La Organización de Naciones Unidas está debatiendo una reforma general de sus institutos y sus objetivos como organismo universal. La discusión es dura, difícil y aún hoy, al cierre de esta edición, nadie apostaría por tener un borrador consensuado de las propuestas.
Anteayer, se reunió la mesa chica del organismo, compuesta por los cuatro países que integran el Consejo de Seguridad con poder de veto, menos China: Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia. Los intereses son dispares, ergo, no hay fumata blanca.
Un punto saliente de la discusión sobre los roles de la ONU es cómo se combate la pobreza en el mundo, de dónde sale el financiamiento para el desarrollo, cómo deber ser éste. Estados Unidos y los países más poderosos tienen una frase, acuñada en la cumbre de Monterrey, en 2002, que sostiene que los países deben hacerse cargo de su propia situación de pobreza. Algo similar plantean en la discusión del documento de la Cumbre de las Américas que la semana pasada se debatió en el GRIC en Buenos Aires, sin resultados a la vista más que el enfrentamiento con casi todos los países latinoamericanos. Por supuesto que, dicen, los países desarrollados aportarán a combatir la miseria, pero cada país es el primer responsable.
El otro punto de discusión es que la organización se ha propuesto definir qué es terrorismo. Obviamente, los países involucrados en la invasión de Irak, con EE.UU. a la cabeza, tienen una idea bastante cerrada del asunto.
Respecto de la reforma de la ONU, hay dos aspectos. Uno hace a la reforma institucional de la organización. El otro, más caliente, a la conformación del Consejo de Seguridad. La discusión relativa a este segundo ítem está en la nada. Fuentes diplomáticas dijeron a Página/12 que día a día se está moviendo el día de cierre para obtener documento. Hay quien sostiene que esa fecha será el próximo viernes. Al día de hoy, sólo hay discusiones. Y aire.