EL PAíS
› LA OPOSICION NO CONSIGUIO LOS VOTOS CONTRA IBARRA Y POSTERGO EL DEBATE HASTA EL LUNES
Escándalo tras una sesión fallida
Los diputados dispuestos a enjuiciar al jefe de Gobierno porteño sumaban 29 votos, uno menos de los necesarios. Kirchneristas e ibarristas se retiraron del recinto ante los insultos de los familiares de las víctimas de Cromañón, que impidieron la votación y se pelearon con la policía dentro de la Legislatura, al final de la sesión.
› Por Santiago Rodríguez
Los legisladores porteños postergaron hasta el próximo lunes la definición sobre si corresponde o no someter a juicio político a Aníbal Ibarra por el incendio de República Cromañón. Así destrabaron la situación planteada después de más de cinco horas, cuando cerca de la medianoche el debate quedó trunco porque la oposición no contaba con los votos necesarios para enjuiciar al jefe de Gobierno y los familiares de las víctimas instalados en el mismo recinto reclamaban una definición. La decisión desató la ira de buena parte de los padres, quienes habían prometido que no se irían del lugar hasta que no se hiciera la votación y generó incidentes con la policía que, de todos modos, no pasaron a mayores.
En el momento en que la sesión en que se definía el futuro de Ibarra se levantó, aquellos que planteaban someter al jefe de Gobierno a juicio político tenían 29 votos. En esa cuenta aparecía incluido el flamante kirchnerista Eduardo Lorenzo Borocotó. En su caso, se vaticinaba que ni siquiera iría a la Legislatura, pero finalmente fue y se sentó en su banca.
A la oposición, que sostiene que el incendio de Cromañón fue producto del mal desempeño de Ibarra en sus funciones, apenas le faltaba un solo voto para llegar a los 30 necesarios, pero tampoco lo iba a conseguir así la sesión se prolongara hasta la madrugada: a la cuenta de 29 llegó a media tarde y ya no había posibilidades de que el cuadro de situación variara. Con cuatro ausentes, los legisladores ibarristas y sus aliados, como los kirchneristas, sumaban 12 voluntades y de plantearse la votación, la posibilidad de enjuiciar a Ibarra hubiese quedado definitivamente clausurada.
La sesión terminó en la nada cuando los kirchneristas, cansados de ser hostigados por los padres y por la oposición debido a su apoyo a Ibarra, decidieron retirarse de la sesión. Sin embargo, el desenlace se veía venir desde mucho antes y la forma en que todo concluyó fue propia del modo en que las cosas se desarrollaron desde un primer momento, en una Legislatura repleta de policías como jamás se había visto antes. Quizás por el cansancio acumulado o porque aún faltaba mucho para el momento de la definición, al promediar la sesión pareció encaminarse, pero fue apenas un instante algo calmo en una jornada dominada desde el principio por una tensión propia de lo que estaba en juego: la continuidad o no en su cargo del jefe de gobierno de la ciudad más importante del país.
Fueron varios los legisladores que con sus discursos trataron de instalar la idea de que enjuiciar al jefe de gobierno y suspenderlo en el ejercicio de sus funciones no implicaba una condena, sino darle una mejor posibilidad para que se defendiera frente a las imputaciones de mal desempeño por el incendio del boliche de Once. Sin embargo, es prácticamente imposible para los gobernantes en esa situación regresar a su puesto una vez que es suspendido. Nada indica que el caso de Ibarra fuera a ser una excepción.
Para abrir el juicio político a Ibarra es preciso reunir el voto de 30 de los 45 miembros de la Sala Acusadora de la Legislatura. Desde un principio se dijo que la oposición no tenía el número necesario para avanzar sobre el jefe de gobierno. Los conteos de la última semana indicaban también que a favor del enjuiciamiento de Ibarra no votarían mucho más que 26 legisladores.
La cosa cambió horas antes de la sesión definitoria: alrededor del mediodía empezaron a circular los rumores de que la suerte de Ibarra estaba echada porque sus acusadores habían conseguido superar la barrera de los dos tercios de los votos que hasta entonces parecía infranqueable.
Fue parte del juego de presiones de la que Ibarra no fue ajeno. “Hay que terminar con esto que es una parodia de juicio político”, señaló al salir temprano de su casa. También remarcó que “es algo inédito en la Ciudad de Buenos Aires, en la Argentina y en el mundo este intento de cambiar un gobierno elegido” y vaticinó que “la sociedad no va a acompañar esta suerte de intento de golpismo institucional”.
A esa hora estaban ya en la Legislatura los padres que habían pasado toda la noche de vigilia en la puerta y otros que empezaban a llegar para seguir de cerca de las alternativas de la sesión de la Sala Acusadora. Aunque se había dicho que sólo entraría el recinto un pequeño grupo y que los demás serían acomodados en un salón contiguo, finalmente fueron muchos más lo que ingresaron y se hicieron sentir en todo momento, pero sobre todo cada vez que habló algún legislador a favor de Ibarra: no sólo repitieron una y otra vez “los chicos presentes/ahora y siempre”, sino que además cantaron contra Ibarra y contra todos aquellos que se oponían al juicio político.
Ibarra estuvo en todo momento en su despacho de la Jefatura de Gobierno. Desde allí siguió lo que sucedía en la Legislatura junto a sus principales asesores. En el Ejecutivo, como entre los legisladores y los familiares de las víctimas, no sólo contaron votos a favor y en contra, sino quiénes estaban y quiénes no en la Legislatura.
Los ausentes –que en los hechos jugaron a favor de Ibarra porque la mayoría especial para enjuiciarlo no disminuye en función de las ausencias– fueron el radical Jorge Vázquez, la independiente Mirta Onega, el ex macrista Chango Farías Gómez y el socialista Roy Cortina. Del folclorista se dijo que había sufrido una repentina indisposición que le impidió concurrir a la sesión, pero pocos creyeron en la excusa y la mayoría sospechó de una maniobra para favorecer al jefe de gobierno. “Lo internaron en el Hospital Fernández”, bromeaban hasta los kirchneristas.
No hubo ni uno de ellos que se salvara de las críticas de los legisladores que impulsaban la apertura del juicio político y mucho menos aún de la ira de los familiares de las víctimas. Ni siquiera salió indemne Cortina, quien días atrás viajó a San Sebastián pero ya había anticipado públicamente meses atrás su decisión de votar en contra del enjuiciamiento de Ibarra. “Si uno es diputado para no estar en estos momentos, para qué carajo es diputado”, arengó el macrista Martín Borrelli en uno de los discursos más encendidos de la sesión. “Que vengan y den la cara”, reclamaron en varias oportunidades los padres desde las bandejas laterales del recinto.
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