Dom 16.04.2006

EL PAíS  › EVO MORALES SOBRE LA SITUACION DE LOS INMIGRANTES BOLIVIANOS EN ARGENTINA

“Todo gobierno debe evitar la servidumbre”

En una entrevista exclusiva con Página/12, el presidente de Bolivia analiza la crisis de los inmigrantes de ese país en Argentina tras el incendio en Caballito. El líder indígena explica sus propuestas para la comunidad boliviana y cuenta su experiencia como zafrero en Jujuy.

Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz


Los huecos en la agenda del presidente boliviano son inexistentes, cada reunión está superpuesta con las siguientes. Además de cumplir con sus obligaciones presidenciales, Evo Morales viaja constantemente a congresos y reuniones sindicales e, incluso, decidió aceptar un nuevo mandato como presidente de las seis federaciones cocaleras “para no perder el contacto con las masas”. Y la coca está presente también en su despacho: dos cuadros confeccionados con la “hoja sagrada” retratan al Che Guevara y a él mismo. La situación de los migrantes bolivianos en Argentina ocupó parte de su agenda la semana pasada. Una comisión gubernamental viajó a Buenos Aires para avanzar en “medidas concretas” para favorecer a esta comunidad de más de un millón de bolivianos, muchos de los cuales trabajan sin los más mínimos derechos laborales. En este diálogo con Página/12, el mandatario indígena se refiere a la “crisis de los migrantes” provocada por el incendio de un taller textil en Caballito y la muerte de seis personas, cuatro de ellos niños. Cuenta su experiencia infantil como inmigrante argentino, reconoce que los bolivianos en Buenos Aires prefieren quedarse allí, aunque promete crear condiciones para su regreso. Y habla de una nueva forma de relación “descolonizada” entre la embajada y la comunidad bolivianas.

–Usted fue migrante en el norte argentino. ¿Cómo fue su experiencia?

–En los años ’60 yo migré con mi papá, que era zafrero, a la zona de Jujuy, a los cañaverales de azúcar, y ahí conocí la escuela. Era una migración dura pero temporal, en la época de la zafra. Ahí conseguí mi primer trabajo vendiendo picolé (helados de palito) y con eso ganaba algo de plata para ayudar a mi familia, sólo comíamos tostado de fideo y té. Conocí la escuela en el cañaveral Galilea, en Jujuy, pero era un aymara cerrado, casi no entendía el castellano y tuve que abandonar los estudios. La vida en el Altiplano era dura. En mi familia, de siete hermanos, vivimos sólo tres, mis otros hermanos perdieron la vida con uno o dos años. Vivíamos en una casita de adobe que nos servía como dormitorio, cocina, comedor y prácticamente de todo; al lado teníamos el corral para nuestros animales. Vivíamos en la pobreza como todos los comunarios. Siempre recuerdo a las grandes flotas (micros) que transitaban por la carretera, repletas de gente que arrojaba cáscaras de naranja o plátano. Yo recogía esas cáscaras para comer. En ese entonces, una de mis aspiraciones mayores era viajar en alguno de esos buses. Debido a esa situación de extrema pobreza, mis padres migraron más tarde a la zona del Chapare, en el trópico de Cochabamba. Por eso comprendo el dolor de los bolivianos que, por buscar fuentes de trabajo, por mejorar su situación, migran a la Argentina, a España o a Estados Unidos. Y, al no tener papeles, la vida se vuelve dramática para muchos de ellos.

–Ahora, como presidente, ¿cómo vive la situación de miles de compatriotas sometidos a esta situación de precariedad extrema?

–En estos días hay millones de migrantes latinos movilizados en Estados Unidos a causa de esta situación. Lamentablemente, la colonización nos ha traído esta partición del continente, de lo que era esa patria grande llamada Abya Ayala. Hoy necesitamos visas, pasaportes... A eso se sumó, en los últimos años, la aplicación de políticas económicas neoliberales que excluyeron a las mayorías nacionales del reparto de la riqueza y destruyeron las fuentes de trabajo. Estamos tratando de revertir los efectos de estas políticas. Muchos hermanos migraron, la gran ventaja que tienen los bolivianos es que son conocidos como honestos y trabajadores. Trabajan en condiciones muchas veces insalubres, sin derechos laborales. Muchos se aprovechan de la filosofía indígena que dice “no robar, no mentir, no ser flojo”, y algunos talleres o pequeñas empresas contratan trabajadores bolivianos en condiciones de servidumbre.

–Incluso empresarios bolivianos...

–Sí, bolivianos que someten a bolivianos y cualquier gobierno tiene la obligación de evitar las condiciones de servidumbre y garantizar el respeto a la dignidad de las personas, a su seguridad laboral, y en eso se está trabajando con la Argentina en los niveles que corresponde. En todo caso, sería importante dar ciertos plazos para que las empresas, sean bolivianas, argentinas o de otras nacionalidades, regularicen la situación de los trabajadores, para que el trabajo sea digno, con respeto a los derechos humanos. Esa es la instrucción que le di a la comisión que viajó a Buenos Aires.

