EL PAíS
Los relevos y la contradicción principal
› Por Mario Wainfeld
Néstor Kirchner, acaso a fuer de setentista, suele obrar teniendo entre ceja y ceja la tesis de la contradicción principal. Cuando algo le parece esencial, suele no hacerse mucho drama por sus costos colaterales o por virtuales dificultades futuras. Por ejemplo, cuando buriló las listas para las elecciones (su obsesión coyuntural) consideró secundario mantener la relativa calma que anida dentro de su gabinete. Sabe que tendrá que hacer nuevas designaciones pero (amante de manejar la iniciativa y la sorpresa) anhela reservarse el “quién” y el “cuándo”. Mas, para su disgusto, la previsible danza de nombres ha echado a rodar. Tres nuevos ministros (Relaciones Exteriores, Defensa, Desarrollo Social) deberán ingresar algún día. Los apellidos que circulan sobre potenciales reemplazantes de Alicia Kirch-
ner y José Pampuro no harían ruido en la campaña. Pero los dos candidatos a los que los corrillos políticos asignan mejores chances para ir a Cancillería –Carlos “Chacho” Alvarez y Roberto Lavagna en ese orden de chances– vaya si meterían bulla.
- Hipótesis Chacho: Hace ya varios días se menciona la posibilidad del regreso de Chacho Alvarez a las ligas mayores, puesto a la cabeza del Palacio San Martín. La versión fue recogida por varios medios, incluido Página/12 que la informó el domingo 10 de julio. Hay buenos motivos que alientan esa posibilidad. A ver:
- El primero es la gran estima que prodigan al ex vicepresidente Kirchner y sus allegados más selectos, Cristina Fernández, Carlos Zannini, Alberto Fernández, sin ir más lejos. El núcleo duro del kirchnerismo ve en quien fuera fundador del Frente Grande y en muchos de sus compañeros como cuadros políticos valiosos, afines, dignos de ser rescatados y sumados “al proyecto”. De hecho hay algunos en la susodicha área de Relaciones Exteriores (Darío Alessandro y Nilda Garré embajadores en Cuba y Venezuela).
- El jefe de Gabinete y el actual ministro del ramo Rafael Bielsa, en diálogos informales con el Presidente, se entusiasmaron con la perspectiva de sumar a Alvarez. Aunque el canciller también cantó loas respecto del embajador en Londres Federico Mirré, cuyo perfil profesional no es el que suele entusiasmar a Kirch-
ner.
- Chacho, que se mostró remiso a anteriores ofertas oficiales, esta vez está dispuesto a aceptar. El jefe de Gabinete lo sondeó y Chacho –aunque Chacho le dijo “preferiría que no me lo ofrecieran para no tener que decidir”– le hizo un guiño favorable. Algunas voces en la Casa Rosada comentan que Kirchner participó del diálogo, otras lo niegan.
Recolocar a Alvarez sería todo un desafío político, de aquellos que Kirchner gusta provocar eventualmente. Significaría un guiño al espacio no justicialista, una señal para quienes temen una “re peronización” (hegemonismo, autoritarismo) del Gobierno. Claro que este beneficio tendría como contrapartida el encono del peronismo realmente existente. Es sencillo intuir qué podría alegar el duhaldismo (que se precia de haberse puesto solo al hombro al país durante la crisis) respecto del vicepresidente que renunció a su cargo. Además, está por verse el juicio de la opinión pública, a la que el Presidente suele tener en cuenta, sobre la actuación de Alvarez durante la Alianza, en especial su salida del gobierno y ulterior retiro de la política.
Varias voces oficiales salieron ayer a desmentir la hipótesis. Alberto y Aníbal Fernández propusieron a la mañana un argumento lleno de sentido común: los cambios deberán esperaral dictado de las urnas y tributar al nuevo escenario. Pero, además, algo más tarde en su periplo por Catamarca el propio Kirchner declaró que nada se ha pensando sobre el futuro canciller (ver asimismo pág. 5). Una desmentida acotada, pero una desmentida al fin.
- Hipótesis Lavagna: Las especulaciones sobre una transición de Roberto Lavagna de Economía al Palacio San Martín son un clásico. Reaparecen, intermitentes y tozudas, cada vez que hay una crisis o aroma de cambios. Es patente que Lavagna capacita para ese menester, entre otras cosas por la experiencia acumulada cuando representó al país en Europa. Además, el titular de Hacienda, que no es afecto a declaraciones estentóreas pero sí a dejar claro qué piensa, no ha propalado señales de desagrado respecto de las respectivas versiones.
