EL PAíS
› RECLAMOS DE LA IGLESIA PARA QUE SE RENUEVEN TODOS LOS MANDATOS
Obispos por la renovación total
Desde varios púlpitos se escucharon ayer
reclamos de “votar todo”. Y también de que
se respete la ley y se pare “la guerra social”.
› Por Washington Uranga
Frente a la situación política del país y ante la posibilidad de adelantar las elecciones, el arzobispo de Córdoba Carlos Ñañez sostuvo ayer que “revalidar los cargos sería interesante como un nuevo punto de partida pero –subrayó– debe haber observancia de las leyes”. Días pasados, en un reportaje concedido a Página/12, el obispo Jorge Casaretto, titular de Cáritas, también insistió en la necesidad de que se produzca una renovación total de los cargos electivos cuando se realicen las elecciones presidenciales, tal como lo pidió la Mesa del Diálogo Argentino –de la que también participa la Iglesia Católica– en un documento de consenso que fue ofrecido para su firma, por el momento sin éxito, a la dirigencia política. En el norte del país, el obispo de Iguazú (Misiones), Joaquín Piña, salió a respaldar los reclamos populares y sostuvo que “es necesaria una renovación total de los cuadros, si es que queremos una Argentina distinta. Que se vayan los ineptos y los corruptos, y que dejen lugar a gente nueva, que sin duda los tiene que haber”.
El obispo misionero, que se pronunció en respaldo a grupos y sectores de base movilizados en reclamo de sus derechos en su provincia y en el Chaco, dijo que “se comprende que todo el pueblo haya dicho ¡basta!” a través de manifestaciones callejeras y reclamos, porque “ya no aguantamos más este tipo de dirigencia”. Pero agregó también que “yo sigo creyendo que existen los argentinos capaces y, sobre todo, honestos (...) gente de trabajo, sacrificada, que merece todo mi apoyo”.
El obispo emérito de Viedma, Miguel Hesayne, afirmó en su homilía dominical que “nos debe preocupar hondamente la corrupción generalizada de nuestros dirigentes políticos –en particular– de aquellos que se llaman o se hacen llamar ‘cristianos’. Tanto más –continuó diciendo– de aquellos que juran por los Santos Evangelios y concurren a oficios religiosos y son señalados y con razón como hipócritas por sus criterios y actitudes contrarias al bien de sus conciudadanos, no obstante sus promesas electoralistas o buscando apoyo eclesiástico”.
Carmelo Giaquinta, arzobispo de Resistencia, continuó con su serie de mensajes sobre lo que denominó la “guerra social” en la Argentina, definida como “un enfrentamiento de los espíritus, en el que cada grupo o sector recurre a la violencia (moral, jurídica, física, etc.), para afirmarse en el territorio social conquistado, o desalojar al otro y conquistar nuevas posiciones”. Según Giaquinta, “los argentinos somos los actores principales de lo que nos está sucediendo. Nosotros somos los beligerantes, nosotros los que tenemos que firmar un nuevo pacto social, nosotros los que debemos reconstruir la Nación”.
Para Giaquinta “esta ‘guerra social’ no es una guerra convencional, ni siquiera como conmoción interior, máxime que el poder en la Argentina se ha feudalizado”. Agrega que “las Fuerzas Armadas, por propia voluntad y consenso en la ciudadanía, están descartadas para restaurar el imperio de la ley. Pero no están autodescartadas las múltiples fuerzas que quieren imponer el desorden. Se las ha visto actuar ya en tantos hechos, incluso con el empleo de armas y los muertos de fines de diciembre”.
El propio obispo advierte que “aunque alguno pueda tacharme de alarmista, yo que viví los fines de los años 60 y comienzo de los 70, preparatorios del horroroso Proceso Militar, siento la obligación de alertar sobre las consecuencias de los procesos sociales perversos, no frenados, ni encauzados a tiempo. ¡Cuidado con hacernos los sordos y no escuchar las consignas guerreras, de un color y de otro, que hoy se empiezan a susurrar!”.
Con ocasión de la colecta nacional anual de Cáritas que se celebró ayer, el obispo Casaretto reiteró que en el país “coexisten infinidad de grupos que responden cada uno a sus intereses particulares y no logran aglutinarse en torno de proyectos comunes” y volvió a insistir en lanecesidad de “ir más allá de los intereses particulares en la búsqueda del bien común, para construir una sociedad sin excluidos”. Por su parte el arzobispo Ñañez reafirmó que la “responsabilidad del Estado es indelegable (en las cuestiones sociales) y de la que no debe sustraerse”, aunque admitió que “también la Iglesia tiene la disposición de estar abierta a las necesidades de sus fieles y, en la medida de sus posibilidades, comparte bienes”.
Giaquinta dijo además que “lastimosamente, desde hace muchísimo el centro de atención de los argentinos no es la Patria. Es el FMI, el riesgo país. Hoy se ha sumado el corralito. Este error no se ha corregido desde el 1º de enero cuando asumió el nuevo Presidente, ni después del 14 cuando inauguró la Mesa del Diálogo Argentino. ¿Por qué no hacer que el centro de la atención de los argentinos sean los grandes temas que surgen en la Mesa del Diálogo, como se prometió? ¡Con qué otra fuerza estaríamos negociando hoy con el Fondo!”, subrayó. Y agregó en otro momento que “no cabe duda que para enfrentar la guerra social argentina, los cristianos hemos de vestir las armas del espíritu. Pero antes hemos de despojarnos de todo el lastre de inmoralidad social que nos agobia”.