Telerman ya lleva un mes y medio al frente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Los primeros días los dedicó a establecerse y también a definir la estructura de su administración. Después vino la negociación política para definir su gabinete y recién entonces empezó a cubrir el resto de los cargos en cada una de las áreas de gestión.

La administración porteña ya completa combina funcionarios nuevos con otros que vienen de la gestión de Aníbal Ibarra y bajo su paraguas conviven kirchneristas, ibarristas, socialistas y dirigentes de otras corrientes del peronismo. Telerman los reunió a todos los ministros, subsecretarios y directores la Sala Casacuberta del Teatro San Martín.

Telerman trató de dar un primer mensaje: que el duelo por la “injusta” destitución de Ibarra llegó a su fin y que es momento de seguir adelante con la gestión. No lo dijo así, pero llamó a “abandonar la nostalgia” y señaló que “el mejor homenaje a la gente que nos votó es hacer la mejor elección posible”. También afirmó que va a “quien no tenga el temple ni las ganas” lo va a “comprender si elige otro camino”.

En tono de arenga, Telerman reivindicó al progresismo como espacio de pertenencia de su administración y pronosticó una nueva derrota de la derecha el año próximo. La frase “vamos hacia el mismo lado adonde íbamos” no fue su única referencia en el sentido de que su gobierno es una continuidad del que empezó Ibarra, a quien se refirió incluso en forma puntual. Reseñó, de hecho, que la gestión progresista en la ciudad “nació en 2000” y se “consolidó en 2003”, además de resaltar: “Este es un gobierno preparado para gobernar en las crisis”.

El discurso de Telerman alcanzó su mayor voltaje político con su aseveración de que “hay una estrategia de desgaste porque nos toman en serio” y el remate: “Hacemos mucho y entonces empieza preocuparse”.

La denuncia de Telerman no estuvo desvinculada de la ironía con que “agradeció” el informe de la Defensoría del Pueblo sobre las carencias de los porteños del sur ni de la “maldad y malicia” que atribuyó a la difusión de esas situaciones “indignantes”. Sus allegados advierten que la actitud de Pierini, una dirigente histórica del PJ Capital, no fue inocente e indican que estaría jugando en sintonía con el vicepresidente Daniel Scioli, quien ha dado indicios de su decisión de pelear por la Jefatura de Gobierno el año próximo. Eso lo convierte automáticamente en adversario de Telerman, también anotado ya en esa carrera.

Hay dos datos que en el gobierno porteño no pasaron por alto en los últimos días: que en 2003 Pierini acompañó a Scioli en una fórmula a jefe de Gobierno para unas elecciones que después se suspendieron y que el vicepresidente se arroga un guiño del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien por Telerman no tiene precisamente simpatía.