El problema, claro, sería sacarlo de su actual puesto, en un momento en el que la mayoría de los indicadores (allende surtidas controversias que suscitan) crecen a placer y paladar del Gobierno.
Por razones bien distintas, Alvarez o Lavagna en Cancillería supondrían un cambio cualitativo, polémico, un nuevo rumbo. Queda por verse si el Presidente está dispuesto, ahora o después de las elecciones, a soplar vientos de fronda. Hacerlo tras las comicios sería, para cualquier opción, menos conmocionante.
- Defensa, tranqui: Sobre el sucesor de Pampuro poco se comenta, aunque siempre hay alguna comidilla. Jaime Garreta, el actual viceministro (que tiene buen rapport con el titular de la cartera y experticia técnica en el área) garantizaría una continuidad sin ripios, aunque su perfil político bajo tal vez no sea el que más le calza a Kirchner.
Otra posibilidad que da vueltas es la de nombrar a una mujer, siendo que la única ministra se debe ir en diciembre. Sería una innovación fuerte respecto de una corporación insignemente machista, como la de las Fuerzas Armadas. Los pros y los contras son notorios, dos caras de la misma moneda: el revulsivo cultural puede ser leído como una innecesaria provocación por los uniformados. En los pasillos se menciona a la senadora mendocina María Cristina Perceval, de excelente relación personal y política con Cristina Fernández de Kirch-
ner. Los cultores de esa versión añaden un dato anecdótico que la robustecería. Marita Perceval integra un autoconvocado grupo de mujeres que trabaja para aportar ideas al disco rígido del Gobierno, en el que también revistan Graciela Ocaña y Patricia Vaca Narvaja. Estas, como es sabido, han sido incorporadas como candidatas oficialistas en Buenos Aires y Córdoba, demostrando que el Gobierno las valora especialmente.
Alguna otra representante de género ronda bocas en los quinchos, amén de Perceval. Los relatos que enaltecen a las damas papabiles se embellecen con un precedente trasandino. Es la imagen de “la” Michelle Bachelet, ministra de Defensa de Chile y candidata a presidente. Comparaciones entusiasmantes, dicen que dicen. O fantasías, vaya usted a saber.
- Desarrollo, tranqui también: El número dos de Alicia Kirchner, Daniel Arroyo, también significaría un cambio “ecológico”. En la Rosada aseguran que la ministra se lo sugirió al Presidente, añadiendo que “Kirchner no se siente obligado por el consejo de nadie, pero a Alicia, a diferencia de otrosministros, la escucha”. Otra posibilidad que barajan los augures de Palacio es suplir a la única ministra por una figura política, afín a la Rosada, si es pingüino mejor. Pero nadie muestra apuro en el edificio sito en 9 de Julio y Belgrano ni avizora que de allí emanen ondas que impacten en la campaña.
- El dueño del sabó: Kirch-
ner, nunca se enfatizará bastante, es un obsesivo en eso de manejar el sabó y ocultar las cartas hasta el instante mismo en que decida jugar. Le quedan, él lo sabe, otros santos para vestir, la Anses por no mencionar sino uno muy grueso. Y es un lugar común dar por hecho que (en dura simetría con los que se van para ser electos) serían contados los días de Horacio Rosatti, quien rehusó mocionarse en su Santa Fe natal.
El Presidente ansía que no se meneen estas cuestiones. Y es verosímil que, desoyendo críticas opositoras, los ministros sigan en sus cargos hasta las elecciones o muy cerca de ellas.
Pero la realidad mete la cola y, es imaginable que (más allá de los deseos presidenciales) en Cancillería (justo ahí) haya que hacer algo antes de los idus de octubre. Es que Bielsa se juega una parada muy brava, que pinta dura y pareja. Competir en pie de paridad con dos presidenciables de la oposición da la traza de ser una tarea full time. Si las encuestas o la sensación térmica porteña sugieren que el paladín oficial va mal, quizá su recambio deba llegar antes. El costo podría ser anticipar una conmoción, si el reemplazante es una figura de primer cartel. Pero Kirchner, devoto de la tesis de la contradicción principal, considera que ésta finca en las urnas. Es bien factible que, puesto en el brete, obrará en consecuencia.