Mar 04.04.2006

EL PAíS  › ENTREVISTA A MARTIN SABBATELLA

“Romper con la tradicional cultura del progresismo”

El intendente de Morón explica sus diferencias con el Gobierno y habla del espacio de centroizquierda que aspira a recrear con Binner y Juez. Anhela que esa fuerza supere los límites habituales del progresismo, “que se siente más cómodo en un espacio testimonial”.

› Por Eduardo Tagliaferro

A los 29 años se convirtió en uno de los intendentes más jóvenes de la Argentina. Desterró al menemismo de su distrito cuando todavía había quienes bailaban encandilados el ritmo de los ’90, superó la crisis de 2001 y el derrumbe de su fuerza política, el Frepaso. Con mayor respaldo entre sus vecinos, con algunos años más a cuestas, Martín Sabbatella busca superar los límites de Morón para proyectarse a otros distritos. Con el intendente de Córdoba, Luis Juez, con el socialista de Santa Fe Hermes Binner y con el entrerriano Emilio Martínez Garbino, apunta a construir un espacio progresista. “Me cuesta definir la política en términos de oficialismo y oposición”, dice en diálogo con Página/12. Verborrágico pero cuidadoso en los silencios y en cada definición, reivindica su autonomía política y afirma que “la gobernabilidad es un fantasma que se agita para que nada cambie. Hay que enfrentarlo con vocación transformadora y rupturista”.

–Usted no está dentro del peronismo, la transversalidad aparentemente ha fracasado, ¿qué futuro político imagina para su propuesta?

–Nosotros seguimos trabajando en la construcción de lo que es el Encuentro por la Democracia y la Equidad. No sólo en Morón, sino también en toda la provincia de Buenos Aires, en Santa Fe y en la ciudad de Buenos Aires, por citar lugares en los que hoy tenemos desarrollo. Seguimos convencidos de la necesidad de construir una fuerza política nueva. Esa fuerza no tiene que ser autosuficiente y por ello tiene que colaborar con la construcción del espacio de centroizquierda o izquierda democrática o izquierda nacional, como prefiera llamarlo.

–¿De qué manera?

–Estamos recorriendo distintos lugares del país y de la provincia de Buenos Aires. Ya nos hemos presentado a elecciones en distintos lugares en los que tenemos desarrollo. Seguimos con los actores de este espacio que está atomizado, dividido, desparramado, porque creemos que en algún momento tiene que haber un sistema de partidos más coherente, más ordenado, en el que lo que una y desuna sean las ideas, los principios, las convicciones y no las pertenencias partidarias históricas.

–¿En un primer momento no estuvo de acuerdo con la transversalidad que buscaba organizar el kirchnerismo?

–Desde el origen de la transversalidad no estuve de acuerdo, me pareció que sería una estructura satelital del PJ. El concepto de transversalidad es otro. Conceptualmente estoy de acuerdo con el hecho de que hay ideas que atraviesan transversalmente a distintos partidos. Con la transversalidad expresada como estructura, no estoy de acuerdo.

–Se repite que los partidos tradicionales están agotados, sin embargo el peronismo parece tener mayor capacidad de reciclarse.

–Nosotros creemos que los partidos tradicionales están agotados como herramienta de transformación. Las estructuras están viciadas, corrompidas, vacías de contenido, no expresan lo que una vez expresaron. Son maquinarias pragmáticas en muchos casos funcionales a cualquier ideología. Cualquier colectivo los deja bien. Lo que es cierto también es que en este espacio atomizado hay muchos que genuinamente apuestan a la transformación de las estructuras desde adentro.

–¿Eso es posible?

–Los respeto, pero no estoy de acuerdo con esas posiciones. Con las reglas de ellos, ganan ellos. En parte porque vienen manejando las estructuras y también porque manipulan las reglas. Si el sistema de partidos políticos se pudiera unir en base a ideas, seguramente muchos de los que estamos separados tendríamos que estar juntos. Yo soy partidario de un sistema mucho más ordenado con perfiles claros de centroizquierda, centroderecha, derecha, izquierda. Más allá de las tradiciones políticas que se traigan, en esa confluencia habrá hombres y mujeres de todos los partidos. A la construcción de ese espacio nosotros contribuimos con una fuerza con capacidad de gestión, con vocación de poder y de hacer. Hay que construir una fuerza que rompa con la cultura tradicional del progresismo que se siente más cómodo en un espacio testimonial y en los márgenes.

