EL PAíS › REPORTAJE A NESTOR KIRCHNER EN SU TERCER ANIVERSARIO
En un amplio balance, el Presidente habla de construcción política, de la batalla por la economía –FMI, quita de la deuda, pobreza, empleo, inflación, tarifas–, de su visión de Chávez, Evo y EE. UU., de las peleas con los medios y del acto del jueves. Por qué cree que Argentina logró salir “del último escalón”.
El Presidente recibe a Página/12 en su despacho, informa a los cronistas a ritmo de vértigo de los resultados de una encuesta de opinión sobre el aumento a los jubilados. Sin esperar respuesta, encarga café y bebidas, para luego concentrarse en la entrevista que durará más de hora y media. Se repantiga en su silla, ni mira el té que se enfría en su taza y sólo sorbe un vaso de agua. Nadie interrumpe el reportaje, nadie entra, ningún teléfono suena. El único testigo oficial, Oscar Parrilli, no interviene, aporta algunos asentimientos con la cabeza y sonrisas. Néstor Kirchner se toma todo el tiempo del mundo para contestar cada pregunta, pero suele responderlas de volea. Así que cuando se toma un tiempo para meditar, como cuando se le requiere un juicio de valor sobre su colega uruguayo, Tabaré Vázquez, cabe atribuirle peculiar significación a la pausa. Igualmente torrentoso que en el atril pero en tono coloquial y algunos decibeles más abajo, con la usual profusión de cifras, valiéndose mucho del pretérito perfecto, el Presidente intenta un saldo de sus tres primeros años de gobierno. Cuando termina, accede a sacarse unas fotos de pie pero no a levantar los brazos frente a la cámara. Son las nueve de la noche del miércoles y tal parece que su día no ha terminado. Julio De Vido está en la antecámara y no es el único.
–La primera pregunta es casi protocolar: un balance de sus tres años de gobierno, lo que falta, lo que se puede hacer en un año y lo que ya sabe que no va a poder hacer.
–Siempre digo que puedo mirar al pueblo argentino de frente porque le prometía esfuerzo y sacrificio y no quería generar un discurso de promesas y construir nuevas desilusiones. El día que entré a este despacho y me quedé a solas con mi compañera y mis hijos, tomé conciencia de la soledad para resolver una de las crisis más profundas. Una Argentina sin reservas, altamente endeudada, subordinada a los organismos internacionales, con la autoestima perdida, con la dirigencia sin ganas de luchar, un pueblo resignado después de ver cómo se sumaba fracaso tras fracaso y de una pobreza, desempleo, indigencia, desinversión nunca conocidos en la etapa contemporánea. Dije que estábamos en el último escalón del infierno. A tres años, creo que seguimos estando en el infierno, pero que el 10 de diciembre de 2007 le podremos decir al pueblo argentino, de seguir funcionando las cosas como hasta ahora, que nos acercamos a las puertas del purgatorio. Es un paso importante. Obviamente, no es la Argentina que uno quiere, pero vamos rumbo a ella. Ahora hay más tiempo para pensar... Me acuerdo de que al principio subía al helicóptero y les decía a quienes me acompañaban: “Bueno, no sé si mañana podremos seguir estando”. Era una lucha segundo a segundo. Hoy es una lucha minuto a minuto.
–Para acotarlo un poco, ¿qué balance haría del último año?
–Vemos una economía que continuó creciendo muy bien. Siempre digo que si la Argentina creciera entre un 3 y 4 por ciento durante 15 años nos convertiríamos en un gran país, sólido. Le hemos pagado al FMI y no se cayó nada. Si pasaron por abajo habrán visto que no se cayó ninguna estatua ni nada por el estilo, cuando los cultores del neoliberalismo decían que era un acto de osadía y de irresponsabilidad. Hemos logrado renegociar la deuda externa privada con una quita de 67 mil millones de dólares, que no es menor. Hemos logrado bajar cerca de 30 puntos la pobreza, a menos de la mitad la indigencia. Viene bajando muy bien la desocupación, si Dios quiere a fin de año nuestro sueño es bajarla a un dígito, sería un gran avance. El crecimiento ha sido con creación de empleo, el promedio ha sido entre 0,6 y 0,75 por ciento por cada punto de crecimiento del PBI. El crecimiento de la industria es de 7,7 por ciento en lo que va del año y 7,1 de año a año. Creció un punto la capacidadinstalada, es decir que han crecido las inversiones industriales. Pensando que llegamos a estar en el 76, 77 y 78 por ciento de la capacidad instalada, ahora estamos en el 69 por ciento de la capacidad instalada funcionando, significa que hay un interesante crecimiento de inversiones industriales. El superávit fiscal sigue siendo muy bueno, hace pocas horas se anunció el de abril: 1533 sobre 1200 millones que estaban presupuestados, con 6400 millones en lo que va del año. Algunos economistas dicen que creció más el gasto que el ingreso, pero el gasto que creció es la inversión en obra pública. Es un gasto productivo, fundamental y necesario desde la visión neokeynesiana que tenemos y ha dado resultado, ha generado empleo. Venimos ordenando correctamente el sistema de costos y vamos a tener niveles racionales de precios durante este año sin recurrir a las recetas heterodoxas que son las de dormir a la economía y al país...
