Al parecer, el pleno del Consejo de la Magistratura que debe consagrar la terna de candidatos a ocupar una vocalía de la Sala III de la Cámara en lo Contencioso Administrativo habría quedado fijado en el mayor de los secretos para principios de la semana próxima. Tanto sigilo busca evitar que se repita el escándalo ocurrido días atrás, cuando la intervención de un grupo de ahorristas que reclamaba la inclusión en la lista del juez Martín Silva Garretón obligó a levantar desordenadamente la sesión. Sin embargo, los ánimos no parecen haber encontrado razones para tranquilizarse. Por el contrario, se pronostica que ya habría número puesto y el agraciado podría ser el juez Osvaldo Guglielmino. Una sustancial recalificación de su examen permitió que Guglielmino quedara en condiciones de pelear por la vacante. A diferencia de su colega Silva Garretón, autor de numerosas respuestas favorables a los amparos presentados por el “corralito”, Guglielmino produjo una sonada resolución en sentido contrario.
Una vez aprobada por el pleno, la nómina deberá ser elevada al Poder Ejecutivo para que adopte una decisión. De acuerdo con los puntajes obtenidos, la terna sugerida por el jurado quedó compuesta por Jorge Alemany, secretario de Enrique Petracchi en la Corte Suprema, con 140 puntos; Ernesto Marinelli, juez de primera instancia en lo Contencioso Administrativo, con 140 puntos, y Guglielmino, también juez en el fuero donde se concursa la vacante, con 139. Pero la lucha por la integración de la terna dista de haber concluido. Silva Garretón y sus fans no dejarán pasar así nomás el conflicto que amenaza con dejarlo fuera de la puja. Mucho menos cuando saben que al concluir las pruebas (en abril del año pasado), Guglielmino no contaba sino con 124 puntos y era el quinto en orden de mérito. Fue durante el proceso de impugnaciones que consiguió mejorar su performance en 15 puntos, un récord que no alcanzó ninguno de los otros concursantes. La subcomisión encargada de aconsejar respecto de las impugnaciones y solicitudes de revisión planteadas por los postulantes había llegado a la conclusión que la prueba de Guglielmino no contenía “conceptos confusos, de difícil comprensión para el lector, quizás por errores de redacción”, como evaluó el jurado en un inicio sino que, en cambio, “que haya recurrido a la utilización de metáforas ejemplificativas que de ordinario no se observan en la práctica jurisdiccional, en modo alguno provoca confusión en el lector”.
Pese a que los 139 puntos alcanzados lo colocaban en pie de igualdad con otros dos competidores –Silva Garretón y Alfredo Gusman obtuvieron igual calificación– fue Guglielmino quien resultó seleccionado como tercer integrante de la terna, a propuesta de los consejeros Bindo Caviglione Fraga, Angel Garrote y Juan Geminiani. Ellos acotaron respecto de Gugliemino que “demostró un desenvolvimiento particularmente satisfactorio en orden de cuestiones atinentes a la normativa de emergencia financiera y su incidencia en el fuero específico que se concursa. Asimismo, resulta destacable la independencia de criterio puesta de manifiesto por dicho postulante”. La modificación del puntaje de Guglielmino fue desaprobada por el consejero Juan Gersenbitz, quien subrayó que si bien la primera evaluación se había realizado sin conocer la identidad de los concursantes, esa segunda instancia de apelación tenía ya “nombre y apellido concreto” y afectaba la transparencia del concurso.
Lo cierto es que no hay candidato a ocupar un puesto en la magistratura que no cargue con la sombra de un padrinazgo político. En el caso de Guglielmino se habla del aval del radical Enrique Nosiglia, quien cuenta a su vez con un muy buen amigo en el riñón del duhaldismo: el bonaerense José Pampuro. Por otra parte, los tribunales en lo contencioso administrativo, de tradicional perfil bajo, han pasado a ser desde fines de noviembre, con la implantación del corralito financiero, una área estratégica para el gobierno.