Mar 18.04.2006

EL PAíS

Perpetua para el policía que fusiló a una chica embarazada en la Villa 20

El crimen fue cometido hace poco más de un año. La joven, de 14 años, recibió un tiro por la espalda. Otros dos policías fueron condenados a tres años por privación abusiva de la libertad y lesiones leves y quedaron libres. La familia, conforme con la sentencia.

Con la condena a prisión perpetua para el ex cabo de la Policía Federal Adrián Bustos, finalizó ayer el juicio oral por el homicidio de Camila Estefanía Arjona, la chica de 14 años embarazada de cuatro meses y medio, que fue asesinada hace poco más de un año de un balazo, en la Villa 20 del barrio de Villa Lugano. Los otros dos policías acusados, el cabo Miguel Angel Almirón y el agente Mariano Cisneros, fueron condenados a tres años por los delitos de privación abusiva de la libertad y lesiones leves. La familia de Camila y algunos de sus vecinos realizaron una marcha desde la escuela a la que iba la chica hasta el lugar en el que murió para demostrar su conformidad con la sentencia contra “este señor que mató a mi hija”, como dijo anoche la madre de la víctima, Norma Díaz.

Los hechos que terminaron tomando la forma de juicio oral comenzaron en la madrugada del 1º de abril de 2005, cuando Camila estaba durmiendo en la casa de su novio, Leonardo Ramos, de 17 años. Cerca de las 4.30, el ruido de gritos y disparos los despertó. Como sabían que el hermano de Leonardo estaba en la calle, los dos salieron para ver qué sucedía. Una vez en la vereda se encontraron con tres policías, sin uniformes y con sus armas en la mano. Uno de ellos les gritó que se quedaran quietos. Pero los dos chicos se dieron vuelta y empezaron a correr. Apenas unos pocos pasos había dado Camila cuando, de espaldas y con los brazos arriba, recibió una bala 9 milímetros en la columna. Después, persiguiendo a Leonardo, el trío de federales pasó corriendo al lado del cuerpo, que estaba boca abajo, creyeron que estaba cubriéndose de las balas y uno de ellos le dio una patada en la cabeza.

Los tres policías, los cabos Adrián Bustos y Miguel Angel Almirón y el agente Mariano Cisneros, pertenecían a la comisaría 52 y debían estar esa noche custodiando la casa de un vecino del barrio. Sin embargo, dejaron sus puestos –según declararon durante el juicio– para recorrer la villa en busca de datos sobre Gula, alguien a quien en la comisaría querían detener. Durante la recorrida tomaron algunas cervezas y discutieron con un grupo de chicos. A uno de ellos, Eduardo Plaza, lo golpearon contra un poste y le hicieron perder un diente. Por ese hecho fueron condenados a tres años Almirón y Cisneros, encontrados culpables de privación abusiva de la libertad y lesiones leves. Los dos quedaron ayer en libertad, ya que están detenidos desde que ocurrió el hecho y la pena se considera cumplida.

Antes de escuchar la decisión del Tribunal Oral en lo Criminal 10, los imputados tuvieron la oportunidad de decir unas palabras. Como durante todo el mes que tomaron las audiencias, Almirón se mantuvo en silencio. Cisneros, en cambio, consideró que se lo iba a condenar por ser policía y hacer su trabajo. En su interpretación de los hechos, lo sucedido fue solamente “un accidente laboral”.

Por su parte, las palabras de Bustos generaron malestar en la familia de Camila, presente en la sala. Luego de explicar que aprovechó la Semana Santa para analizar su situación, comentó que él mismo utilizó sus conocimientos de armas para realizar una pericia. De acuerdo con sus resultados, diferentes a los de los peritos en balística, a Camila le dispararon desde arriba cuando ya estaba tirada en el piso. Su intención era insistir en que él no disparó, sino que podría haber sido un testigo clave, Alfonso Paniagua, quien dijo haber visto todo lo que pasó desde una terraza. “Vos agarraste la pistola y le disparaste a la piba. Y encima, le pisaste la cabeza”, le había dicho Paniagua a Bustos en un careo.

Bustos también se quejó y dijo tener “bronca” porque el juez de instrucción “en vez de investigar quiso encontrar un culpable y me señaló a mí”. Molesto con la presencia de las cámaras de televisión en la última jornada del juicio, Bustos debió abandonar la sala trasponiendo una cortina ubicada detrás del lugar ocupado por los jueces. En su camino hacia esa salida alternativa, se dio vuelta para hablarle a la madre del novio de Camila y decirle, desafiante: “Aramayo, no sé cómo tenés cara para estar acá”. Según el tribunal, el responsable del disparo fue Bustos, quien recibió la pena de prisión perpetua por los delitos de homicidio calificado, privación abusiva de la libertad y lesiones graves.

El fiscal Carlos Giménez Bauer y el abogado de la querella, José Vera, coincidieron en pedir la pena de reclusión perpetua, más la accesoria por tiempo indeterminado para el autor del disparo. A pesar de las diferencias entre la pena pedida y la obtenida, Vera señaló a este diario: “Estamos conformes con la decisión del tribunal. No vamos a apelar el fallo, pero sí vamos a contestar todos los recursos que pueda presentar la defensa”.

Aunque aún no se conocieron los fundamentos del fallo, luego de más de un mes de audiencias públicas quedaron claros algunos de los elementos que guiaron a los jueces. Los tres acusados reconocieron haber abandonado el lugar que debían custodiar e incluso aceptaron haber disparado, aunque dicen haberlo hecho al aire. Cerca de donde apareció el cuerpo de Camila se encontraron 16 vainas de calibre nueve milímetros, todas salidas de armas policiales. Además de que los tres policías fueron reconocidos en 15 rondas de reconocimiento, fue fundamental el testimonio de Adolfo Paniagua, quien reconoció a Bustos como quien le disparó a Camila y luego le dio una patada en la cabeza.

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