“El contrato moral es para todos. Es una alianza de conductas para reconstruir el país, no una alianza partidocrática.” Con estas palabras, Elisa Carrió encabezó ayer el encuentro central que tuvo el Congreso Nacional del ARI en Mar del Plata. La jornada, convocada para definir el futuro lineamiento de la agrupación, sirvió más bien para reafirmar y explicar las bases de la idea fundante que la dirigente convirtió en caballito de batalla desde las elecciones de octubre. Ante un auditorio de unas trescientas personas, entre diputados nacionales, legisladores provinciales y concejales, Carrió avanzó sobre las propuestas del partido, sin omitir ocasionales disparos contra el Gobierno. “Los intendentes del conurbano del viejo menemismo hoy son progresistas de nuevo porte”, fue una de las duras sentencias.

Tal vez el discurso de Carrió haya sido lo más esperado de un congreso que tuvo como consigna analizar la realidad nacional, pero cuyo trasfondo sirvió para limar las asperezas que surgieron durante los últimos días, fundamentalmente luego de las versiones de un presunto acercamiento de Lilita con Mauricio Macri. En realidad, las especulaciones comenzaron tras un encuentro que mantuvo la dirigente con la titular del bloque macrista en la Legislatura porteña, Gabriela Michetti. Desde las dos fuerzas, inmediatamente se encargaron de aclarar que la intención solamente fue discutir el mapa político del país, algo que no deja de ser relevante en tanto ése fue el tema que encabezó el encuentro nacional del ARI.

Durante más de una hora, la dirigente habló sobre la situación social, analizó los desafíos de la política y explicó las bases ideológicas del partido. En este sentido, comenzó reflotando la idea del contrato moral. “El rearme moral de la Nación va a terminar con la pobreza. Es una alianza de conductas para reconstruir el país, no una alianza partidocrática. La nueva matriz por la que trabajamos no tiene como beneficiario al ARI, a un partido o al centroizquierda o al centroderecha, sino que el beneficiario será todo el pueblo”, siguió en un discurso con un marcado sesgo técnico.

Luego se volcó de lleno al mapa partidario. “No peleamos por una porción de poder, estamos peleando por un cambio cultural y si ese cambio se produce van a cambiar la izquierda y la derecha, va a cambiar la política”, agregó en referencia a una idea que viene analizando desde hace un tiempo y que también formó parte del encuentro con Michetti. Ambas plantearon la necesidad de promover un escenario político similar al modelo europeo, con un sistema bipartidista en donde convivan las fuerzas de centroizquierda y centroderecha. En realidad, se trata de un anhelo que también se ha podido escuchar varias veces por los pasillos de Casa Rosada. Aunque el congreso de ayer sólo buscó dejar en claro las distancias con el oficialismo. “No se humillen ante el pensamiento estéril que permite que los intendentes del conurbano del viejo menemismo hoy sean progresistas de nuevo porte”, apuntó Carrió.

El problema por el tema de la carne tampoco le pasó por alto y criticó los embates del presidente Néstor Kirchner contra sectores ganaderos al sostener que “la oligarquía no son los pequeños y medianos productores agropecuarios, sino los que se robaron el país”. Para concluir, Lilita avanzó sobre su hipótesis de que el oficialismo está manteniendo una gestión corrupta, usufructuando la estructura del Estado. Aunque esta vez no dio nombres –como suele hacer, con una mención especial para el titular de Planificación, Julio De Vido–, la dirigente sintetizó su evaluación política de la realidad: “Hay sociedades anónimas creadas por el gobierno nacional que están por fuera del derecho público. Estamos asistiendo entonces a cómo, patéticamente, se lleva al Estado por arrabales últimos, por el modelo de la sociedad anónima”.