Vie 04.11.2005

EL PAíS  › FEDERICO SCHUSTER, DECANO DE CIENCIAS SOCIALES, UBA

“Parece más furia que protesta”

“Los que tienen poder en la Argentina debieran tomar nota de que no se puede hacer cualquier cosa. No es que los duendes del 2001 se hayan vuelto sumisos, sino que reaccionan en situaciones extremas”, advierte el decano de Ciencias Sociales, Federico Schuster, sobre los incidentes en Haedo.
–¿Qué provoca una reacción social de este tipo por parte de los pasajeros?
–Este tipo de acontecimientos hay que tomarlos dentro de lo que, en sociología, se llama comportamiento colectivo, más que acción colectiva. Es más parecido a un estallido de furia que a una protesta. Digo esto porque no pueden asociarse a las formas reivindicativas de protesta. Por supuesto que no son puramente irracionales sino que tienen una base en la cantidad de insatisfacciones de los pasajeros. Se junta la frustración de expectativas sobre una mejora en la calidad de vida con el maltrato al que las empresas privatizadas someten a quienes viajan en tren. Es como una gota que orada la piedra hasta que se provoca el quiebre...
–¿Cómo pueden interpretarse estos estallidos a nivel social?
–La Argentina no es, desde lo social, todavía un país normal. Muchos creen que, con el crecimiento económico y las elecciones, el país se ha normalizado. Lo que es claro es que el germen del 2001 no está muerto, sino que sale de diversas maneras. Esta no fue la más política. Todos los que tienen poder y responsabilidad en la Argentina debieran tomar nota de que no se puede hacer cualquier cosa en el país. No es que los duendes del 2001 se hayan vuelto sumisos, sino que reaccionan en situaciones extremas.
–Ahora bien, ¿por qué no se canalizan desde lo político? ¿Existe un quiebre en el paradigma de representatividad?
–Sí, lo hay hace algún tiempo. También sobre la legitimidad del poder y la autoridad, Además hay una incapacidad de construcción política frente a este malestar. Más allá de que Kirchner llena todo el vacío, ese vacío cada tanto emerge en la falta de una construcción política más amplia. Por eso, no cabe esperar un espíritu de rebelión sistemático, con incidentes todos los días. Es un comportamiento colectivo que tiene como centro el hartazgo: personas que viajan hacinadas, en trenes deteriorados, hacia un trabajo mal pago. Cuando algo traspasa esta catástrofe ordinaria, provoca un estallido que puede ir para cualquier lado: a la empresa, al Estado o incluso al sindicato, si los trabajadores cortan las vías.
–Los pasajeros sienten que viajan “como perros”, “como ganado”, ¿se puede pensar en una animalización en la experiencia del viaje?
–Hay una deshumanización, en general, ya que muchas personas sienten que su vida es llevada al límite de lo humano. En los trenes por las condiciones en las que se viaja, pero en general en la vida. El capitalismo deshumaniza, pero la Argentina lleva a millones de personas a situaciones que van contra la vida humana. En algún momento, esa sensación del ataque a la dignidad en tanto humanos explota.

Reportaje: Werner Pertot.

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