La ex diputada Patricia Walsh, que ya lanzó su precandidatura a presidenta, habla de las posibilidades de unir a la izquierda.
› Por Werner Pertot
“A pesar de la fragmentación, la izquierda tiene un caudal de un millón de votos”, sostiene la ex diputada Patricia Walsh, que ayer recibió el apoyo del MST El Socialista (una corriente que se separó “en buenos términos” del MST) para su precandidatura a presidenta. La dirigente busca unificar los distintos partidos de izquierda en un solo frente, aunque admite las dificultades. “Cabe hacer la crítica y la autocrítica de la ruptura de Izquierda Unida”, asegura la hija del escritor desaparecido Rodolfo Walsh, que ya se postuló a presidenta en dos oportunidades: en 1999 y en 2003.
–¿La tercera es la vencida?
–No. No lo pienso en esos términos, porque es compleja la participación en el proceso electoral de la izquierda. Padecemos un sistema presidencialista, que bajo la administración de los Kirchner se vuelve hiperpresidencialista hasta el exceso. Para mí, Kirchner es un señor feudal. La idea de que el Parlamento ya no discute ni siquiera el Presupuesto nacional, por dar un ejemplo reciente. No son superpoderes, sino que son súper-superpoderes. Porque hay una acumulación con Domingo Cavallo y otros. Y ya no podemos decir que haya falta de experiencia.
–Ahora, si usted piensa que no hay posibilidad de ganar, ¿por qué se presenta para la presidencia y no otra vez como diputada?
–Porque en el sistema hiperpresidencialista no existe esa lógica. En los medios de comunicación no hay presencia si no tenés fórmula presidencial.Tengo experiencia: en 1999 me presenté e Izquierda Unida salió en cuarto lugar, con el 0,89 de los votos. Y en 2003, con 1,2 por ciento de los votos salimos en el séptimo lugar.
–¿La caída en 2005 proviene de la atomización de la izquierda?
–No creo que sea posible convencer a quien piensa votar en blanco o a quien se enorgullece de ir solo, pero los vamos a seguir llamando, porque queremos resolver una cuestión que nos genera mucha debilidad, que es la fragmentación. Debemos priorizar la tolerancia. Lo mío es una precandidatura, porque puede haber cambios en la conformación de la fórmula. Nos planteamos no postergar más este debate, porque se dio el lanzamiento del matrimonio Kirchner, de Lavagna y de Carrió y facilitaba a los medios afirmar que no hay izquierda. En este país sí hay izquierda. Y, a pesar de la fragmentación, la izquierda tiene un caudal de un millón de votos. Desde mi precandidatura, planteamos que en estos catorce meses debemos intentar resolver la fragmentación, no sólo en la izquierda partidaria, sino también con la izquierda independiente. El votante independiente es el que se fastidia cuando tiene que votar entre opciones similares.
–Seguramente, les ocurrió esto a los votantes cuando se dividió Izquierda Unida el año pasado...
–La ruptura de IU fue un serio error político. Pero la experiencia de IU no fue un fracaso. La banca de IU fue la que logró la nulidad de las leyes de punto final y de obediencia debida.
–¿Puede haber marcha atrás en esta ruptura?
–Si lográramos que los compañeros revisaran esa decisión, que incluyó un error completo como fue la postulación para diputada nacional de Alicia Castro. Esa figura no podía liderar una banca de oposición. Más allá de que tenía una buena relación con ella, percibía que tenía una relación fluctuante con el kirchnerismo. Y, de hecho, desistió unas horas antes de la conformación de la lista. Y uno tiene que hacer una evaluación...
–¿Una evaluación o una autocrítica?
–Cabe hacer la crítica y la autocrítica de la ruptura de Izquierda Unida. Yo creo que hay condiciones para que pensemos de nuevo. Existe la voluntad para sentarse y debatir programas.
–¿Qué pasa con el sector de Luis Zamora? ¿Ustedes lo incluyen?
–Zamora y sus militantes forman parte del sector al que convocamos. Yo tuve una diferencia importante con Zamora cuando planteó que la nulidad de las leyes no servía para nada. Si hoy tenemos una sentencia para Julio Simón y avanzamos en el juicio a Etchecolatz y están en marcha muchos juicios más, no se puede sostener que la nulidad no sirvió para nada. Por una cuestión de honestidad intelectual, debe reconocer que no pasó lo que dijo que iba a pasar. Pero no creo que se trate de castigar al compañero, sino que pienso que es admisible cometer errores políticos. Yo me debo haber equivocado unas cuantas veces...
–A algunos también les sorprendió su acercamiento con Elisa Carrió.
–Nos une la cuestión de género. Con Lilita y con otras políticas formamos un foro social de mujeres y también formamos parte de un foro de mujeres políticas de América latina. Pensamos en el lugar que debe ocupar la mujer en la política.
–Pero, ¿puede haber coincidencias programáticas con el ARI?
–De ningún modo, porque Lilita propone la continuidad del sistema capitalista. Yo no me defino como de centroizquierda, sino como de izquierda. Y comparto un programa que tiene que ver con la construcción del socialismo. Mi relación personal con ella es muy buena... pero nada más.
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