EL PAíS
› EL TITULAR DE INTERIOR ANTE JOVENES K
La cátedra Fernández
Economía, dirigencia y oposición fueron ejes de un discurso del ministro, plagado de frases célebres.
“La política no es para llaneros solitarios”, dijo el ministro del Interior, Aníbal Fernández, ayer frente a una platea de 250 militantes jóvenes del interior bonaerense y de Córdoba reunidos en un hotel céntrico de Buenos Aires. “Algunos dirigentes no entienden un pomo –continuó–, pero tienen que hablar porque son oposición.” En esa línea habló de la diputada Elisa Carrió, criticó su postura frente al desendeudamiento y aprovechó la platea de noveles dirigentes para profundizar los ejes del proyecto de transversalidad kirchnerista. Como decía Perón, dijo el ministro, el peronismo tiene que abrirse a otros sectores.
El ministro participó de la cumbre de jóvenes convocado por el Instituto de Estrategia y Desarrollo Arturo Jauretche en su calidad de presidente de la institución. Unos 250 jóvenes enrolados en la actividad política y partidaria se reunieron en el hotel NH de la ciudad de Buenos Aires. “Nos parecía que había que hablar de política con los jóvenes y por ello es que nos encontramos hoy con la juventud que está trabajando en política en los municipios, como consejeros y con legisladores provinciales”, explicó Fernández.
Como parte de su clásico folclore, Fernández no olvidó a ninguno de sus próceres durante la intervención. Desde Perón a Antonio Gramsci; Elisa Carrió y Néstor Kirchner, pasó revista sobre frases célebres, líneas programáticas, dichas y desdichas. “Algunos opositores no entienden un pomo –dijo sin medias tintas, mientras la platea ya podía anticipar lo que vendría–, pero tienen que hablar porque son oposición. Un caso paradigmático es Carrió que no está de acuerdo con nada y como ella es amiga de Dios, seguramente, debe tener algún mensaje por esa vía que le resuelve las cosas”. Inmediatamente, aún no satisfecho, agregó: “En lugar de discutir en el marco de la economía, debe discutir en el marco de la psiquiatría”. El trasfondo obvio eran las críticas de Carrió al anuncio del pago de la deuda al FMI, difíciles de digerir aun para el ministro (ver aparte).
Desde 1955 a 2003, dijo de pronto, el PBI argentino se multiplicó tres veces. En ese mismo período Australia creció seis veces, España ocho y Brasil ocho veces y media. En la interpretación de Aníbal Fernández esa correlación indica el nivel del estancamiento argentino de los últimos cincuenta años. Y el desafío, a su criterio, con el que se enfrenta la administración de Kirchner. En esa línea histórica, se refirió a la crisis de 2001 en la que el país, dijo, estuvo a punto de perder los 150 años de construcción política ganados desde 1853 en adelante. Atribuyó las causas a la historia política construida desde los ’90.
Cada detalle de su intervención no fue en vano. El ministro dedicó sus reseñas sobre la economía y el crecimiento del PBI “a los opinólogos de los programas de radio”: estos datos, dijo, les van a gustar.
El mensaje que Fernández reiteró una y otra vez fue su idea sobre cómo debe ser la dirigencia política, un sector habitualmente considerado sin suficiente calidad de formación. Para eso, exhortó a impulsar una estrategia de formación de dirigentes políticos en vez de formar candidatos. “Nos hemos preocupado mucho en armar candidatos y no dirigentes –indicó–. Y hemos utilizado a los jóvenes para mandarlos a pintar paredes en lugar de decirles que estudien y que sean nuestros dirigentes”.