–Muchos bolivianos se quejan de que en la embajada los tratan mal. El canciller David Choquehuanca habló de “descolonizar” el servicio exterior, ¿cuáles serán los cambios?

–Estamos reformulando el servicio diplomático y en Argentina necesitamos gente que apoye a nuestros hermanos, especialmente en el tema de la provisión de documentación. Estamos muy preocupados, por eso ha viajado una comisión compuesta por cuatro viceministros y el director del Registro Civil que ya ha comenzado a trabajar para reducir los costos y los tiempos de provisión de partidas de nacimientos y certificados de antecedentes, que se requieren para el trámite de residencia y servirán también para implementar el voto de los ciudadanos bolivianos en el exterior. Se están organizando brigadas móviles para facilitar esos trámites, de igual manera que en nuestro país estamos implementando un plan para carnetizar (otorgar DNI) en forma gratuita a más de 600 mil bolivianos con la ayuda del gobierno venezolano.

–¿Qué otras acciones está encarando su gobierno para los migrantes?

–También estamos evaluando poner en marcha un viceministerio o una dirección nacional para promover los derechos de nuestros hermanos en el extranjero. Como hemos dicho, vamos a implementar una diplomacia de doble vía, con los gobiernos y con las comunidades. Se incluirá en las agendas bilaterales con los países receptores programas de promoción de los derechos de los migrantes, pero los cónsules y embajadores bolivianos deben entender que la mayoría de los migrantes son indígenas, pobres, que tienen derecho a ser tratados de igual a igual. No vamos a tolerar expresiones de racismo contra sus propios compatriotas de parte de funcionarios que viven de espaldas a las comunidades.

–Justamente, el cónsul en Buenos Aires, Albaro Gonzales Quint, fue denunciado por supuestos vínculos con la red de tráfico de personas. ¿Habrá alguna investigación por parte del gobierno boliviano?

–Hasta el momento, la cancillería boliviana no ha recibido una notificación oficial de esa acusación. Pero, en todo caso, se ha solicitado al señor Gonzales Quint un informe detallado y se está investigando. Nuestro gobierno está impulsando una lucha firme contra la corrupción y la impunidad que debe llegar también a las legaciones diplomáticas.

–Además del acuerdo para facilitar la regularización de los inmigrantes bolivianos en Argentina, ¿aspira a implementar una política de repatriación?

–Parte de nuestro proyecto de refundación de Bolivia es crear las condiciones para que los compatriotas que migraron puedan retornar a su país. Quienes se fueron lo hicieron porque parecía que no cabían en este país destruido por el neoliberalismo, que generó un masivo exilio económico y social; queremos que se incorporen a este proyecto de construcción de una nueva Bolivia que pueda contener a todos sus habitantes. Aspiramos a que, con el Plan Nacional de Desarrollo que estamos elaborando, que incluye la mecanización del agro y el apoyo a las comunidades, nuestros hermanos encuentren en Bolivia lo que buscaban y no encontraron en el extranjero. La Bolivia olvidada por el colonialismo y el neoliberalismo, los microempresarios, los comunarios, los artesanos, serán la prioridad del nuevo modelo económico que estamos implementando. Pero es un proceso, no se reconstruye un país de la noche a la mañana. Hay que cambiar las políticas económicas y recuperar e industrializar nuestros recursos naturales. Para mí los recursos naturales siguen siendo la esperanza para el pueblo boliviano.

–El gobierno de la ciudad de Buenos Aires está clausurando los talleres por las condiciones de explotación laboral, muchos trabajadores terminan en albergues que les brinda la municipalidad. ¿Qué va a hacer el gobierno boliviano con los emigrantes que están en esas condiciones?

–En estos casos extremos, se ha acordado la cooperación de la Organización Internacional de Migraciones para que se pueda financiar su retorno a Bolivia y la provisión de un pequeño apoyo económico para reiniciar sus actividades en el país. Estamos hablando de los bolivianos alojados en centros de emergencia y de las víctimas del taller incendiado. Sin embargo, el vicecanciller nos ha informado que la mayor parte de los migrantes bolivianos en Buenos Aires quieren quedarse. Por ello se acordaron programas de contención social e inserción laboral y apoyo de emergencia con el gobierno de la ciudad de Buenos Aires.

–En las manifestaciones de los bolivianos residentes en Argentina se reclamó su ayuda. ¿Cuál es su respuesta?

–Que no pierdan la esperanza. Estamos acá para cambiar Bolivia pensando también en su situación. Tengo muchas esperanzas en que con el nuevo modelo económico, con la nacionalización y la industrialización de nuestros recursos naturales podremos crear fuentes de trabajo digno para que todos podamos vivir juntos en nuestro país, y las familias divididas puedan volver a juntarse. Finalmente, como presidente debo reconocer la voluntad política y los esfuerzos del gobierno argentino para mejorar la situación de nuestros compatriotas.

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