–Detrás de Kirchner se han reciclado muchos dirigentes. ¿No teme que le suceda algo similar en una nueva construcción política?

–Hay que recuperar el valor de la coherencia. Coherencia en términos de práctica y de ideas. Que detrás nuestro se puedan reciclar muchos, eso puede pasar. Para evitarlo hay que construir mecanismos con reglas claras. La institucionalidad de un espacio impide ese reciclamiento.

–¿Luego de dos mandatos como intendente de Morón, se plantea ser gobernador de Buenos Aires?

–No mido las cosas en términos personales. Por cierto que esto es una frase hecha que la repite mucha gente, pero en mi caso es absolutamente cierto. Cuando tomamos la decisión de construir una fuerza política nacional, más allá de que estábamos convencidos de la importancia de lo local, consideramos clave participar de una fuerza provincial también. Queremos ser parte de un proyecto que gobierne la provincia, que gobierne la Argentina. Quiero ser parte de un proyecto colectivo.

–Pero la política hoy se ha personalizado. Cada partido parece tener nombre y apellido.

–No desconozco que en esto también vamos a contramano. La idea de formar partidos políticos también va a contramano en un momento en que pareciera que se desacredita el valor de los partidos. Yo creo en los partidos políticos, en la idea de frente, de concertación. Sé que todo esto va a contramano, pero la política también tiene que ver con interpelar a la sociedad desde lo que uno cree.

–¿Qué les impide a usted, a Hermes Binner o a Luis Juez, avanzar en la conformación de una fuerza mayor?

–Quizá las frustraciones anteriores generan cierta reacción. Hay una búsqueda, no certezas, y eso no me parece mal. Hay que reivindicar el tiempo de maduración de las cosas ya que muchas veces se han planteado atajos y terminaron siendo contradictorios. Con Juez, con Martínez Garbino, con Binner seguiremos discutiendo, ya que nos sentimos partes de un mismo espacio, de la misma manera que discutimos con sectores del socialismo o del ARI o del kirchnerismo, o de la CTA.

–¿Cómo es la convivencia política en Morón con los dirigentes que fueron soporte del menemismo o de las políticas de los ’90?

–Hay quienes venían del rouselotismo o del duhaldismo y hoy dicen lo contrario a lo que decían. Pero también hay quienes en minoría siempre dijeron lo mismo. Mi crítica va dirigida a que se tome como normal o natural convivir dentro de un partido con tipos que piensan lo contrario a uno. Es mala la capacidad pragmática de adaptarse a todo. No estoy dispuesto a compartir eso. Cierto es también que no se le puede pedir a una fuerza política construir su espacio y el de los otros también. Yo estoy de acuerdo con la política de derechos humanos del Gobierno, con la renovación de la Corte Suprema, pero estoy en contra de las modificaciones realizadas en el Consejo de la Magistratura. Me resulta muy difícil apelar a las categorías de oficialista y oposición. Tampoco se puede construir una fuerza progresista y transformadora convocando a Enrique Olivera.

–¿Ve al ARI en ese espacio progresista al que aspira?

–La búsqueda de la coherencia atraviesa a todos los sectores. Así como en el kirchnerismo se presenta el dilema de la incorporación de muchos ex dirigentes del duhaldismo y del menemismo, también sucede lo mismo en otros espacios. ¿Cuáles son los límites del espacio progresista? El ARI reivindicó el valor de la ética y que la política se aleje del delito. Pero éstas son cuestiones básicas pero no suficientes para construir una fuerza transformadora. No alcanza con no violar el Código Penal. Convocar a un conservador como Olivera para construir una fuerza progresista es contradictorio. No estoy de acuerdo con una fuerza preideológica. Creo en las ideas, creo en lo ideológico.

–¿Cómo se posiciona frente al actual modelo económico?

–El desafío es tener crecimiento con igualdad. Cuando se fue Roberto Lavagna, yo decía que si era para cambiar las políticas de distribución, bienvenido sea. Este es el dilema de Michelle Bachelet en Chile también. Es un debate en la región. Hay que lograr un espacio de consensos, como por ejemplo crear un consejo económico y social para luchar contra la pobreza y la desigualdad.

–¿Lo ve a Kirchner convocando a un consejo e impulsando políticas que surjan de un espacio amplio?

–Evidentemente ése no es su fuerte.

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