EL PAíS › ARGENTINA Y URUGUAY QUIEREN QUE LOS OBISPOS HABLEN CON LAS EMPRESAS Y VECINOS
El Gobierno avanza en un acuerdo con el Frente Amplio uruguayo para respaldar las gestiones de los obispos en el conflicto por las papeleras. Quieren que hablen con las empresas y con los ambientalistas para que se paralicen obras y cortes por 90 días. Así retrotraerían la situación a lo conversado entre Kirchner y Tabaré en Chile.
El gobierno argentino avanza en un acuerdo con el Frente Amplio para que Uruguay respalde la gestión de los obispos por las papeleras. Con el diálogo entre los presidentes congelado, la Casa Rosada busca que la Iglesia acerque posiciones entre los países y ayude a retrotraer la situación al acuerdo alcanzado por Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez en Chile. El objetivo es que los obispos intervengan para que la empresa Botnia suspenda sus obras de construcción por 90 días y los vecinos de Entre Ríos levanten los cortes de ruta, las dos condiciones necesarias para que pueda realizarse el estudio de impacto ambiental.
Fuentes de la Casa Rosada dijeron que la propuesta tiene el respaldo, en el Uruguay, del negociador en el conflicto, el secretario de la presidencia Gonzalo Fernández, así como también del ministro de Medio Ambiente, Mariano Arana, y de José Mugica, integrante del gabinete de Tabaré y figura de peso político en el Frente Amplio.
El aval del Gobierno a una gestión eclesiástica es clave en la República Oriental, donde la Iglesia Católica está separada del Estado desde principios del siglo XX. Desvinculados de los asuntos estatales durante la presidencia de José Ba-tlle y Ordóñez, los clérigos uruguayos no han tenido, como sí ocurrió en la Argentina, una injerencia relevante en los asuntos políticos.
El presidente de la Conferencia Episcopal, Jorge Bergoglio, y el arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno, ya abrieron un canal, con una conversación realizada la semana pasada. El diálogo tuvo fuerte repercusión por el apoyo de Kirchner, quien dijo que le “encantaría” que “las dos Iglesias ayuden” a resolver el diferendo. En respuesta a esa declaración del Presidente, las principales figuras católicas de ambos países se dijeron dispuestas a “tender puentes”.
Sin embargo, ayer el presidente de la Conferencia Episcopal del Uruguay, monseñor Pablo Galimberti, salió a enfriar las expectativas. El obispo admitió que “hay buena disposición y algunos contactos aislados”. Pero aclaró que “no” conocen “concretamente” la propuesta de Kirchner.
Galimberti consideró que se necesitan ciertas condiciones para que la Iglesia juegue un papel en el conflicto. Aunque existe preocupación “tanto en la gente como en los trabajadores directamente involucrados”, dijo, antes de comenzar un trabajo, “pediría a los obispos argentinos el contexto en el cual el presidente Kirchner hizo la apelación a que intervengan las Iglesias”.
De esta forma se conocería “en cuánto está de acuerdo en avanzar (Kirchner), dándoles crédito a los obispos argentinos” para que “nosotros hiciéramos algo semejante aquí” junto al gobierno de Vázquez. Galimberti insistió en la necesidad de obtener un respaldo previo de ambos gobiernos, porque “después de dos intentos de encuentros presidenciales que no se concretaron, tenemos que ser cautelosos”.
En el gobierno argentino dicen que el rol que esperan de la Iglesia no es estrictamente el de una mediación, sino el de una ayuda para bajar la conflictividad del diferendo. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, no ha cortado el diálogo con el negociador designado por Tabaré Vázquez, Gonzalo Fernández. Ambos comparten la opinión de que Argentina y Uruguay habían llegado a un buen acuerdo político (el de realizar un estudio de impacto ambiental consensuado) y que este acuerdo es todavía salvable. Para reflotarlo, la compañía finlandesa Botnia debería rever su decisión de no colaborar. Y del lado argentino, los vecinos de Gualeguaychú y Colón, levantar los bloqueos a los puentes.
Si el primer objetivo es encargado a los obispos uruguayos (aunque no se sabe cómo serían capaces de conseguirlo), el trabajo de lograr la suspensión de los cortes recaerá sobre las espaldas del nuevo titular de la diócesis de Gualeguaychú, Jorge Lozano.
El obispo, quien se encuentra al frente de las conversaciones con sus pares del Uruguay, dijo que desde su óptica el tema de las papeleras no está estancado. “Al contrario –definió–, me parece que se van dando pasos para buscar soluciones. A veces parecen más cerca, otras parecen más lejos, pero yo creo que se van dando pasos y que el tema no está parado.” Lozano fue entrevistado por El Diario, de Paraná, ante el que confirmó que participan de las conversaciones monseñor Pablo Galimberti, el obispo de Mercedes, Carlos Colazzi, y el de Salto, Heriberto Bodean. Esta semana, añadió, se producirá un nuevo encuentro entre los religiosos, aunque todavía no está definido el lugar ni la hora.
Lozano tuvo, como los uruguayos, cuidado en no usar la palabra “mediación”. Las conversaciones entre las Iglesias “apuntan a buscar acercar a la gente al diálogo. De allí a decir que es una mediación en sentido técnico, es otra cosa”, puntualizó.
La disposición de los obispos a colaborar había sido planteada por la jerarquía eclesiástica al canciller Jorge Taiana en dos encuentros, primero en la sede del Episcopado y luego en el Ministerio de Relaciones Exteriores. En ambas ocasiones, Taiana habría agradecido el ofrecimiento, pero descartado por el momento esa posibilidad. La invitación que Kirchner formuló el domingo fue la señal de que la situación había cambiado. El tema es más difícil para las autoridades uruguayas, representantes de un gobierno de izquierda en un Estado laico. Los gestos que se hicieron desde Montevideo calzan en esos límites. Lo relevante es que no se hayan hecho objeciones de fondo a esta posible salida.
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