La protesta gremial de los petroleros, la refriega ante la comisaría y el crimen del policía Jorge Sayago convulsionaron a todo el país. Nuevos nombres, hasta hace poco desconocidos, comenzaron a aparecer en las páginas todos los días. ¿Quiénes son? ¿Qué perfil tienen los protagonistas del conflicto petrolero y de la investigación judicial del homicidio? ¿Quiénes gobiernan esa ciudad perdida del norte de Santa Cruz, la provincia de Néstor Kirchner? ¿Cómo piensan los personajes de esta historia, que aún no concluyó, y que hizo conocida a la ciudad del Sur que lleva el nombre del prócer de los chilenos?

El soldador

Pocos saben que Mario Navarro es afiliado al Partido Socialista. Claro, fue candidato a concejal por el Frente de la Unidad de los Trabajadores –vinculado al Partido Obrero– en 1999 y muchos lo consideran “trotskista”. Quizá por esto en los primeros días el ministro del Interior, Aníbal Fernández, y el flamante subsecretario de Tierras para el Hábitat Social, Luis D’Elía, hablaron del Partido Obrero o del trotskismo. Pero Navarro, que trabaja como soldador en los equipos de perforación –preparan el terreno para colocar los balancines que sacan el crudo– de la empresa DLS, responde a otras vertientes de la izquierda. Reside en Caleta Olivia, años atrás vivió en el barrio 1° de Mayo de Las Heras y en una zona de chacras de las afueras de la ciudad. En esos barrios comenzó a hacerse conocido cuando logró que instalaran el gas natural en el 1° de Mayo y que la municipalidad hiciera un descuento en el valor de la tierra para contribuir a la creación de microemprendimientos.

El Loro

Luis Guineo se pone contento cuando le dicen flaco. Es instrumentista (gasista) de Bolland, una empresa que presta servicios para Repsol. También es uno de los delegados. Sus compañeros lo llaman “el Loro”, porque habla mucho, claro. Pero su tendencia expansiva se disimula cuando está ante porteños. Cuando está en confianza, se anima a contar que nació en un pequeño pueblito de Chile –la xenofobia con los “chilotes” sigue muy arraigada en la Patagonia, y más si son dirigentes gremiales–. Sólo cuando está en confianza Guineo se anima a contar que cuando tenía 15 años vio cómo los soldados fusilaban a su profesor de matemática. Era 1973 y ya se había producido el golpe contra Salvador Allende. Está casado con Corina, argentina, a quien le gusta viajar mucho, cruzar la cordillera para pasar las vacaciones en el pueblo en el que nació su esposo. Después de Navarro, vocero del cuerpo de delegados, Guineo es uno de los dirigentes más conocidos de los petroleros disidentes.

El Chaco

Héctor Segovia es el secretario general del sindicato de trabajadores petroleros. La sede central del gremio –uno de los más poderosos de la Patagonia– está en Caleta Olivia. Sin embargo, Segovia es un viejo conocido para los pobladores de Las Heras. Hace unos años, cuando Néstor Kirchner todavía era gobernador de Santa Cruz, Segovia encabezó una protesta en reclamo de mejoras salariales para los petroleros y de puestos de trabajo para los desocupados. El negociador por el gobierno provincial fue Julio De Vido, entonces ministro de Gobierno. Pero llegó a Las Heras sin demasiado para ofrecer. De Vido quiso hablar de todos modos, pero su mediación no convenció demasiado. Tuvo que correr una cuadra, protegiéndose de las piñas gracias a sus guardaespaldas. Segovia estaba aquel día allí. Con el tiempo, sin embargo, se convirtió en un dirigente cercano al hoy ministro de Planificación. Y en la última protesta quedó abiertamente enfrentado con los disidentes. Mientras éstos pensaban que había que priorizar el reclamo de la suba del mínimo no imponible de Ganancias, Segovia pensaba que la prioridad debía ser la “zona 1”, una serie de beneficios que cobran los trabajadores de la Patagonia más austral.

El Gordo

José Luis Martinelli es radical. Pero ya no lo sigue siendo. Y eso no es tan extraño si se hace política en la misma provincia que vio ascender a Néstor Kirchner. Porque el Presidente gusta de incorporar radicales, y en eso ya es todo un experto. Martinelli, a quien todos llaman el Gordo, se hizo famoso por tomar con su gabinete una planta de Repsol en Loma del Cuis, en el año 2001. Dos años antes había sido electo gracias a la avalancha nacional que fue la Alianza. A Kirchner no le gustó mucho. Dicen que en esos primeros tiempos, tras el cambio de manos de la intendencia (el intendente anterior, Francisco Vázquez, era peronista), Las Heras vio cómo se recortaban algunos fondos de coparticipación. En la actualidad, Martinelli está muy cerca del gobernador Sergio Acevedo. Eso puede tener una lectura rápida. Que la relación con el Presidente no es tan buena como antes. Habrá que ver cómo lo afecta la crisis que generó la muerte de Sayago. En la ciudad hay quienes le reprochan a Martinelli no haber podido mediar entre los petroleros y los gobiernos provincial y nacional.

El Bostero

El vitae de Ricardo Napolitani tiene varios puntos en común con el del gobernador Sergio Acevedo. Fueron al mismo colegio ligado al Ejército, el Liceo Militar, donde ambos conciliaron las clases de matemática y química con la experiencia de la colimba. Después entraron a la carrera de Derecho y compartieron grupos de estudio. La carrera se bifurcó cuando Acevedo ingresó a la política. Napolitani eligió el camino judicial. Fue juez en San Isidro, después en Comodoro Rivadavia y finalmente llegó al Tribunal Superior de Justicia. Napolitani no se define peronista y tampoco dice ser “K”. En los últimos días, sigue muy de cerca la investigación por el crimen de Sayago. Se reconoce como radical pero sobre todo hincha de Boca. Incluso en su celular tiene un ringtone con los cantitos de la barra brava bostera. ¿Qué llamados recibirá cuando suena el “sí, sí, señores, yo soy de Boca”?