EL PAíS › VARIOS TESTIGOS ACUSARON A PATTI POR CRIMENES DE LA DICTADURA
En el proceso que le impediría asumir en Diputados, Gladys y Ethel Cambiasso culparon al ex subcomisario por el secuestro y asesinato de su hermano. Un sindicalista lo ligó a la desaparición de obreros.
› Por Adriana Meyer
El horror de los relatos de sobrevivientes de la represión militar se hizo presente en el Congreso. Durante cuatro horas, cuatro testigos describieron sus vivencias en el marco del proceso por el cual la Cámara de Diputados analiza la aptitud moral del represor y diputado electo Luis Abelardo Patti. “Yo sé que fue Patti el que mató a su hermano, yo fui testigo. Pero tengo mucho miedo, tengo hijos...”, dijo una voz atemorizada que llamó al teléfono de Gladys Cambiasso, tal como ella declaró ante los diputados de la comisión. Los casos por el asesinato de los militantes peronistas Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereyra Rossi y el de Gastón Gonçalves son algunos elementos de prueba que están desplegando los impugnantes del ex subcomisario para impedir que asuma en una banca. Ayer declaró también el sindicalista Orlando Ubiedo, que estuvo detenido con Gonçalves. “Patti era el responsable de Coordinación Federal en Escobar y caminó por las empresas pidiendo la lista de delegados. Vino a mi sindicato a buscar la nómina de la comisión directiva”, describió.
En la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento que preside el kirchnerista tucumano Gerónimo Vargas Aignasse comenzó ayer la ronda de testigos que pidieron los diputados impugnantes de Patti (Carlotto, Bonasso, Ferreyra, Conti y Tinnirello). La primera fue Gladys Cambiasso, que comenzó recordando los siete años de cárcel sin causa que sufrió su hermano antes de ser asesinado. “Pasó por todos los penales del país, fue torturado y maltratado y enfermó del corazón”, describió la mujer. Un año antes había recuperado la libertad y había montado una casa como militante de Intransigencia y Movilización Peronista. El sábado 14 de mayo de 1983 salió y avisó que regresaba antes del mediodía, para prepararle la comida a su madre. Como no volvió, la familia empezó a buscarlo, presentó hábeas corpus y realizó una movilización. En el diario La Capital había salido información sobre secuestros en el bar Magnum de Rosario. Pero antes de que terminaran aquella marcha los noticieros hablaban de Cambiasso y Pereyra Rossi como “subversivos abatidos en un enfrentamiento en Zárate”. “Los parroquianos fueron puestos contra la pared y amenazados de muerte, por eso nadie nunca quiso declarar, y hasta el dueño del bar tuvo un infarto”, relató Ethel Cambiasso, la otra hermana convocada. “Lo golpearon en la cabeza y lo desmayaron, luego lo tiraron en una camioneta junto a Pereyra Rossi, que estaba amordazado, y luego festejaron con tiros al aire”, agregó.
Minutos antes, Gladys recordó que el primer juez del caso, Juan Carlos Marchetti, había encarcelado a los tres imputados (Patti y los suboficiales Juan Spataro y Rodolfo Diéguez) por el asesinato de su hermano. Y cuando estaba a punto de declarar un testigo clave, “nunca más se lo pudo ubicar y en un giro total cerró la causa”. La testigo afirmó que sus abogados de entonces, entre quienes estaba la actual ministra de Defensa Nilda Garré, les dijeron que el juez había sido presionado. Antes de retirarse, describió que existió una reconstrucción del supuesto enfrentamiento y recordó que los letrados insistieron en que había sido “una total farsa”.
Cuando culminó el testimonio de las hermanas Cambiasso, se produjo el primer choque con la defensa de Patti. El abogado Rafael O’Gorman pidió la palabra, pero apenas comenzó a hablar el presidente de la comisión lo interrumpió. “No es momento de alegatos, no tiene la palabra”, lo frenó Vargas Aignasse. La diputada Mirta Pérez se mostró preocupada por saber si los testimonios iban a ser acompañados por expedientes judiciales, ignorando que las copias de las causas son parte de la prueba.
El tercer testigo fue el avicultor Orlando Ubiedo, quien era secretario general del Sindicato de Trabajadores Rurales y conoció a Gastón Gonçalves y a su mujer, Ana María Granada, en 1972, “como compañeros de la Juventud Peronista”. Ubiedo describió que en 1974 hubo una reunión para conmemorar la toma de Garín (de julio del ’70 que se atribuyen las FAR) en la cual Patti y Gonçalves tuvieron una “acalorada discusión” que terminó con amenazas del entonces policía. “Ya van a ver lo que les pasa”, fue la advertencia. “Nos allanaron el sindicato y nos secuestraron durante tres días”, dijo Ubiedo. El testigo relató que en aquella oportunidad los liberaron por las denuncias del periodista desaparecido Tilo Wenner, que recogió Clarín, y afirmó que siguió siendo perseguido en democracia. “Me intervinieron el sindicato, me armaron una causa”, se quejó. Y esto dio pie a la defensa de Patti para que intentaran invalidar sus dichos con preguntas que encubrían acusaciones hacia el testigo. Pero para que no quedaran dudas de por qué estaba allí, Ubiedo precisó que Patti participó en los dos secuestros de su hermano. “Llorábamos los dos cuando me contó cómo lo torturaron con picana en la boca... estaba todo hinchado”, describió.
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