Mié 12.06.2002

EL PAíS  › MENEM LLEVA LA MANZANA AL MAESTRO, Y DESPUES SE CUELA EN EL CAFE

Aquí debía estar la foto con Bush

El ex presidente intentó en Washington una gran maniobra de marketing. Igual, no consiguió la foto y hasta debió colarse en un bar. Bush fue cortés con él, pero no le dio ninguna señal de apoyo.

› Por Martín Granovsky

“Sí, ya sé que es un ex presidente, pero causó un lío acá... Cuando entró estaba la gente haciendo cola, y él se puso adelante de todos. Ni sabía cómo guardar fila. No tiene modales. Se coló, nomás.” La descripción no pertenece a George W. Bush sino a Suzy, la cajera del Capital Square Café de Washington, donde Carlos Menem estuvo ayer. Pero al menos en el café el ex presidente consiguió lo que buscaba. Con Bush, en cambio, no: no hubo una foto que después pudiera exhibir aquí como un triunfo personal.
El episodio del café, que fue narrado a Página/12 por dos testigos, ocurrió cerca de la una de la tarde, cuando un grupo de oficinistas trataba de escapar del calor húmedo de Washington con algo fresco en las calles K y 17th Northwest, a tres cuadras de la Casa Blanca. Menem ya estaba bien ubicado junto a media docena de personas, afuera, en dos mesas resguardadas del sol por sombrillas. A cada momento discaba su celular y sonreía a las camareras de origen hispano.
El ex presidente está en los Estados Unidos en una gira que pretende demostrar, en la Argentina, que se trata del único político capaz de entenderse con Washington, conseguir dinero y sacar al país de la crisis. El episodio del bar es solo una prueba de su decisión de pisar fuerte, se diría que caiga quien caiga y cueste lo que cueste, aunque de ningún modo puede superar la preocupación de Menem por mostrarse como el político argentino más querido en la Casa Blanca.
Tal como informó este diario, Menem participó de una cena brindada por George W. Bush a los miembros de la poco peronista, por nombre, Unión Democrática Internacional (IDU, en su sigla inglesa). Se trata de una liga conservadora que en su último documento felicita al presidente norteamericano y lo considera líder de la “guerra global contra el terrorismo”, además del símbolo mundial “de la revitalizada filosofía del conservadorismo compasivo”. Parte de la compasión, seguramente, está expresada por la número dos del Fondo Monetario Internacional, Anne Krueger, por el secretario del Tesoro Paul O’Neill y por el subsecretario de Asuntos Interamericanos, Otto Reich, quien justificó la falta de envío de fondos a que “los políticos argentinos los hacen humo”.
Además de palabras, los menemistas esperaban una foto especial, con toda la pompa, pero ése hubiera sido un signo múltiple, que podría haberse leído de este modo:
- Washington quiere tumbar ya a Eduardo Duhalde.
- Aprovechará cualquier medio para desacreditar al presidente interino.
- Jugará con Carlos Menem.
Naturalmente ése es el juego de Menem, pero ni el Departamento de Estado ni la Casa Blanca suelen apostar a cartas perdedoras. Mirarán quién pinta para presidente y, sea quien sea, buscarán rodearlo. O rodearla, si la elegida es Elisa Carrió.
Por eso la diplomacia norteamericana tampoco jugó fuerte armando una agenda especial a Menem. Ayer el ex presidente se entrevistó con John Maisto, el encargado de América latina en el Consejo Nacional de Seguridad, el órgano de asesoramiento de Bush, pero no hubo contactos con O’Neill, el verdadero poder, ni con Colin Powell, el secretario de Estado. Maisto es importante, sin duda, aunque ya figuró en la agenda norteamericana de Patricia Bullrich.
En todo caso Menem intentará instalar su prédica en favor de la dolarización en el Interamerican Dialogue, de orientación más bien demócrata, y en el Centro de Estudios Estratégicos. También buscará dar relieve especial a sus contactos con George Bush padre, su amigo y poderoso lobbyista del sector energético, y con Bill Clinton, quien probablemente lo reciba en Nueva York. Con ambos Menem mantuvo relaciones carnales.
Ninguno le dará plata. Ni siquiera se la prometerá. Ni a él ni a nadie. Es que no hay un plan especial para perjudicar a la Argentina. Ni eso. Simplemente, no hay un plan de los Estados Unidos para la Argentina. Es larealidad, a la que Washington deja hacer, de manera políticamente suicida, la que daña. El resto es puro marketing de Menem.

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