EL PAíS › LA UCR BONAERENSE CREE QUE EL EX MINISTRO DE ECONOMIA “LA REVITALIZA”
Se reunieron en un campo en Brandsen. No hubo votaciones, pero la gran mayoría de los participantes se mostró a favor de encolumnarse detrás de Roberto Lavagna. Disidencias de Stolbizer y Katz.
› Por Eduardo Tagliaferro
Los radicales han vuelto a sonreír. Alcanza con verles las caras. Se entusiasman con la candidatura de Roberto Lavagna y con disputarle poder a Néstor Kirchner. Como muestra, basta el diálogo que este diario mantuvo antes del comienzo del cónclave que ayer la UCR bonaerense realizó en la localidad de Brandsen con un radical histórico: “¿Cree que si no tendríamos chance usted y tantos otros medios de comunicación estarían en esta reunión? ¿Le parece que habría tantos radicales para participar de una actividad partidaria si no fuera porque la figura de Lavagna nos revitaliza?”, se entusiasma mientras pide la reserva de su nombre. Aunque las autoridades provinciales del radicalismo presentaron la movida de ayer como un plenario para discutir las futuras estrategias del partido, la postulación de Lavagna fue el centro del debate. No hubo documentos ni declaración final, tampoco votaciones, pero lo cierto es que estuvieron de más. Al margen de los discursos, la gran mayoría de los presentes se inclinaba por encolumnarse detrás del ex ministro de Economía.
Mientras los rostros exultantes, de los responsables de las principales corrientes se iban agrupando alrededor de los pocos mates que había en el predio, las autoridades partidarias desalentaban a la prensa en una rueda en la que decían que “no hay ninguna expectativa en que de esta discusión surja un aval a ninguna candidatura”. La apuesta al gris, de la que se jactaban ayer los dirigentes del radicalismo bonaerense, tiene su explicación: la cancha en la que ellos se mueven ya está marcada. La definió un arquitecto excluyente, un político que por su propio peso específico no necesita cargos para marcar la línea de su partido: Raúl Alfonsín.
Lejos de la mesura que la cúpula partidaria pretendía impregnarle al cónclave, Ricardo Alfonsín no dudó en señalarle a Página/12: “Mayoritariamente el partido se expresará por mantener a la UCR en la oposición y por construir una alianza que pueda contar con la posible candidatura de Lavagna. Estamos hablando de una alianza que pueda ganar las elecciones de 2007”. A pocos pasos de Alfonsín, Leopoldo Moreau se saludaba con Federico Storani, los intendentes radicales formaban círculos bajo el benigno sol de un día despejado. Puestos a elegir entre apoyar al Gobierno o plantarse como oficialistas, el 90 por ciento de los presentes elegían ser opositores. Ese consenso disminuye cuando se trata de elegir entre respaldar o no la candidatura de Lavagna.
Una de las voces críticas de ese conglomerado de radicales, la secretaria general del partido, Margarita Stolbizer, dijo a este diario que se opone a respaldar al ex ministro de Economía porque “será funcional a Kirchner ya que terminará aglutinando a toda la centro derecha”. La preocupación de Stolbizer es también la de muchos otros dirigentes partidarios que ven que tras esa postulación el radicalismo se aleja del progresismo que dice levantar y le sirve en bandeja a Kirchner la posibilidad de plantarse a la izquierda. Precisamente el lugar en el que discursivamente mejor se mueve el oficialismo.
“Si apostaste a que no venía, perdiste”, decía el intendente de Mar del Plata, Daniel Katz, a un radical que lo recibía diciéndole: “acá se hacía apuestas sobre tu presencia”. Katz participó del encuentro que mantuvieron en el Savoy los gobernadores más cercanos al Gobierno. Algo que se encargó de relativizar en la discusión plenaria. “No veo en Lavagna una candidatura de centroizquierda. No veo que aquí esté la CTA ni la gente del ARI –que los hay valiosos–, ni el socialismo, preguntar cómo es esto de la candidatura de Lavagna. Los únicos que preguntaron son los de la centroderecha de Macri.” De paso y dándole la razón a Leopoldo Moreau, que había dicho que fueron muchos los radicales que habían tocado el timbre de otros políticos, Katz comentó: “Acabó de reunirme con Miguel Lifschitz y Hermes Binner y ellos ni locos acompañan la candidatura de Lavagna”. Katz pidió autocrítica, reconocer los errores cometidos y tener la humildad de ser furgón de cola o segundos en algunas situaciones. Así fue que saludó a los radicales santafesinos por aceptar ser segundos de Binner y así poder derrotar “a los Obeid, a los Reutemann”. Para desalentar dudas el marplatense subrayó que acepta la decisión de las mayorías, que “no descarta la candidatura de Lavagna, pero la resisto”. Cambiando la lógica de la frase menemista, Moreau dijo que en la actualidad “estamos bien, pero vamos mal”. El ex legislador no dudó en calificar de populista a Kirchner y al peronismo. Ambos, dijo hacen del uso del poder su principal religión. “Esto explica por qué pueden convivir Carlos Kunkel y Luis Barrionuevo”, dijo. El rocío caía sobre Campo Brandsen cuando los radicales seguían jugando al juego que mejor juegan y más les gusta: la interna.
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