–Ortodoxas...
–Perdón, ortodoxas, siempre están corrigiéndome los periodistas (risas). La economía de Estados Unidos aplica todas las medidas que supuestamente corresponden y la inflación le creció el 0,6 por ciento. Y eso que ellos la miden de forma muy particular. La inversión global del país es interesante y crece muy bien. Estamos, con estos logros, tremendamente contentos. Hemos logrado dar el octavo aumento a los jubilados. El mínimo lo hemos logrado llevar de 150 a 470 pesos, con los 30 que da el PAMI, 500 pesos. Después de 14 años hemos dado el primer aumento general, del 11 por ciento. Obviamente que es insuficiente. Pero esa inversión solamente es de 3300 millones de pesos por año que van directamente hacia el sector pasivo. El año 2006 esperábamos que sea bueno pero realmente superó nuestras expectativas. Después, está también la satisfacción del acompañamiento del pueblo argentino.
–¿Ya no está más solo?
–No, el acompañamiento de octubre para nosotros fue decisivo. Nos dio la fuerza, la decisión, la autonomía, la confianza de poder profundizar e ir construyendo cosas más profundas. No hay mejores reformas políticas que vencer el funcionamiento del pasado.
Plaza, identidades,
pejotismo
–¿Qué va a suceder el 25 en la Plaza?
–Vamos a ir al Tedéum tal cual es la tradición.
–Pero el año pasado hizo una finta.
–Pero fuimos al Tedéum en Santiago del Estero. Cada uno hace su interpretación del tema, les voy a decir algo y probablemente no van a estar de acuerdo. Fuimos a Santiago del Estero porque nos parecía muy importante acompañar la reconstrucción política que hubo en esa provincia. Muchos interpretaron que era un enfrentamiento con tal o con cual. No, bajo ningún aspecto. Podemos tener acuerdos o diferencias pero eso no lo llevamos al plano del funcionamiento institucional. Esta vez tenemos que estar en Buenos Aires y lo lógico es que vayamos aquí, a la Catedral. Y la plaza, es la plaza de todos. No sé por qué se han puesto tan nerviosos algunos con el tema de la plaza. Algunos dicen que no vayan... Nosotros invitamos a todos los argentinos a que vengan. Estamos celebrando el día de la patria, que es el día de todos los argentinos. También se cumplen tres años de Gobierno, me tocó asumir un 25 de mayo, como hace 33 años asumía el doctor Cámpora. Muchos de nosotros estuvimos en esa plaza. Hemos decidido celebrar el día de la patria, recordar los tres años y hacerlo con una amplitud y pluralidad absolutas. Como ustedes ven, están convocando organizaciones de todo tipo.
–Pero va a tener un fuerte tinte del Frente para la Victoria y del justicialismo.
–Malo sería que no nos acompañen los propios. Pero más que un acto político es un acto ciudadano, es una recuperación de la ciudadanía.
–Pero tiene una diferencia litúrgica grande, comparado por ejemplo con el acto que se hizo en 2004.
–Es un momento diferente. En el 2004 estábamos cumpliendo el primer año, en otra circunstancia histórica, y le dimos una recordación con presencia artística. Ahora, igual, va a haber artistas, comprometidos con la nación, lo que no significa que tengan la misma visión ideológica que quienes ejercemos circunstancialmente el poder, pero van contentos como nosotros a celebrar en democracia y en convivencia. Leí que el diario opositor decía “Los colectivos y los trenes van a ser gratis...” si para todos los 25 de Mayo y 9 de Julio son gratis. Ojalá, esperamos que las empresas vuelvan a hacerlo. Y la gente vendrá como pueda. Vendrán los que quieran venir y los que no quieran venir no vienen. Y habrá muchos que vendrán a observar. Eso no significará más rédito ni menos rédito para nadie. Vamos a celebrar en pluralidad y en conjunto el 25 de Mayo, sin que eso tenga dueños especiales, ésta es la realidad.
