“Este corte va a durar lo que la gente aguante”, dijo Pedro Pavón. Sobre la Ruta 136, acceso al puente internacional con la ciudad de Fray Bentos, los integrantes de la asamblea ambientalista de Gualeguaychú acababan de decidir la extensión de la protesta contra las papeleras. El tránsito se mantuvo bloqueado de manera total durante todo el día de ayer en el puente San Martín, el más cercano a Buenos Aires y por esto de mayor impacto turístico. Anoche, al cierre de esta edición, los vecinos realizaban una nueva asamblea para resolver si continuarán durante la jornada de este domingo, día clave en el recambio de quincena. En los puentes de Colón y Concordia hubo cortes sorpresivos que hoy podrían repetirse.

En la ruta, de todas formas, la situación está difícil para los ambientalistas. Los camioneros que quedaron varados de este lado de la frontera instalaron en las afueras de Gualeguaychú un contrapiquete para impedir que los pobladores lleguen al bloqueo. Este es uno de los motivos por los que no se sabía si la gente se iba a quedar durante la madrugada.

“El clima está un poco pesado, están tratando de meternos presión”, describió a Página/12 desde el lugar de la protesta Alejandra Crimela, integrante de la asamblea de Gualeguaychú.

Los camioneros cruzaron sus vehículos sobre el kilómetro 28 de la Ruta 136, antes del corte, para forzar una negociación.

El pico del bloqueo en los tres puentes se vivió en la noche de ayer cuando las protestas cerraron todas las salidas internacionales sobre el territorio provincial. El puente Colón-Paysandú se mantuvo interrumpido desde las 20 hasta las 2.30 de la madrugada, mientras que en Concordia duró dos horas. Voceros de la Gendarmería señalaron que en el primero de los cruces se formaron colas de hasta cinco kilómetros.

Sobre el asfalto, los pobladores de Gualeguaychú atravesaron un camión de la Federación Agraria. La gente se inscribió en un registro para garantizar que en todos los horarios podría sostenerse el corte y a lo largo de las horas se fueron rotando. En las banquinas se estacionó así una fila de unos 300 automóviles delante de la cual la Gendarmería instaló un puesto para desviar hacia el norte a los veraneantes.

El gobernador Jorge Busti respaldó el plan de lucha. “Hay que verlo dentro del contexto de un año de pedir explicaciones. La sensación de que por un lado se pide y por el otro no se escucha va generando irritación en sectores que están altamente concientizados. La gente tiene mucha información, son productores, comerciantes, trabajadores, estudiantes que coordinan con la Gendarmería y con la policía el corte para no molestar. Yo no lo justifico, lo comprendo, porque aunque el derecho a transitar sea menoscabado, está en juego el derecho a la vida, que va a ser violentado de manera sistemática con el funcionamiento de la papeleras”, señaló.

Busti aseguró que el presidente Néstor Kirchner apoya el reclamo de Entre Ríos y agregó que la provincia no realiza acciones sin antes consultarlas. El viernes, el gobernador firmó una denuncia penal contra los directivos de las plantas por contaminación en grado de tentativa, con la idea de presentarla ante la Justicia Federal esta semana.

Las plantas papeleras se están construyendo frente al balneario El Ñandubaysal, a 27 kilómetros de la ciudad. Pertenecen a las empresas Botnia, de capitales finlandeses y a la española Ence. Esta última ha causado graves problemas de contaminación en España, donde hace tres años tuvo que pagar una multa de medio millón de dólares. Los ambientalistas advierten que el desembarco de fábricas de celulosa debe leerse en un contexto mayor: en el 2007 entrará en vigencia en Europa una legislación que exige al sector cambiar sus métodos de producción (lo que les demandaría una altísima inversión) o mudarse con sus instalaciones a otra parte.