NOTA DE TAPA
› Por Sergio Di Nucci
De la frenología del siglo XIX a los modelos sociológicos que afloraron en los últimos cien años, el deseo oracular de anticipar la ejecución de un crimen siempre se las arregló para permanecer a flote en el continuo rastrillaje de las zonas más oscuras de la mente humana. Y si bien con frecuencia se hace foco en las condiciones sociales del delincuente (desocupación laboral, exclusión social, horizonte social cerrado y poco abierto al progreso material e intelectual), ahora la criminología experimenta una nueva vuelta de tuerca: en vez de poner énfasis sobre el crimen en sí mismo, se le presta cada vez más atención a la personalidad del criminal, instalándose una peligrosa tendencia de elaboración de “perfiles de riesgo” de ciertos individuos, mechada con toques de fundamentalismo genético y el sospechoso ascenso del “precrimen” como categoría que apaña el encierro preventivo de personas incluso antes de la concreción del acto delictivo mismo.
› Por Leonardo Moledo
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