“Veo una Argentina donde los que violaron los derechos humanos son juzgados como corresponde. Los derechos humanos son de hoy, de ayer y de siempre, porque no tienen un atrás ni un después, son algo permanente en una sociedad democrática. No son algo que se pueda dejar atrás”, remarcó ayer el presidente Néstor Kirchner en un acto en Campana, en el que anunció subsidios y obras públicas por 120 millones. Marcó así un nuevo contrapunto con Chiche Duhalde, que pedía “dejar el pasado para los historiadores” y ocuparse de las políticas asistenciales de hoy.
Además de señalar esta diferencia, Kirchner tuvo un contacto al llegar a Campana con los miembros de la Casa de la Memoria de Zárate, que lo recibieron alzando pancartas con los rostros de los desaparecidos. Entre ellos, José Brontes, quien dijo a Página/12: “Gracias a este gobierno se derogaron las leyes de impunidad y podemos recuperar la fe en lo que nuestros compañeros nos legaron”.
Como vienen haciendo desde la semana pasada, acompañaron al presidente los candidatos a senadores por el Frente de la Victoria: la primera dama Cristina Fernández de Kirchner y el ministro de Defensa, José Pampuro. También estuvieron los titulares de Interior, Aníbal Fernández, y de Planificación, Julio De Vido, y el gobernador Felipe Solá. La comitiva fue recibida en el Club Ciudad de Campana por el intendente kirchnerista Jorge Varela, que le agradeció su presencia a la primera dama. “Usted también es bonaerense y sabemos por qué se tuvo que ir”, le dijo. Así respondió a las críticas de Chiche Duhalde, quien sostiene que la primera dama no conoce la provincia, y a la vez aludió a que se marchó a causa de la dictadura.
De lleno en la campaña, Solá presentó a los dos candidatos: “La futura representante en el Senado por esta provincia, Cristina Fernández... punto”, amagó, mientras la senadora le hacía gestos para que parase ahí. “... de Kirchner”, completó el gobernador. “No, no negociamos”, bromeó sobre el reto de la primera dama en su lanzamiento en La Plata por un cartel que decía “Cristina Kirchner”, sin incluir su apellido. “También va a ser senador Pepe Pampuro, porque vamos a ganar las elecciones del 23 de octubre”, disparó Solá, que recibió una ovación del público, compuesto por militantes de la CTA y organizaciones vecinales.
Consideró que “no va más concebir la política como una mansa actividad” de quienes “acompañan sin despeinarse a las corporaciones económicas”. Solá también marcó la diferencia en derechos humanos con los que querían “tirarle tierra encima al pasado”, por el duhaldismo. “¡Que hable Cristina!”, gritaron desde el público, pero no ocurrió. Continuó la estrategia de dejar que Kirchner sea quien “fogonee” la campaña.
“Recibí las llaves de un despacho en una Argentina de aguas bravías, donde la indigencia, el desempleo y las manos caídas eran moneda cotidiana”, aseguró el Presidente, en una otra crítica a Eduardo Duhalde, aunque su discurso se centró principalmente en su gestión. Describió lo que consideró los avances económicos del país y planteó su política de “desendeudar” y de crear trabajo (ver página 13). A la salida del acto, Pampuro, que tiene un estilo de menor confrontación, reconoció: “Es un mensaje a la positiva. Este discurso me gusta más”.
Kirchner volvió a recordar la frase de su esposa en el acto de La Plata: “Como dice Cristina, sintámonos fanáticamente argentinos”. Junto a ella, Kirchner se mezcló entre la gente, recibió besos y alzó a un bebé que no paraba de llorar. Hoy irá a La Matanza, escoltado por el candidato que encabeza la lista de diputados oficialista, el intendente Alberto Balestrini. Allí seguirá la campaña.

Informe: Werner Pertot.