EL PAíS › MURIO EN CORDOBA, A LOS 87 AÑOS, EL CARDENAL RAUL PRIMATESTA
Durante casi treinta años, Primatesta ejerció su poder para justificar los vínculos de la cúpula eclesiástica con los militares. Rechazó todo atisbo de autocrítica. Recién con su retiro se inició alguna revisión.
› Por Washington Uranga
El cardenal Raúl Francisco Primatesta, de 87 años, cuatro veces presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, durante 33 años arzobispo de Córdoba, y una de las figuras de la jerarquía católica más públicamente cuestionadas por sus vinculaciones con la dictadura militar, falleció ayer por la mañana en su departamento particular en la capital cordobesa. Durante casi treinta años, Primatesta fue una figura político-institucional muy influyente tanto en la Iglesia como en la vida política del país. Mantuvo una relación muy estrecha con los militares que condujeron el terrorismo de Estado, defendió la actitud de la jerarquía católica durante esa época y, ante sus pares, se opuso una y otra vez a cualquier autocrítica institucional de la Iglesia respecto de lo actuado entre 1976 y 1983. Apenas cuando la figura de Primatesta entró en declive, los obispos ensayaron una tibia autocrítica por lo realizado en materia de defensa de los derechos humanos. Al ahora fallecido cardenal cordobés se lo recuerda también por su negativa absoluta a recibir a las Madres de Plaza de Mayo cada vez que éstas se lo solicitaron con la intención de pedirle que colaborara en la demanda de justicia para los desaparecidos y sus familias.
Figura de fuerte personalidad, mientras Primatesta estuvo en pleno uso de sus facultades, ejerció un poder casi sin límites dentro de la Iglesia argentina, lo que le permitió no sólo ser interlocutor de presidentes democráticos y poderes de todo tipo sino, también, influir decididamente en la designación de obispos y en las orientaciones y pronunciamientos del Episcopado.
El cuerpo de Primatesta está siendo velado desde ayer en la Catedral cordobesa y será sepultado mañana en el mismo lugar. El féretro descubierto se colocó sobre una alfombra roja junto al altar principal de la Catedral. En la homilía de la misa de cuerpo presente, el arzobispo de Córdoba, Carlos Ñañez, expresó su “agradecimiento” a Primatesta y recordó que “me recibió en el Seminario, me ordenó sacerdote y me consagró obispo. En la última etapa de su vida, me decía: ‘Vos me tenés que decir lo que tengo que hacer, porque vos sos mi obispo’”, agregó. Por su parte, el gobierno provincial decretó tres días de duelo por la muerte del cardenal.
La Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina, que encabeza el cardenal Jorge Bergoglio, emitió un comunicado en el que expresa que “el fallecimiento del cardenal Raúl Francisco Primatesta significa para la Iglesia en la Argentina un profundo dolor que vivimos confortados con la esperanza que nos da la fe en la Resurrección de Jesucristo que celebramos en este tiempo de Pascua”. Agregan que “los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina nos unimos en oración pidiendo al Señor que reciba en su gloria a quien durante tantos años ha servido a la Iglesia como arzobispo de Córdoba con mucha generosidad y entrega”.
Primatesta –que había nacido en Capilla del Señor, provincia de Buenos Aires, el 14 de abril de 1919– falleció como resultado de una enfermedad coronaria que lo afectaba desde hace años, y por la cual ya había sido operado y meses atrás sometido a una desobstrucción de arterias. Después de esa intervención se informó que la misma había tenido “muy buenos resultados”. Su primera responsabilidad como obispo fue en el cargo de auxiliar de La Plata, donde recibió el 15 de agosto de 1957 la consagración episcopal de manos de Antonio Plaza y Adolfo Tortolo, otros dos obispos que luego estarían claramente vinculados con la dictadura militar. Desde 1961 fue el primer obispo de San Rafael (Mendoza) y desde el 16 de febrero de 1965 se hizo cargo de la titularidad del Arzobispado de Córdoba. En 1973, el papa Paulo VI lo ungió cardenal. El 14 de abril de 1994 presentó la renuncia al gobierno pastoral de la Arquidiócesis de Córdoba por alcanzar la edad de 75 años, pero Juan Pablo II le prorrogó su mandato y le aceptó la renuncia sólo mucho tiempo después, el 17 de noviembre de 1998.
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