Con la participación del titular del Servicio Paz y Justicia (Serpaj), el Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, militantes de derechos humanos de la zona norte de Buenos Aires, realizaron una marcha a Campo de Mayo para recordar a las víctimas del centro clandestino que funcionó allí, conocido como “El Campito”. La marcha se inició en Ruta 8 y 202 y recorrió más de dos kilómetros. Las organizaciones convocantes reclamaron que la Justicia inicie “una profunda investigación sobre la responsabilidad que tuvieron los represores en el área. Pérez Esquivel, Cortiñas, ex detenidos de El Campito y familiares de desaparecidos y sobrevivientes colocaron además una placa con los nombres de los desaparecidos frente al Hospital Militar.
Alcira Pili Campiglia, desaparecida cuando tenía 29 años, fue inhumada bajo su nombre tras haber pasado 29 años con su identidad sustraída. Sus restos habían sido enterrados por la dictadura en una fosa común del cementerio de Avellaneda. Ayer sus familiares y amigos acompañaron la urna a la Chacarita. “Para despedirte, primero había que encontrarte”, dijo Jorge Lewinger, quien fuera su compañero. En la ceremonia estuvieron los padres de Pili y su hija Pilar. Nelly, una de sus amigas, leyó unos versos del chileno Luis Sepúlveda: “Así son ellas, las únicas, irrepetibles, imprescindibles, sufridas, golpeadas, negadas pero invictas mujeres de mi generación”. Campiglia fue secuestrada el 8 junio de 1977 en la avenida Espora de la localidad de Banfield. El primer indicio sobre el paradero de sus restos surgió a principios de los años noventa, cuando el Equipo de Antropología Forense exhumó un cuerpo sin rastros de balas; Campiglia se había suicidado para evitar la tortura. En la fosa había restos de otras 340 personas. Recién este año pudo hacerse el complejo análisis de histocompatibilidad sobre las muestras de ADN de los restos de Campiglia y de su hija Pilar, que develó sin equívocos la identidad de la detenida-desaparecida. En la placa que identifica su tumba ahora se lee: “Aquí estoy, para que mi cuerpo y mi identidad sean una nueva denuncia de la barbarie y para ayudar a construir la memoria del terrorismo de Estado”.
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