EL PAíS › LOS 85 AÑOS DE UNA DE LAS FUNDADORAS DE MADRES DE PLAZA DE MAYO
Fue una de las catorce primeras mujeres que se reunieron en la Plaza de Mayo el 30 de abril de 1977. La historia de una luchadora.
› Por Enrique Arrosagaray
Josefa García de Noia, más conocida como Pepa, es una de las catorce mujeres que se reunieron el sábado 30 de abril de 1977 a las cuatro y media de la tarde en la Plaza de Mayo, para parir esa organización que le hizo frente a la dictadura de Videla, cara a cara: las Madres de Plaza de Mayo. Hoy cumple 85 años y lleva casi treinta de pelea sin entretiempos, más que para fumarse un cigarrillo.
Nació el 6 de julio de 1921 en Barrio Norte. Agüero entre Melo y Gutiérrez, cuando esa barriada se parecía más a la descripta por Borges en sus cuentos de malevos y malevaje, que a la del mediopelo actual.
Creció habitando conventillos y desde muchachita trabajó cuidando chicos. También fue obrera textil.
–¿Qué hacían su papá y su mamá?
–Mi papá era chofer de taxi. Mi mamá era ama de casa. Los dos gallegos, de Orense.
–¿Tuvo hermanos?
–Fuimos seis, dos murieron jóvenes.
Sus hermanos se llamaron Manuel, José Ramón, Antonio, luego ella y para finalizar Agustín y Lola. Los fallecidos, a los trece o catorce años, fueron José Ramón y Antonio.
–¿Por qué murieron tan jovencitos?
–Ramón había tenido el mal del sambito ¿viste? Y después se enfermó de reuma, del corazón. Y el otro no sé cuánto helado comió y se intoxicó. En la sala del Muñiz uno estaba en una punta y el otro en la otra. El más chico murió primero, a la semana el otro. No los velaron, le dieron los cajones cerrados.
–¿Cómo eran sus papás?
–Mi papá era jodido. Y mi mamá, pobre (intuye que era una mujer sojuzgada al marido aunque por hábitos de época). Yo nunca supe que mi mamá hubiera ido a un cine. Siempre estaba ahí (con sus gestos dibuja el perímetro de la pieza), siempre estaba ahí.
–¿Así que su papá era taxista?
–Recuerdo que tenía un coche grande, que era taxi y que como era grande, en algún momento lo hizo colectivo. Los colectivos de antes no eran como los de ahora. Con el tiempo lo vendió y se hizo peón de taxi. Después, alguien lo metió de portero de un edificio, ahí cerquita. En el quinto piso de ese edificio vivía Rojas. ¿Te acordás de Rojas?
Pepa se refiere a Isaac Rojas, máxima autoridad de la Marina cuando derrocaron en 1955 al presidente Perón.
–¿Cuándo se casó?
–Me casé con Juan Carlos Noia en 1941 y me fui a vivir enfrente de donde estaba. De Austria 2156 a Austria 2163.
–¿Qué hacía su marido?
–Boxeaba en River, peso mosca. Iba a pelear a otros lugares. Era de 1915, argentino, creo que de mamá uruguaya.
–¿Lo vio boxear alguna vez?
–Sí, pocas, pero lo fui a ver, no me gustaba el boxeo.
–¿Cuándo dejó de boxear?
–En 1942, cuando nació Alicia, él había ido a pelear a Córdoba y cuando volvió, dejó.
Josefa y Juan Carlos Noia tuvieron a Alicia en 1942, a Daniel en 1944, a María Lourdes en 1946 y a Margarita, en 1953.
–¿Cómo madre qué tal fue?
–Yo te voy a decir algo: siempre creí que fui una buena madre ¿viste? Son ilusiones que una se hace. Pero con el correr de la vida, me da la impresión de que no fui buena madre ¿viste?
–¿Por qué esa duda?
–Porque siempre les dejé hacer todo lo que querían. Yo les decía mirá, yo no te puedo cuidar porque vos me podés decir sí mamá, voy al trabajo y vos no vas. Las que tienen que cuidarse son ustedes. Antes te pedían una prueba de amor ¿viste? Yo les decía que eso es un cuento. El día que les das la prueba de amor, se van y no los ves más. Gracias a Dios nunca tuve problemas. Yo quería que estudiaran. Porque yo, viste... (quiere decir que como ella no pudo, sus hijos debían hacerlo)
–¿Como se llevaba con su hija Lourdes?
–Bien. Cuando se casó con Quique, Lourdes se fue a vivir a Villa Adelina. Ella me dijo mirá mamá, yo no le voy a dar la dirección a nadie, pero yo iba.
–¿Cuándo la secuestran a Lourdes?
–El 13 de octubre de 1976 se la llevan. Estaba viviendo en la calle Pavón, a media cuadra de Canal 11 (Constitución), que era la casa de Daniel. El se fue a Australia y se las dejó. Ya en ese tiempo se mudaban mucho.
–¿Usted siempre supo dónde vivía su hija?
–Sí, yo fui a todos lados.
Desde octubre de 1976 Pepa no tuvo pausa y buscó a su hija por todos los rincones de la ciudad. Un día escuchó de otra madre, tan desesperada como ella, la idea de reunirse en la Plaza de Mayo. Ese sábado 30 de abril de 1977 llegó a la plaza dos horas antes, de ansiosa. Dio vueltas, esperó, miró, dio más vueltas. Cuando eran las cuatro y media se encontró con otras trece a un costado de la Pirámide, cerca de la calle Rivadavia. No supo ese día que en torno de Azucena Villaflor hacían nacer a una de las organizaciones humanitarias más valiosas en la historia mundial.
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