Ante la iniciativa del Gobierno de sancionar este año una nueva ley que reemplace a la Ley Federal de Educación, pergeñada durante el menemismo, la Iglesia volvió a manifestar su deseo de que no se pierda el “espíritu” de la vieja norma. La discusión de la Ley Federal se dio en el Congreso Pedagógico Nacional, en el que la Iglesia tuvo una amplia influencia. “No negamos que el educador es un ‘trabajador’. Personalmente, no me gusta ese término, pues todo no se hace por recompensa, también hay una donación, una gratuidad en las cosas que recibimos y también debemos dar”, afirmó el presidente de la Comisión Episcopal para la Educación Católica, Guillermo Garlatti. “Amar el trabajo, trabajar con esperanza y con confianza en Dios, en nosotros y en los niños es una perspectiva que no puede dejarse de incluir en la ley para tener así una visión integral del hombre y de la educación”, sostuvo. El prelado de Bahía Blanca insistió en que la futura ley “debe incluir los valores trascendentes y espirituales de la persona humana”. Garlatti participó de unas jornadas para discutir la futura normativa, organizadas por el Consejo Superior de Educación Católica (Consudec). Consideró que la Iglesia participa de la discusión como “un aporte y disponibilidad para el bien de la patria”.