–¿Va a hablar el Presidente?
–Me gustaría hacerlo, pero no desde el balcón. El balcón ya tiene su lugar en la historia, tiene sus protagonistas en la historia, ustedes tienen más pluma que yo para escribir sobre ese tema. Si hablo será desde el mismo escenario donde canten. No quiero venir a sobreponer etapas históricas, ni a cubrir otro tipo de liderazgo ni a querer asimilar las etapas históricas que no se pueden asimilar. A nosotros nos tocó un tiempo histórico, es la pluralidad, la convivencia. Es la Plaza de Mayo, lógicamente, no es cualquier plaza. Pero también hubo actos el año pasado que los encabezó el ex jefe de Gobierno Aníbal Ibarra y vino mucha gente. La gente viene, es el día de la Patria.
–Como fuera, si “esta” plaza está llena, indudablemente el Gobierno va a capitalizarlo.
–Lo que nos vino muy bien a nosotros fue ganar en octubre. Si se juzgara la fortaleza de un gobierno por llenar o no llenar plazas estaríamos sujetos a coyunturas muy cortas. Esto de querer asimilar determinados momentos como factores de acumulación propia son errores históricos, no lo analizo.
–¿Qué puede decir sobre su eventual reelección o no reelección?
–Lo que diga sobre ese tema no me lo van a creer. Estamos construyendo un espacio político. Algunos hablan de concertación, otros de construcción amplia, otros de vocación frentista. En la etapa que viene en el 2007, más allá de quién vaya como candidato a presidente, la construcción que le debemos ofrecer a la sociedad argentina debe ser amplia, plural, que tenga proyección estratégica y sea un marco superador a lo que se ha construido hasta ahora. Siempre digo, la gran virtud del Frepaso en los años finales de los ‘90 fue construir la alianza grande que les permitió llegar al gobierno, siendo oposición. Hoy la oposición se fija en construir una alianza chica. En ese caso, más allá de las circunstancias que le tocaron vivir, mucho tuvo que ver el Chacho en esa construcción. En esta etapa, en esto sí voy a ayudar, hay que construir una concertación –un frente, un espacio– absolutamente amplia, que le dé pluralidad y la posibilidad de generar un espacio superador para cualificar definitivamente la construcción de una alternativa estratégica en la Argentina.
–¿Espacio superador de qué?
–De lo que tenemos hoy. Superador de la expresión de gobierno que tenemos hoy, de la que me toca conducir. Uno va aspirando a que lo que venga cada día tenga una expresión más acabada con lo que necesita la Argentina. Hay que construir varios saltos cualitativos más para que el país tenga una fuerte repotenciación: institucional, política, consolidación del crecimiento, de inserción, de inclusión, de cualificación, de calidadinstitucional, para lo que hay que trabajar. Yo voy a tratar de seguir ampliando este espacio pero es evidente que hay que armar una construcción política que responda a lo que los argentinos necesitan hacia el Bicentenario.
–Cuando usted llegó al gobierno se hablaba de la transversalidad, ¿qué fue de ella, qué relación tiene con este nuevo espacio?
–La transversalidad fue una denominación periodística. Es un término que podría funcionar en un sistema de partidos que están funcionando. En la Argentina, todos sabemos que la reconstrucción de los partidos políticos va a llevar un tiempo largo. Entonces, la construcción del espacio se debe hacer en base a ideas superadoras que seguramente provendrán de hombres y mujeres de distintos partidos. A nosotros se acerca mucha gente a conversar del radicalismo, gente del ARI –algunos entraron al Gobierno y están trabajando con nosotros–, gente del Frente Grande, del Partido Socialista, de partidos vecinales. Hay que saber entender y darle potencialidad para garantizar gobiernos eficientes, ágiles, superadores, que le den buena administración a la gente, que permitan que la Argentina siga mejorando, y en eso hay que tener grandeza y generosidad. Todos somos pasantes de la historia.
