“El próximo paso será retirar toda la misión militar”, aseguró ayer Hugo Chávez a poco de comunicar la decisión de expulsar del país a un agregado militar de la embajada de Estados Unidos en Caracas por supuesto espionaje. Los norteamericanos reaccionaron rápidamente. William Brownfield, el embajador en Venezuela, señaló que es la primera vez que ocurre una medida de ese tipo en la relación entre los dos países.

“Hemos declarado persona non grata al señor capitán de corbeta John Correa que debe salir inmediatamente del país.” Chávez anunció el tormentoso desplazamiento durante la ceremonia de celebración por los siete años en el cargo. En ese contexto, aseguró que contaba con “las pruebas” del supuesto espionaje y advirtió que si descubren a un funcionario “in fraganti” será detenido: “Advertimos al gobierno imperialista de los Estados Unidos –dijo– que si sus militares agregados continúan haciendo lo que hizo este capitán serán detenidos y puestos a la orden de la embajada para su expulsión, y el próximo paso sería retirar toda la misión militar”.

En esa línea recordó algunas deudas internas: pidió el máximo vigor para castigar a un grupo de 25 militares “traidores” venezolanos que están acusados de vender información al Pentágono. “Un militar venezolano que, por ejemplo, envía grabaciones de un disparo de un misil, de maniobras cívico-militares” o que “haga entrega de códigos secretos de direcciones de almirantes y generales, merece todo el rigor de la ley”, dictaminó. La noticia sobre la expulsión corrió rápidamente. El embajador de Estados Unidos se refirió específicamente al conflicto: “No he tenido mucho tiempo para investigar esto”. Y agregó, por lo que “yo recuerdo es la primera vez en la historia de nuestros países soberanos que hemos visto una expulsión en cualquier dirección”.