EL PAíS
Ibarra se prepara para enfrentar
el dictamen de la Legislatura
Aparecieron pintadas con la consigna “Aguante Aníbal” que, dicen en el gobierno porteño, los hacen los militantes. Este regreso se produce antes del dictamen de la comisión Cromañón.
› Por Santiago Rodríguez
Aníbal Ibarra no estará atravesando su mejor momento político, pero tiene quien lo reivindique. “Aguante Aníbal”, dicen las pintadas que en la última semana aparecieron en distintos barrios porteños (ver foto). Son obra de un grupo de militantes ibarristas decidido a rescatar la tarea que viene desarrollando al frente de la ciudad de Buenos Aires, y no desentona con la decisión del propio Ibarra de reinstalar los temas de gestión. En el marco de esa estrategia se inscribe la propaganda oficial sobre las acciones encaradas durante el primer semestre de este año, que lanzó la Jefatura de Gobierno, donde se preparan para enfrentar el dictamen que en poco tiempo más dará a conocer la comisión de la Legislatura que investiga el caso de República Cromañón y que, todo indica, será adverso para Ibarra.
Las pintadas en apoyo de Ibarra son de una factura casi artesanal: sobre un fondo celeste y blanco a modo de bandera argentina, sobresale en negro la leyenda escrita con brocha que dice “Aguante Aníbal”. Desde hace algunos días forman parte del paisaje aledaño a Plaza de Mayo, y están en las paredes de las calles que rodean la zona de las facultades de Medicina y Ciencias Económicas. También se las puede ver en los barrios más alejados del centro de la ciudad.
En la sede de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad atribuyen las pintadas a “sectores de nuestra militancia”. “Son un grupo de cuarenta militantes zonales que sale a pintar todos los fines de semana para mostrar la fuerza territorial del ibarrismo”, explicó a Página/12 un colaborador del jefe de Gobierno. La mayoría de los ibarristas que, pintura y brocha en mano, anda por los barrios porteños, integra las organizaciones sociales que, con las Abuelas de Plaza de Mayo, salieron a manifestar públicamente su respaldo a Ibarra en los días posteriores al incendio de República Cromañón.
La última vez que el ibarrismo salió a la calle fue en busca de las 520 mil firmas necesarias para realizar el referendo de revocatoria de mandato al que convocó Ibarra, con el propósito de reponerse por medio de las urnas al desgaste que le provocó la tragedia del boliche de Once, y que finalmente no pudo concretar. La imposibilidad de relegitimarse por la vía electoral dejó al jefe de Gobierno sujeto a los vaivenes del caso Cromañón, y su situación podría volver a complicarse a partir de la difusión del dictamen de la comisión investigadora de la Legislatura. Los legisladores tenían previsto dar a conocer su informe final a fines de esta semana y, aunque ya se habla de la posibilidad de una prórroga, podrían llegar a recomendar la apertura del juicio político al jefe de Gobierno.
La aparición de las pintadas a favor de Ibarra está en línea con la estrategia que el jefe de Gobierno y sus asesores delinearon en el último mes con el propósito de reinstalar en la opinión pública la agenda de gestión. A las salidas que un par de veces por semana venía realizando Ibarra para visitar alguna obra en marcha o anunciar acciones de gobierno, se sumó la semana pasada la pegatina de afiches en las pantallas publicitarias de la vía pública, en los cuales se pregona lo hecho por la administración porteña en la primera mitad de este año. Eso mismo se promocionó en avisos que el último fin de semana aparecieron publicados en los principales diarios bajo la consigna “La ciudad sigue adelante”.
Como explican sus asesores, el objetivo de Ibarra –quien ayer mismo recibió un sondeo del CEOP que le otorga una imagen positiva del 39 por ciento– es demostrar que “gestionamos siempre” y tiene una connotación política: contrarrestar la idea que, en buena medida, instalaron los kirchneristas como parte del enfriamiento de la relación que los une de que, en lugar de hacer política, debe dedicarse a gestionar.