EL PAíS
Equilibrio entre orden y libertad
Esto es, según una encuesta, lo que la mayoría quiere en relación con las protestas piqueteras. El estudio es de Zuleta Puceiro.
› Por Raúl Kollmann
“Hace dos años, la gente pensaba que los métodos piqueteros eran nefastos, pero que la protesta era legítima –recuerda el consultor Enrique Zuleta Puceiro–. En los últimos meses la óptica varió. Con la mejora en la economía, se empezó a dudar también de la legitimidad de los reclamos piqueteros y pasó a tener un papel preponderante, y negativo, el perfil político de los dirigentes. Pero en las últimas semanas hubo un nuevo cambio: el ciudadano se empieza a fijar en qué hace el Gobierno. Ahí está puesto el centro de la atención, además con una cierta desconfianza porque se cree que existe intencionalidad electoral en la movida. Yo diría que lo que quieren es que limiten la protesta, la acoten, pero con equilibrio. Cuando se pregunta por alternativas más duras, los encuestados se dividen casi en partes iguales entre quienes están a favor de mayor dureza y quienes están en contra”.
El diagnóstico de Zuleta se asienta en su última encuesta terminada de procesar el viernes. En total se entrevistaron 900 personas de todo el país, con distribución equitativa por sexo, nivel económico social, edad y proporción entre ciudades grandes y chicas. El trabajo contó con la coordinación de Julián Lisa e Isidro Adúriz. Los estudios nacionales sobre la cuestión piquetera tienen la característica de que el interior del país y sobre todo las ciudades chicas no viven el conflicto de cerca, sino únicamente a través de los medios de comunicación. Las opiniones tienden a ser mucho más radicalizadas en Capital Federal y Gran Buenos Aires.
Los datos de la encuesta son llamativos:
- Una mayoría clara está de acuerdo con la nueva política del Gobierno de limitar la protesta piquetero.
u Sin embargo, cree que en la nueva estrategia hay un interés electoral.
- No hay acuerdo con que se impida a los piqueteros llegar a Plaza de Mayo: el acceso a la plaza debe ser libre.
- Sin embargo, tiene visto bueno la política de prohibirles acampar.
- Una mayoría clara (63 por ciento) concuerda con la política de no negociar con las organizaciones piqueteras a menos que suspendan en forma definitiva los cortes de calles o rutas.
- Cuando se fuerza a los encuestados a una decisión más extrema, se produce una división profunda: la mitad dice que se deben permitir las protestas aunque generen inconvenientes y daños, mientras que la otra mitad sostiene que debe impedirse el caos en la circulación aún a costa de que haya choques con la policía.
Para Zuleta “hoy la gente está mirando si el Gobierno es capaz de combinar orden y libertad. Yo diría que hasta hace un tiempo se le daba un cierto cheque para que actúe con rigor, pero ahora se le suman elementos que previenen al encuestado, como las críticas por las presiones al periodismo, las críticas por los choques con la oposición, lo que se considera rasgos de autoritarismo en el Congreso y otros elementos de ese estilo. Por lo tanto, existe la idea de que el Gobierno limite y acote la protesta piquetero porque sus métodos son inaceptables y sus reclamos –según ve hoy la mayoría– no son tan legítimos como lo eran antes. Pero todo tiene que estar sujeto a un equilibrio, a reglas, a un manejo cuidadoso. Hay que decir aquí que la óptica de la gente es inestable, está agarrada con pinzas, y tiende al optimismo, a que las cosas salgan bien. Por lo tanto, si existe un evento nefasto, como una muerte, todo cambiará en un abrir y cerrar de ojos. Diagnosticar qué opinará la gente tras un hecho así, es imprevisible”.