Dom 21.08.2005

EL PAíS

Universidad gratuita

–El ministro de Salud dijo que “hay que discutir el modelo de financiación porque no puede ser que el 60 por ciento de los que entran a las universidades públicas provienen de colegios privados”. ¿Usted coincide?
–No, estoy en desacuerdo. La universidad pública tiene que seguir siendo gratuita y la posición oficial del Gobierno es ésta. La gratuidad implica no desproteger a los sectores medios, que son los más castigados en la crisis. Esa fue una receta fuertemente impulsada por los organismos de crédito internacional, que no se preocuparon para nada por los pobres cuando los dejaron desocupados, marginados, expulsados y es raro que se preocupen por los pobres en la educación superior y sólo piensen en el gasto educativo como una forma de redistribución regresiva del ingreso. Llama la atención o será que les preocupa una universidad abierta a la que todo el mundo pueda acceder porque es ahí donde se discute en última instancia la soberanía de los países a través de la ciencia y la tecnología.
–Ginés González García también dijo que “tenemos el estándar de médicos más alto del mundo y son malos médicos”...
–No es lo que evalúan ni las propias universidades. Al revés, yo tengo la impresión de que nuestros médicos son buenos, que las universidades trabajan muy bien.
–No habla mucho con el ministro de Salud.
–Hablamos mucho de muchos temas.
–No de éstos.
–Me parece noble y honesto plantear las divergencias. Uno puede tener ciertas dudas: si el Estado tiene o no que programar la cantidad de profesionales de cada disciplina. Lo que no creemos que sea una discusión es que la universidad tiene que ser gratuita, eso no se negocia. Si uno piensa en un gobierno que tenga otra estrategia tiene que pensar en otro ministro de Educación.
–¿Cómo sería programar la cantidad de profesionales?
–Nosotros estamos prefiriendo discutir el tema de la capacidad que tiene el Estado de orientar la matrícula universitaria a partir de la positiva y no de la negativa. Por primera vez en los últimos dos años planteamos una política de becas de carreras prioritarias. Hoy en día no tenemos ingenieros textiles ni en minas ni en petróleo. Con la Cámara del Software estamos discutiendo las estrategias para desarrollar gente en informática, porque la gente se está yendo en segundo, tercer año al mercado del trabajo. Vamos a hacer la primera estrategia de marketing para que los chicos sigan carreras técnicas en informática, porque se necesitan siete mil más de los que hay y ya los que hay no alcanzan. Me planteaban que Uruguay llegó a un cuello de botella, que era el país que más software exportaba por la carencia de recursos humanos y ahora están llegando ingenieros de la India. Esto no sólo se resuelve a nivel superior sino mejorando la calidad de la matemática y la ciencia en la educación básica, porque ahí los chicos van viendo qué estudiar.

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