Mié 12.07.2006

EL PAíS

Los pañuelos blancos que las Madres no negocian

Las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora se retiraron del juicio al Turco Julián porque no las dejaban estar con sus pañuelos. Declaró Tita Sacolasky, ex detenida de 83 años.

Rebeca “Tita” Sacolasky sacó un pañuelo blanco lleno de firmas, una fecha y una dedicatoria: “15/10/78. Feliz Día”. Lo alzó ante los jueces y les dijo: “Tengo que mostrar esto, si lo quieren ver. Pasé el Día de la Madre en el campo de concentración Olimpo y mis compañeros me lo firmaron, algunos están desaparecidos”. Horas antes de su testimonio, los jueces habían prohibido el uso de símbolos identificatorios, en referencia a los pañuelos blancos, durante la audiencia por el juicio contra el represor Julio “El Turco Julián” Simón. “Nos retiramos respetuosamente, sin ningún escándalo –dijo Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora–. Pero nuestros pañuelos no se negocian.”

Las Madres, que recibieron el apoyo de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos, se fueron de la audiencia luego de que el presidente del tribunal, Luis Di Rienzi, señalara que estaba prohibido “tener elementos vinculados con el tema del juicio”. Lo mismo había ocurrido en 1985, durante el juicio a los ex comandantes.

El Turco Julián pidió, mediante un escrito, no presenciar la audiencia de ayer ni la de hoy. Con el imputado ausente y a sala llena, la quinta jornada del juicio oral y público por el secuestro, tortura y desaparición del matrimonio Poblete y la sustracción de su hija se caracterizó por los testimonios desgarradores de Jorge Osvaldo Paladino, Julio Eduardo Lareu y Sacolasky, quien detalló el perfil nazi del imputado.

En el campo de concentración El Olimpo, el Turco Julián “me aplicaba la picana por no conocer” el padrenuestro, mientras “me aseguraba que esta noche vamos a hacer jabón y ponía los equipos musicales a todo volumen con marchas nazis”, relató la mujer de 83 años, que conmovió a la sala narrando cómo “arañaba las paredes” por las torturas que recibía, que incluyeron un simulacro del asesinato de su hijo, sólo por su condición de judía.

“No puedo creer que pueda haber gente con esa violencia en el corazón, porque yo podía ser la madre de todos ellos, no tenían más de 35 o 36 años” comentó Sacolasky, que promediaba los 50 años cuando fue secuestrada y tuvo varias charlas con el imputado. “Era peor que los nazis”, dijo, y recordó los insultos que recibió cuando un día lo desafió dentro del campo de concentración:

–Te quiero hacer una pregunta, ¿tenés hijos?

–Sí, tengo dos hijas.

–¿Y si alguna se enamora de un judío y se quiere casar?

Sacolasky subrayó que a todos los detenidos ilegalmente se “nos anulaba la personalidad, éramos un número y una letra, yo era ‘P63’”. Tras ser liberada “yo también los bauticé a ellos y la letra era la ‘g’ de genocidas y el número 30.000 por los desaparecidos”.

Otro de los testigos, Lareu, se emocionó cuando rememoró el “traslado” de su hija y su yerno, que habían sido secuestrados un año antes. “Se decía que los traslados eran porque se los llevaban a una granja de rehabilitación en el sur” para lo cual se los vacunaba y se los subía a un avión. “Yo quería creer esa versión, porque eso hubiera significado que estaban vivos.” El primero de los testigos, Jorge Osvaldo Paladino, recordó las “arengas” que formulaba el Turco Julián, quien aseveraba: “Estamos en guerra contra la conspiración judeomarxista”.

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