Alicia Kirchner reasumió ayer en la cartera de Desarrollo Social con un plan de trabajo funcional al proyecto reeleccionista de su hermano Néstor. La funcionaria iniciará el próximo viernes en la Mesopotamia un maratón de inauguraciones de Centros Integradores Comunitarios (CIC) que se encargarán de la asistencia directa en las zonas más vulnerables del país con el inconfundible distintivo K y sin pasar por la intermediación de las autoridades provinciales y municipales.

Los CIC replican un esquema de trabajo que a una escala menor Alicia puso en práctica en Santa Cruz. Están integrados por asistentes sociales y médicos comunitarios que implementan una ayuda sistemática –en atención y provisión de alimentos y medicamentos, entre otras cosas– en barrios pobres de distintas localidades.

Si bien formalmente se opera de manera coordinada con intendentes y gobernadores, la decisión de las políticas que los CIC aplican queda en manos de la Nación, a través de un trabajo que encabeza Desarrollo Social y que acompañan los ministerios de Salud y Trabajo. Dicho de otra manera: la foto le dispensará el mayor protagonismo a Alicia Kirchner.

El plan de la ministra es inaugurar de aquí hasta fines de 2007 unos 500 nuevos CIC –ya hay 250 funcionando– a lo largo y ancho del país, cumpliendo uno de los propósitos de su regreso, que es imprimirle un perfil más alto a la cartera de Desarrollo.

A fin de “potenciar las política sociales” –ése es el textual utilizado ayer en la Casa Rosada–, los CIC también controlarán las previsiones asistenciales. Según dijeron fuentes de la cartera de Alicia, de esta manera se evitarán trabas burocráticas y se asegurará que el beneficio llegue a destino de una manera rápida y directa.

No se sabe exactamente el presupuesto que manejarán los CIC, pero se supone que será oneroso. De hecho allí se aprobarán también los otorgamientos de algunos de los programas sociales en marcha, como por ejemplo el Plan Familias, que absorbe a aquellos beneficiarios provenientes voluntariamente del Plan Jefas y Jefes de Hogar.

Los que no estarán demasiado contentos con la movida son los referentes locales y provinciales, ya que en la práctica, y en el mejor de los casos, tendrán voz pero no voto en las política que la hermana K implementará en sus distritos. Las tensiones registradas recientemente en algunos CIC bonaerenses dan cuenta de ello.

La aparición del apellido Kirchner en el área social en vísperas del inicio de la campaña presidencial es mirada con lupa por la oposición. La decisión oficial de mantener su modelo de asistencia, en vez de reorientarlo hacia políticas universales, despertó voces que relacionan los planes con práctica clientelares, una queja que seguramente se irá incrementando a medida que se acerquen los comicios.

Los CIC podrían emparentarse a miniunidades básicas, ya no por su componente –se supone que allí trabajarán únicamente técnicos y no punteros políticos–, sino por su capacidad de reclutar adeptos, un potencial que también tuvieron las manzaneras como parte del andamiaje duhaldista en la provincia de Buenos Aires.

El plan original del Gobierno, el que se pensaba a principios de año, incluía la fusión de Desarrollo Social y Salud en un megaministerio de Asuntos Sociales. Kirchner negó anoche esa posibilidad y confió en que su hermana se consolidará como la cabeza del gabinete social, que por supuesto integra el jefe de la cartera sanitaria Ginés González García.

Alicia no sólo dispone del respaldo de su hermano, sino también de un generoso presupuesto. Son 3500 millones de pesos que se destinan a los planes Seguridad Alimentaria, Desarrollo Local y Economía Social, Manos a la Obra y Familias, entre tantos otros. Una vez más: el regreso de la funcionaria al área social parece imposible disociarlo del proyecto reeleccionista del 2007 y, por qué no, a su propio deseo de ser la candidata a gobernadora de Santa Cruz.