo. Y a Duhalde, se ve, hasta el final. Kirchner, quien supo tenerle aprecio y respeto le mandó un mensaje: “No seas candidato a nada”. Díaz Bancalari respondió que eso no era posible, que si no aceptaba el convite de Duhalde sería visto como un traidor. “Me traicionó a mí”, clausuró el Presidente.
El “Mono” –como le dicen al diputado de San Nicolás– ingresó a una lista que atesora el Presidente en su memoria. Es la de los dirigentes “que decidieron quedarse afuera del proyecto”, suele decir sin anestesia. Allí se alinean, además de Díaz Bancalari, el ministro de Justicia, Horacio Rosatti, y la vicegobernadora santafesina, María Eugenia Bielsa. Ambos se negaron a encabezar la lista de diputados nacionales por su provincia para enfrentar al socialista Hermes Binner. El caso del ministro es un tanto más grave, ya que fue el propio Presidente quien le pidió que aceptara el cargo. El Gobierno encontró finalmente en Agustín Rossi quien lleve sus blasones al campo del honor. “En Santa Fe podemos arrimarnos. Agustín es un buen candidato: es honesto, reconocido en Rosario, incluso ponderado por los propios socialistas. Con él comenzamos a construir un dirigente nuevo para el futuro. Y no le digo nada si llega a ganar”, se daba ánimos un cruzado del Presidente.
Otro dirigente en desgracia es el cordobés Juan Schiaretti. Kirchner deseaba que el actual vicegobernador de Córdoba encabezara la nómina de diputados nacionales. Schiaretti aspira a ser gobernador de la provincia en 2007 y dijo que, si fuese diputado se alejaría demasiado de Córdoba. Rechazó el ofrecimiento. “Ahora va a tener que pelear contra Kirchner para ser gobernador”, especulaba ante Página/12 un experimentado consejero del patagónico.