–¿Dónde quedaría el justicialismo en ese futuro que usted imagina? Usted en algún momento acuñó la palabra pejotismo, ahora no la utiliza más.
–Yo no participo del pejotismo. Pude ser presidente del partido y no lo fui, no lo soy, ni lo seré. Pude haberme dedicado a armar una aceitada máquina partidaria y no lo hice. Tuve todas las condiciones para hacerlo, me ofrecieron todas las condiciones, aun gente que después me enfrentó. La construcción superadora va a permitir que los partidos se organicen. Si organizamos el mismo funcionamiento partidocrático interno que hubo hasta ahora corremos el riesgo de repetir los errores del pasado. Ojo, respetando la identidad, la visión y la evolución que el peronismo ha sabido tener. Porque, así como hay gente que no evoluciona, la gran mayoría ha evolucionado muchísimo.
–La magnitud y la vastedad del peronismo que ahora se ha encolumnado detrás suyo, ¿no limita de alguna forma la posibilidad de una apertura?
–Lo que noto es una gran evolución de todos los sectores, una gran comprensión de que ya los pasos hay que darlos. Hay una maduración muy fuerte en los cuadros políticos, una valoración muy fuerte en la gente y una palabra, “sectarismo”, que gracias a Dios cada día se aleja más.
–¿No teme que ese aparato que en los ’90 apoyó otras políticas y hoy lo apoya porque le va bien y anda bien la economía, el día de mañana nuevamente se dé vuelta?
–Si siguiera existiendo como tal, sí. Pero el rol y la evolución dirigencial que tiene son absolutamente diferentes. Habrá sectores... existen, no sé en qué cantidad existen, pero existen. Pero el espacio que me toca referenciar a mí es absolutamente diferente. Vamos por más calidad institucional, por más inclusión, por más crecimiento, por más justicia social.
–A los tres años de gobierno de Menem, prácticamente todo el peronismo estaba con él.
–Ya se estaba construyendo una alternativa con Bordón y con Chacho, que venían del peronismo. Y sacó más de cinco millones de votos. Y había diferencias internas (pausa). Es cierto que gran parte de la estructura del Partido Justicialista acompañó ese proceso neoliberal por bastante tiempo y ahí están los resultados. Las dudas de ustedes son lógicas, yo estoy trabajando para que así no sea. Creo que así no va a ser..., donde estaba la UCeDé hay fuerzas sociales, fuerzas progresistas, hay otra conformación, ¿eeeh?
–¿Va a estar Luis Barrionuevo?
–No tengo relación con Barrionuevo. Con todo respeto, los triunfos en La Rioja sobre el ex presidente Menem, en la provincia de Buenos Aires y en Catamarca fueron las cosas que más alegraron la elección mía de octubre porque les ganamos a tres fuerzas que representaban el viejo sistema de cosas. No puedo desconocer que la señora de él (Graciela Camaño) es diputada y autoridad de la Cámara porque la votaron y nos está ayudando y le agradecemos. Pero Barrionuevo... Yo sé que la gente confía en mí y voy a cumplir con ella.
–Volvamos por un instante a la reelección. ¿Por qué no habría de intentar seguir gobernando cuatro años más, si es constitucional y falta tanto por hacer?
–Cualquier cosa que le diga usted no me lo va a creer.
–Haga la prueba, algunos periodistas pueden ser crédulos (risas).
–(Menea la cabeza.) Es así. Son tiempos de gobernar profundamente y en marzo o abril serán los tiempos de las resoluciones. La Argentina debe tener el presidente o la presidenta que necesita.
–¿Imagina a Cristina candidata a presidenta?
–Podría ser, las encuestas dicen que sí. En Santa Cruz siempre sacaba siete puntos más que yo, seguramente ganaría mejor que yo.
–En la Ciudad de Buenos Aires no hay un candidato oficialista visible.
–En la gira a Viena conversé con los periodistas que me gustaría ser jefe de la ciudad.
–Hablaba de Viena.
–Ya se va a ir definiendo, hace falta un buen administrador responsable, serio, amplio, prestigioso, porque se pueden hacer tantas cosas..., espero que este espacio lo pueda construir.
–¿Imagina a alguien en particular?
–Hay, seguramente hay.
—¿Lavagna?
–De Lavagna tengo el concepto de siempre, siempre trabajamos muy bien. No quiero hablar de nombres ni manosear a nadie, menos de gente de la que tengo conceptos consolidados. Ya llegará el tiempo de los candidatos que tienen que tener ganas de ser, vocación.
