Sáb 08.06.2002

EL PAíS

En Olivos se esperaba el triunfo como si fuera el acuerdo con el FMI

El Presidente invitó a los periodistas acreditados a presenciar el partido en la quinta de Olivos. También estaban los ex arqueros Gatti y Fillol, además de Scioli, Ben y Juan José Alvarez.

› Por Luis Bruschtein

“En este segundo tiempo tengo confianza que vamos a ganar”, expresó el presidente Eduardo Duhalde a los periodistas después del uno a cero y cuando empezaba el complemento. Fue parecida a la frase que repite siempre de que Argentina está condenada al éxito, y el resultado fue parecido también al de la Argentina con el FMI. Pero esta vez esa frase del Presidente coincidió con lo que pensaba la gran mayoría de los argentinos, que en el plano futbolístico es más optimista que en el de la economía. Esta vez, la condena al éxito fue postergada por mala suerte.
Los trabajadores de prensa acreditados en la Casa de Gobierno fueron invitados por Duhalde a presenciar en la pantalla gigante del microcine de la quinta de Olivos el partido entre las selecciones de Inglaterra y Argentina. El gesto presidencial fue una forma de agasajo en homenaje al Día del Periodista que se conmemoró ayer. Desde muy temprano fueron llegando a la residencia presidencial con la esperanza de que Argentina ganara, hacer una buena nota y enfrentarse a un suculento desayuno con facturas y tortas fritas.
En general, la mayoría de los argentinos estaba dispuesta a festejar ayer. Y los periodistas, a cubrir los festejos. La posibilidad de hacerlo junto al Presidente era una nota segura. Además asistieron a la quinta de Olivos algunos funcionarios, como el secretario de Turismo y Deportes, Daniel Scioli, y el de Medios, Carlos Ben. Y así como en las inmediaciones del Obelisco había un fuerte dispositivo de seguridad para controlar los festejos, en la quinta presidencial estaba apostado el secretario de Seguridad, Juan José Alvarez, pero en este caso no para controlar festejos, sino para participar en ellos.
También hubo otros dos invitados de honor: los ex arqueros Hugo Gatti y Ubaldo Matildo Fillol. Sorprendió que no hubiera invitado algún delantero, en una actitud más ofensiva. En este contexto, el jugador argentino más elogiado en los comentarios que intercambiaban Gatti y el Presidente fue el arquero de la Selección, Pablo Cavallero. Un analista sugirió que tanta pasión presidencial por los arqueros era por una cuestión de identificación: más de una vez se describió como un arquero solitario sacando pelotazos.
Duhalde, conocido hincha de Banfield, se presentó vestido de elegante sport, con chomba de color salmón y campera negra y se sentó en la tercera fila del microcine junto a su esposa Chiche, que llevaba un jogging gris. Del otro lado se sentó Gatti. Durante los primeros minutos del partido, la investidura presidencial se mantuvo imperturbable y siguió con calma el desarrollo del juego. Intercambió incluso algunos comentarios con el ex jugador de River y Boca sobre el estadio de Saporo. El Presidente señaló varias veces que parecía demasiado angosto, casi como fuera una cancha de “papi fútbol”.
No cuestionó las decisiones del árbitro italiano que se convirtió en el centro del odio nacional, pero cuando el primer tiempo ya estaba bastante avanzado no pudo ocultar cierto nerviosismo que lo llevó a levantarse y dar unos pasos al estilo Marcelo Bielsa y a pegar un salto mudo cuando Batistuta enganchó un cabezazo que fue a las manos de Seaman. Era muy parecido al gol contra Nigeria y evidentemente el presidente valora el cabezazo. Cuando Pier Luigi Collina cobró el penal salía humo de la cabeza de todos los presentes y, en especial, de la de Duhalde. Y el gol inglés fue recibido con silencio sepulcral en la sala.
En el intermedio había cierto nerviosismo y un periodista, para romper el hielo, preguntó por las cábalas. “Invitarlos a ustedes” replicó el Presidente con una sonrisa ambigua, como si la cábala no le estuviera funcionando. El secretario de Seguridad, Juan José Alvarez, no dijo nada, pero poco antes de que empezara el segundo tiempo hizo que, por una cuestión de seguridad, nadie se sentara en la misma posición que durante la primera mitad del partido. También hay gente que hace eso por cábala. Al finalizar y ante el hecho incontrastable de la derrota, el Presidente saludó y se fue. Tampoco hubo foto porque estaba prevista sólo si ganaba Argentina. Así que los periodistas perdieron el partido y también la nota.

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