Finalmente, los exportadores de carne anunciaron que reducirán sus ventas al exterior en un 20 por ciento a lo largo de este año. La medida de autolimitación fue adoptada un par de días después de que el Gobierno pusiera en marcha un registro que, en los hechos, opera como una traba a las exportaciones. En el Gobierno creen que las menores cargas al extranjero quitará presión al mercado interno ya que supondrá un aumento en la disponibilidad de carne vacuna. La medida llegó en un momento justo: por estacionalidad, este mes suelen subir los precios a consecuencia de la menor oferta de ganado.

La decisión de los exportadores redundará en un incremento de la oferta local de carne y se estima que la oferta aumentará este año en 150 mil toneladas. Significaría retrotraer la situación al 2004. Ese año se exportaron 600 mil toneladas. El fuerte incremento de la exportación del año pasado fue a costa del consumo interno, que quedó relegado. El consumo per cápita cayó de 63,5 a 61,5 kilos. Este contexto de caída de la oferta presionó sobre los precios, que se elevaron alrededor de 30 por ciento durante el año pasado.

Diversas medidas adoptadas por el Gobierno en los últimos meses, como el aumento de las retenciones y la eliminación de los reintegros a las exportaciones, lograron contener el alza de la carnes. La pulseada se recalentó a principios de año, cuando quedó en claro que el sector cárnico era el más reticente a firmar un acuerdo de precios. La creación de un registro a las exportaciones pareció ser el instrumento más acertado para presionar a los empresarios.

El compromiso de los exportadores, nucleados en el consorcio ABC, en su mayoría multinacionales del sector, es reducir en una quinta parte las ventas de productos frescos y congelados. Quedaron exceptuados los cinco cortes más caros de la res (lomo, bife ancho, bife angosto, cuadril y tapa de cuadril) que habitualmente integran los embarques de las 28 mil toneladas de Cuota Hilton destinadas a la Unión Europea.

También quedaron afuera los cortes de carne cocida, que tienen como destino principal a los Estados Unidos. Los elaboradores de esa especialidad son dos compañías multinacionales (Swift y Cargill), que se negaron a incluir sus productos en el acuerdo. Esa decisión provocó enojos puertas adentro de las otras empresas: Swift y Cargill fueron beneficiadas porque las exportaciones de carne cocida no estuvieron alcanzadas ni por el último aumento de las retenciones ni por la eliminación de los reintegros. Esa desigualdad en las condiciones llevó a que una de las cámaras exportadoras (Unica) desistiera de adherir a la autolimitación de sus operaciones. Hacia la noche, Unica se plegó a la iniciativa denunciando la “inequidad”, y desde el Palacio de Hacienda admitieron posibles cambios a esta situación.

Con la tranquilidad de que los precios de la carne bajaron levemente durante enero, hasta 1,7 por ciento en el caso del asado, las miradas están puestas en lo que ocurra las próximas semanas. Desde Economía comentaron a este diario que, estacionalmente, en febrero la oferta se contrae. El año pasado, las subas fueron importantes: entre el 3,5 por ciento del asado y el 5,1 por ciento del cuadril. Todos los cortes registraron ajustes.

Esta perspectiva “no es para quedarse tranquilos”, dijo un funcionario del equipo económico a Página/12. Con la satisfacción de haberles ganado un round a los exportadores, cerca de Felisa Miceli no descartaban tomar nuevas medidas, como un nuevo incremento de las retenciones, en caso de que los precios no se planchen.

Mientras tanto, a partir de pasado mañana habrá un monitoreo empresa por empresa para saber si la autolimitación se cumple. Ayer al atardecer, desde Agricultura se exigían sucesivos retoques al borrador de la medida ya que contenía algunas chicanas, propia de quien acepta adaptarse a una nueva situación a regañadientes.