Es la economía
–¿Cómo prevé el proceso inflacionario?
–Lo veo normal. Una inflación de costos, estoy trabajando muy fuerte, con seriedad. No veo nubarrones por delante. Vamos a hacer una política de comprensión, de acuerdos, hasta tanto logremos equiparar la inversión que crece bien para que la oferta acompañe la demanda. Se han incorporado fuertes sectores al consumo, hay mayor poder adquisitivo... Algunos sectores quieren aprovecharse y pretenden, con el mismo volumen, tener mayor rentabilidad. Los sectores empresarios deben incorporarse definitivamente a una causa estratégica y pensar que lo que más les conviene es que la Argentina crezca. La mayoría ya piensa así.
–Usted viene mencionando una deuda de muchos años, que incluye a este Gobierno, con las políticas ambientales. Eso exige muchos recursos. Le planteo lo que estimo otras deudas similares, para preguntarle qué piensa hacer. El sistema de salud, que es una rémora de otros tiempos, el seguro de empleo y capacitación, algunas políticas sociales universales.
–Por supuesto. El seguro de empleo o de desempleo con el tiempo a Argentina va a llegar y va a llegar bien. Esa política de seguro de empleo siempre aparece cuando avanza el empleo, ésta es la realidad. Esa rotación que hay debe tener la cobertura que corresponde. No es subsidio, sino que hablamos de seguro de empleo, de capacitación. En su momento algunos sectores lo planteaban en la sociedad y yo estaba de acuerdo.
–¿El sistema de salud?
–El tema del sistema de salud es uno de los grandes desafíos que hay. Hoy estamos avanzando para que la salud llegue a la mayor cantidad de argentinos, pero evidentemente el sistema tiene puntos de inflexión. Hay que construir una verdadera combinación y síntesis entre la salud pública y la salud privada, que no deben ser contradictorias, pero debe haber políticas de base y políticas estratégicas donde la salud pública debe tener mayor inversión y mayor exigencia desde el Estado, apoyando también la inversión privada. La globalización y la generalización del piso tienen que estar dadas por el Estado. Es una gran inversión ésa. Y las políticas universales, es una discusión. Algunos creen que hay universalizar las asignaciones familiares y demás cuestiones. Creo que hay que mirar el mundo, mirar la realidad, hay que tener muy buenas políticas de salud, de integración y de inclusión. Pero la universalidad de las políticas de acuerdo a la visión de algunos yo todavía no las vi ni aún en los lugares más avanzados del mundo. Lo que hay que avanzar, sí, es en la inclusión.
–¿No será un caso para ser heterodoxo?
–Lo que pasa es que primero hay que priorizar fuertemente en los que más lo necesitan.
–¿Es cuestión de tiempo la política de salud y la política de desempleo?
–No, cuando me refiero al tiempo me refiero al recurso.
–Tiempo y dinero, desde luego. En esa intersección, un gobierno que está recuperando aceleradamente las reservas, ¿puede decidir cambios importantes en políticas sociales antes de que termine su mandato?
–Lo que no me gusta es prometer. Si les hubiera dicho hace un año a los argentinos que íbamos a bajar tanto la indigencia era una temeridad. Uno presupone. Hay que ser muy serio, hay que tener mucha tranquilidad, los argentinos quieren de una vez por todas un liderazgo racional, responsable, serio, y como esto no se resuelve a vendavales, sino construyendo todos los días...
–En otro tramo de este reportaje recordó el 25 de Mayo del ’73. ¿Pensó alguna vez que aquel gobierno, en tiempos en que se pensaba tomar el cielo por asalto, duró menos que éste, el suyo?
–Otro momento histórico, otro tiempo, se discutían otras cosas. En ese momento había temas que estaban resueltos, desde el punto de vista social o desde la integración. Errores cometidos por todos (por nosotros, por todos) llevaron a una agudización excesiva de las contradicciones. Un gobierno que empezó con mucha voluntad de cambio terminó en manos de López Rega, de Isabel. Jamás hubiera soñado que lo que empezó con una incorporación generacional muy importante y la vocación de todos los argentinos, justicialistas o no, pudiera terminar adonde terminó. Esa es una síntesis de lo que pasó, el tremendo dolor y las cosas que nos pasaron después.
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