EL PAíS › KIRCHNER EN LA CENA DE CAMARADERIA DE LAS FF.AA.
› Por Nora Veiras
“Los jueces de la constitución son los que tienen que distinguir entre culpables e inocentes”, dijo el presidente Néstor Kirchner en la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas, luego de reivindicar los principios de “verdad y justicia” como único camino para el encuentro de los argentinos y anunciar una reforma en los programas de formación militar. Apenas entró al salón, Kirchner se paró ante el micrófono y habló. Empezó advirtiendo que él jamás se ocultó para decir lo que piensa. “Si he tenido miedo a alguno o a alguien ha sido en otra época”, afirmó en alusión a las versiones que indicaban que la cena se hizo en la alejada Base del Palomar para evitar manifestaciones de la mediática Cecilia Pando y sus secuaces, que protagonizó varios actos donde se reivindicó el terrorismo de Estado.
Sin embargo, Pando –la mujer del mayor Rafael Mercado, que fue pasado a retiro por no diferenciarse de su mujer– estuvo en la boca de todos los que organizaron la cena anual de camaradería de las Fuerzas Armadas. Ayer por la tarde, Pando se presentó en el Edificio Libertador –como ya es casi rutina–, donde no le autorizaron el ingreso. “Hasta tienen miedo de que haga una caravana y se escuchen los bocinazos en la cena”, se lamentó un oficial, conocedor de la Base Aérea de Palomar y cansado ya de la obsesión oficial por evitar los malos momentos que provocan la señora de Mercado y sus secuaces.
Antes de la llegada del Presidente y su comitiva, los corrillos tenían un tema excluyente: “¿Nos anunciará un aumento salarial a nosotros también?”, se preguntaba un oficial, que completaba su inquietud con el siguiente razonamiento: “Si es cierto que estamos integrados a la sociedad y formamos parte de las instituciones de la democracia, a nosotros nos correspondería el 19 por ciento”, repetía, mientras añoraba la cena del año pasado, en la que el Presidente anunció una recomposición que llegó hasta el 20 por ciento (claro que en sumas no remunerativas). En ese caso, los retirados no recibieron ningún incremento. Teniendo en cuenta los actos que vienen protagonizando, alguno hasta se atrevió a ironizar con que “si habla del tema, es capaz de anunciarles un descuento”. Esta vez, el anuncio se refirió a la educación: “Vamos a realizar una reforma de los programas educativos. Vamos a profesionalizar a las Fuerzas Armadas, queremos que pertenezcan a todos los argentinos”, dijo el Presidente.
Kirchner fue acompañado por el vicepresidente Daniel Scioli; el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; y los ministros Nilda Garré (Defensa), Aníbal Fernández (Interior), Julio De Vido (Planificación), Ginés González García (Salud), el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y el jefe de la Cámara de diputados, Alberto Balestrini. Además estuvieron el jefe del Estado Mayor Conjunto, Jorge Chevalier; el del Ejército, Roberto Bendini; el de la Armada, Jorge Godoy, y el de la Fuerza Aérea, Eduardo Schiaffino.
De Vido saludó efusivamente al titular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, Marcelo Saín, mientras que el intendente de Tres de Febrero, Hugo Curto –anfitrión al fin, dado que la base está en su distrito–, encontró alguien con quien hablar cuando Zannini se sentó junto a él. En una mesa donde abundaban los militares retirados, se encontraba el vicario general del Obispado Castrense, Pedro Candia, el segundo del obispo Antonio Baseotto.
Kirchner habló durante 15 minutos. Remarcó que lo hacía “sin odios ni rencores, porque los argentinos debemos tomar conciencia y superar nuestros problemas”. Reivindicó a “San Martín, Belgrano, Brown y la visión estratégica que tenía (Mariano) Moreno”. El Presidente recordó también “los golpes de 1930, 1955, 1966 y, el más trágico, de 1976, que atacaron los derechos de los argentinos”, aunque dejó en claro que “desde 1983 ha cambiado enormemente”.
“Estoy seguro de que dentro de varias décadas todos estaremos orgullosos de las instituciones de la República. Ustedes son responsables de cualificar a las Fuerzas Armadas”, concluyó. El discurso fue breve y no sorprendió. De inmediato, todos –uniformados y civiles– cantaron el himno. Y terminaron sentados en los lugares estrictamente asignados para degustar el pollo arrollado afrodita, que se lucía en el menú. La influencia de la diosa griega del amor se mantuvo lejos de la Base Aérea de El Palomar.
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